30 julio, 2007
05 julio, 2007
En la calle Lavalle
Estaba yo con mi tía en uno de eses cafés que existen a los montes en Buenos Aires, cuyas paredes externas son de vidrio, como vitrinas, y desde el otro lado nos miraba una niña con las manos en la ventana, grande ventana, más grande todavía si la ves en frente a una niña tan chiquita así, pelirroja y con la carita llena de pecas. La niña nos miraba y movía los labios pidiendo - Una monedita por favor, señor. No sé porque no hice nada. Me arrepiento de no la haber llamado pa comer algo con nosotros. Pa contarnos algo de su vidita, pobre vida olvidada por los gobiernos que son hechos por gente, dicen.