Estamos
acostumbrados a ver en las paredes de la ciudad mensajes políticos, de
desengaño amoroso, denuncias y hasta ofertas de empleo; ahora parece que la
poesía también busca acomodo entre esos ladrillos manchados de aerosol. En
algunos puntos de la ciudad han comenzado a aparecer grafitis inusuales, de
frases literarias que exaltan el amor y el optimismo, hechos con letra negra
sobre fondo blanco, y que nos convierten inesperadamente en lectores de poesía
mientras aguardamos a que el semáforo ofrezca su cambio de luz. Descubro que
esta iniciativa llamada “Movimiento de Acción Poética”, surgida en México en
1996 y que se ha extendido por toda Latinoamérica con su lema “sin poesía no
hay ciudad”, busca hacer del arte un bien público, adornando las paredes de la
ciudad con grafitis de contenido literario.
Mucho
se ha dicho que en Guayana no es posible que prenda la poesía por ser este un
territorio de empresas, comercio y hormigón, pero ello no es excusa pues en la
literatura universal existen variados ejemplos de una poesía de la fábrica, de
la máquina, del obrero. Bastaría mencionar a Bertolt Brecht, a los futuristas,
a Víctor Jara cantándole a Manuel mientras salía para siempre de la fábrica...
El auge industrial no es motivo para limitar la actividad poética, sofocada en
realidad por otras causas como la escasa educación, la baja oferta cultural y
el uso inadecuado del ocio. Por ello, no hay ciudades ideales para el poeta. Indistintamente,
cualquier urbe sirve para buscar la belleza escondida entre sus pliegues de
asfalto. Hasta en el mismo Infierno pueden existir poetas, y Dante lo sabía
pues bajó guiado por uno, el laureado Virgilio. Guayana, Cielo para unos, Infierno
para otros, puede albergar poetas, y lo hace. Donde exista un grupo de seres
humanos, ahí nunca faltará la poesía.
En
nuestra ciudad se han hecho continuas actividades en procura del incentivo por
la lectura y la escritura de la poesía. Se han organizado recitales, concursos, pero
la idea que siempre queda en el ambiente es que es una actividad de pocos. Para
“masificar” la participación quizás deba pensarse en llevar la poesía a nuevos
contextos, como los centros comerciales, el mercado, las paradas de autobuses,
las perreras, los ambulatorios, las colas para adquirir algún producto, los hospitales,
las vallas. Despojar a la poesía de su solemnidad de “salas de arte” y hacerla
más cotidiana, más parte de la vida. Convertirla en grafiti, de ser posible. Sí,
en grafiti, pues la poesía, desde que nació frente a la fogata del recién
formado Homo sapiens, ha recurrido a
variados formatos como el chasquido, el trabalenguas, el canto, la danza, la
música, el video y las redes sociales para poder transmitir sus sonidos e
ideas.
El
grafiti, cuyas manifestaciones más longevas proceden de la antigua Grecia y
Roma, es hoy instrumento de contracultura que logra satisfacer la necesidad de
decir algo a alguien. Quizás lo que nos causa desajustes al ver un “grafiti
poema” es el darnos cuenta de que la literatura no es solo práctica de papel y
tinta, reservada para pocos, y que en cambio puede aparecer en cualquier vuelta
de esquina; o para decirlo en palabras de Jesús Martín-Barbero, tomadas de su
libro “La educación desde la comunicación”, la literatura y el saber en general
han sufrido descentramientos y deslocalizaciones que han hecho del mundo un
lugar de aprendizajes y encuentros, ya no reservado a la escuela, al museo o a
la biblioteca.
La poética de
una posible “literatura grafiti” tendría que señalar las características de la
brevedad y la mordacidad, propios de la práctica escrituraria del grafiti, y
además registrar la sorpresa y el asombro con la relación de temas u objetos
contrarios, como querían los simbolistas y surrealistas. La “literatura
grafiti” es una práctica literaria influenciada además por la brevedad de las
redes sociales, del mensaje de texto, y de la velocidad de consumo a la que
está situado el lector contemporáneo.
Sí, en mi opinión estos grafitis pueden ser considerados como literatura
y quizás pronto veamos algunas antologías de sus manifestaciones.