Hasta los abismos he llorado tu ausencia,
Me revolqué loca de furia, de locura por no besar
Tu cuerpo
Sumergida en la agonía del que todo lo pierde y
Muere de sed…sed de ti.
Barre el tiempo las hojas y no regresas…
Pero puedo amarte...como antes, como siempre, como nunca!
Mi corazón te mantiene vivo, se alimenta de aquello
que fuimos y compartimos.
Nacen auroras en mis recuerdos y crece la esperanza de no haberte perdido.
Tu risa…tu sonrisa…grabada a fuego en cada hueco de mi cuerpo
sigue marcando el compás de mis días.
Tus ojos dando luz a la oscuridad de mis noches.
Y me hallo danzando junto a ti en las aguas de un mar sin límites.
Silva el viento……no estás lejos…puedo oírte aún…
Te ama por siempre, mamá.
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Aquél invierno fue extremadamente frío, siempre lloviendo, arreciando, día sí día no fuertes heladas y algún que otro copo de nieve. Apenas podíamos salir a dar un paseo por el parque y esparcernos un rato....pero aquella mañana amaneció radiante, me hicieron tanto daño aquellos rayos de sol que entraban por tu ventana...
Hoy fue del mismo modo....sol y más sol....algo de viento frío pero ideal para no estar encerrados en casa. Habíamos decidido que tu hermano no fuera a clase, le necesitábamos con nosotros y viceversa, así que aprovechando que papá no trabaja hasta el lunes estaríamos juntos ...juntos....Ni misas, ni rezos....sólo el lenguaje que nace del corazón...aquél que siempre llega, claro y directo. El monte Corona era el lugar perfecto para sentirse en comunión contigo, con tu esencia. Se estaba bien sentados en la mesa de piedra comiendo unos bocatas y alguna pieza de fruta...el sol nos calentaba un poquito el ánimo y el canto de un pájaro nos amenizó la estancia. Nos hemos acercado a la ermita y desde el corazón nos hemos comunicado...lo sentimos....como la llama de esa vela que allí hemos dejado es nuestro amor por tí.....
