jueves, 27 de noviembre de 2008

cómo aguantaste... (medio de vuelta)

volví a viajar por esa carretera, te acordás?, era un fin de semana largo y salimos tarde, muy tarde, el viaje duraría usualmente unas 4 horas, había un tráfico espantoso así que, tres horas más tarde aún ibamos a la mitad. hacía calor y el carrito no tenía aire acondicionado, abrir las ventanas no ayudaba mucho así que te dije que me iba a quitar algo de ropa.
pero comencé por la parte inferior...
un rato más tarde estaba sin falda, sin tanga y sin blusa, me había dejado el brasier porque los carros pasaban algo cerca y así podían pensar que estaba en bikini, pero vos sabías que no.
me recosté un poco y pude sentir tu mirada sobre mis piernas y hacia arriba, bajaste la mano de la palanca y la pusiste sobre mi pelvis desnuda, el tráfico era denso y se movía despacio preguntaste si podías tocarme un poco.
tu mano buscó y encontró humedad, y pronto estabas tocando mi clítoris. ibamos solos y me sentía con libertad para gemir un poco, sabiendo que tu erección era total, disfrutaba haciéndote sufrir.
el tráfico se liberó y tuviste que usar ambas manos para manejar, entonces, ya sin carros a la par, me terminé de desvestir y recosté e asiento para masturbarme, te pedí permiso para hacerlo y dijiste que estaba bien.
gemí a mi gusto, me toqué con mucha calentura y tuve un orgasmo explosivo,tu me acompañabas tocando mis pechos y apretando los pezones, cuando podías, luego me quedé así desnuda porque aún faltaba media hora para llegar.
cada vez que podías, estirabas la mano para tomar un pecho, o meter los dedos en mi vulva, tu rostro estaba rubicundo y sabía que te morías por parar y darme un orgasmo con tu pene en mi vagina o pedirme una deliciosa felación para liberar esa fuerte erección que te incomodaba al manejar, te pregunté si querías parar pero estas carreteras no sirven para coger, demasiado peligro y faltaba tan poco...
puse mi mano sobre tu pelvis y acaricie tu pene, quería ponerme a lamerlo y me pediste que no lo hiciera, las curvas de la carretera eran peligrosas, pero seguías tocandome, cuando estabamos ya cerca te dije que me iba a vestir y aceptaste "no te pongás la tanga, dijiste, sólo la falda" y así seguiste tocando mi piel desnuda, metiendo tus dedos, haciendome desearte mucho más.
llegamos y percibí tu alivio, diez minutos de trámites y pasamos a la habitación, entonces pude darte gusto, pediste y te dí, lo que quisieras... al fin que ya traía varios orgasmos de ventaja.

lunes, 24 de noviembre de 2008

un poco de tiempo

nos leemos pronto...
eso espero.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

rutina

teníamos mucho tiempo de no coger, tu tiempo, mi tiempo, los compromisos y todo lo demás que llena los días pero no la vida.
sabía que venías y pasé varios días preparandome. sábanas frescas, blancas de seda, hacer las paces con la rasuradora y preparar el área.
perfume, tranquilidad...
primero había que cumplir con los compromisos sociales. ya sabes, ir a esa reunioncita a la que nos invitaron y que no podíamos dejar de estar. sentir tu mirada sobre mí en medio de todo ese entorno social, tus ojos y tu sonrisa. todo tu como siempre.
incluso tu leve enojo cuando me dijiste: "no crees que estás poniendote un poco borracha?".
no había música para bailar, nada que nos preparara más. llegar a casa y tomarnos un café, poner al día las historias y los cuentos, los enojos y las aventuras de estos últimos días. te veías cansado y pensé que nada pasaría.
me acurruque a tu lado y me abrazaste, levantaste mi blusa para poder tocar mi piel. siempre siento ese hormigueo cuando me tocas, mi cuerpo implora por más y tu te dejas ir, disfrutando el contacto, desnudandome por pocos, un sexo suave, sin prisas, al fin que tenemos toda la noche y muchas noches más.
hice lo que te gusta, primero una felación larga, quería poner tu pene lo más firme posible, borrar tu cansancio, pero también, estaba repitiendo lo que siempre hacemos, una vez más.
¿como decirte que no me cansa?, ver tu cara cambiar hasta el extremo de éxtasis, y tus manos que se acercan a mi cuerpo para tocarme. subirme en tí, sentirte adentro y escuchar la leve exclamación que sale de tus labios "que rico".
tu, siempre tu, tomando mis senos, lamiendo y mordiendo mis pezones, mis manos sobre la pared intentanto por milésima vez esas posiciones de libro que nos sabemos de memoria, un rato arriba, otro abajo, mordiendome y succionando mi clítoris, encontrando esos lugares que conoces tan bien.
mi cuerpo se llena de temblores, uno, dos, cinco, pierdo la cuenta de los orgasmos y mi mente vuela a aquellas noches cuando te imponías un record e insistías en darme todos los orgasmos del mundo. cuando me enseñaste tu forma de controlar a eyaculación hasta que sientes que me lo has dado todo. hasta que mis orgasmos se multiplican uno sobre otro con la sabiduría de tus manos, tu lengua y tu pene.
nada más bello que sentir que te dejas ir por fin, tu rostro se transfigura y un hondo gemido acompaña ese único orgasmo, me siento culpable pero tu estás feliz.
otra vez me acurruco en tus brazos, los conozco de memoria, y me duermo, como gata con dueño.

