Con Voz Autorizada
"Para San Agustín, la memoria es un santuario vasto, sin límite, en el que se llama a los recuerdos que a uno se le antojan. Pero hay recuerdos que no necesitan ser llamados y siempre están ahí y muestran su rostro sin descanso. Es el rostro de los seres amados que las dictaduras militares desaparecieron. Pesan en el interior de cada familiar, de cada amigo, de cada compañero de trabajo, alimentan preguntas incesantes: ¿cómo murieron? ¿Quiénes lo mataron? ¿Por qué? ¿Dónde están sus restos para recuperarlos y darles un lugar de homenaje y de memoria? ¿Dónde está la verdad, su verdad? La nuestra es la verdad del sufrimiento. La de los asesinos, la cobardía del silencio. Así prolongan la impunidad de sus crímenes y la convierten en impunidad dos veces." (frag. del discurso de Gelman en la recepción del Premio Cervantes, 2007)
El exilio es un suceso bisagra y, partir de allí, vehicular en la obra de Gelman: Las preguntas, las voces cortadas (dialógicas, entrecortadas, con aire callejero, la aparición de las barras que separan los versos son su marca, gráfica y personal) las aluciones a los compañeros muertos (Paco Urondo principalmente a quien lo unía una profunda amistad); pero sobre todo porque es un ida sin retorno, un camino de búsqueda desenfrenada que va desde la impotencia de los primeros libros ( "en mitad de la dura amargura?/¿avisaste // que te ibas a morir?/¿a caer mejor dicho alzándote // como lámpara en medio de la noche?" de Descansos, Interrupciones I) a la rabia y el desconsuelo (de carta a mi madre, por ejemplo) a esa sensación de vacío incesante que produce sobre todo Mundar (2007) una resignificación del término y de la palabra, en esa busqueda que como sostiene el mismo poeta "dice más de lo que calla y calla más de lo que dice"
La memoria, los recuerdos, el pasado que es suyo como es suyo el derecho a retornar a él, son ejes en la primera etapa de la poesía del exilio. de interrupcionesII escrito en varias locaciones de su primer exilio:
Bajo la lluvia ajena
Yo no me voy a avergonzar de mis tristezas, mis nostalgias. Extraño La callecita donde mataron a mi perro, y yo lloré junto a su muerte, y estoy pegado al empedrado con sangre donde mi perro se murió, existo todavía a partir de eso, existo de eso, soy eso, a nadie pediré permiso para tener nostalgia de eso.
¿Acaso soy otra cosa? Vinieron dictaduras militares, gobiernos civiles y nuevas dictaduras militares, me quitaron los libros, el pan, el hijo, desesperaron a mi madre, me echaron del país, asesinaron a mis hermanitos, a mis compañeros los torturaron, deshicieron, los rompieron. Ninguno me sacó de la calle donde estoy llorando al lado de mi perro.¿Qué dictadura militar podría hacerlo? ¿Y qué militar hijo de puta me sacará del gran amor de esos crepúsculos de mayo, donde la ave ser se balancea ante la noche?
No era perfecto mi país antes del golpe militar. Pero era mi estar, las veces que temblé contra lus muros del amor, las veces que fui niño, perro, hombre, las veces que quise, me quisieron. Ningún general le va a sacar nada de eso al país, a la tierrita que regué con amor, poco o mucho, tierra que extraño y que me extraña, tierra que nada militar podrá enturbiarme o enturbiar.
Es justo que la extrañe. Porque siempre nos quisimos así: ella pidiendo más de mí, yo de ella, dolidos ambos del dolor que el uno al otro hacía, y fuertes del amor que nos tenemos.
Te amo, patria, y me amás. En ese amor quemamos imperfecciones, vidas.
Roma, 9/5/1980
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