viernes, 14 de noviembre de 2008

fantasías robadas (otro post filosófico)

cuando las comencé a escuchar me parecieron bastante ruidosas. yo estaba leyendo y de espaldas a su mesa, así que no voltee a ver, no quería verme entrometida.
una conversación normal de mujeres, hijos, colegios, esposos y aquí se convirtió en algo interesante.
"ya tengo tres meses de no coger, y aquel no quiere ir al médico"
la dueña de esa voz se quejaba de una incapacidad del marido y luego agregó "lo peor es que me dió una infección urinaria, por estarme masturbando" y risas nerviosas, incluso un "jesús maría" otra voz dijo "pues hay dos tipos de mujeres: las que dicen que se masturban y las que no lo dicen" y más risas.
"vos porque sólo tenés virgenes los ojos" y la respuesta "no, la verdad es que soy virgen de la boca y del ano, no he tenido valor para hacerlo así". y la voz más tenue dijo "pues lo único que está prohibido en la biblia es el sexo anal", a lo que siguió una serie de preguntas sobre sus técnicas felatorias y ella contestaba "la verdad es que lo que más me gusta es que me lo hagan a mí"
mientras escuchaba expresiones de asombro y algunas de asco me moría de ganas de voltear a ver, esas mujeres discutían de sexo, pero algunas sonaban bastante expertas y otras sonaban de lo más mojigatas.
otra describió la forma en que le gustaba el sexo anal "es bueno para ti, y no pasa nada".
a estas alturas ya las había clasificado: una cristiana practicante que adoraba las felaciones y el cunilingus, una casada cuyo marido tenía problemas de erección, a él no le gustaban otras prácticas y por lo mismo se masturbaba compulsivamente, otra que era totalmente mojigata y pensaba que las mujeres debían estar quietas y la última, que adoraba el sexo anal y que aparentemente tenía un amante.
mi libro se quedó a la mitad, curiosidad, y además dudas, se atrevían a contar fantasías, casi todas clásicas: el amante salvaje, el chofer o el guardespaldas, de pronto una dijo: pues a mi me fascina "el graduado" y sería capaz de seducir al mejor amigo de Ernesto, es un chico guapísimo.
allí fué donde voltee finalmente, si, la señora tenía al menos 50 años, supuse que Ernesto era su hijo, las otras eran de más o menos la misma edad y se veían de lo más pulidas, no escotes, no minis, señoras que acababan de salir de la iglesia posiblemente.
afuera estereotipos, todos cogemos.

martes, 11 de noviembre de 2008

aprendiendo a coger

llegué a tu casa empapada, la lluvia era fuertísima y me sentía helada, me quité la blusa y me senté sobre tu cama, normalmente ir a tu casa, era ir a coger.
te quedaste en la silla, luego de colgar mi blusa, lejos de mi y comencé a sentirme incómoda.
después de un rato. parecía que no te provocaba mi seudo desnudez, así que me quité el brasier y la falda.
te reíste, "así que querés coger", pero no te acercaste.
hablamos un rato de tonterías, de pronto te acostaste en la cama a mi lado, vestido.
me besaste un rato, un beso suave, tierno, cariñoso. no podía creer que no te me abalanzaras, que siguieras a mi lado sin siquiera tocarme, tan distinto a otros hombres que hasta estarían mordiendo mis pezones en este momento.
de pronto tomaste mi mano y la colocaste sobre tu pelvis, sentí tu erección y quitaste mi mano inmediatamente.
"bien, si quieres coger, vas a tener que cogerme tu a mi"
cuando escuché aquello me sentí aterrorizada, tenía que quitarme cientos de años de enseñanzas, anular aquello del "eterno misterio femenino" convertirme en esa perra que todos quieren cogerse y lograr mantener lo que había iniciado.
te confieso que no sabía por donde comenzar, supongo que lo hice fatal, me desnudé, te acaricié, te besé, comencé a quitarte la ropa y entonces me retaste: "me voy a portar como vos lo hacés siempre, me voy a quedar quieto y a dejarme coger". me sentí molesta, ¿de verdad era tan pasiva? tenía que redimirme.
comencé con las manos, tu cuerpo se dejaba explorar, besé cada parte del mismo, intentando encontrar los puntos donde explotarías, implorando por tu reacción, deseando que sintieras lo mismo, totalmente excitada.
cuando sentiste que yo ya estaba deshinibida, te dedicaste a devolvermelo, tus manos exploraron mi interior, sentí que te mojaba mientras me acariciabas el clítoris con tanta hablidad que pensé que explotaría. esa forma de dejarte se me hizo tan sexy, tan completa, tan ideal, no tenía miedo y me diste todo el tiempo para calentarte y calentarme.
me invitaste a subirme y cogimos con una pasión que no teníamos antes. y ya no hubo camino de regreso, me enseñaste a coger.

martes, 4 de noviembre de 2008

Deep throat

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