Hacía mucho tiempo que no se miraba al espejo. Tal vez de pasada, el reflejo en la ventana, o en algún escaparate. En la puerta del patio, donde el portero pasaba las horas leyendo revistas y propagandas y la saludaba con un Hola señorita y acariciaba a su perra, siempre comentando lo preciosa que era.´
- Te la cambio por mi moto.
El portero se murió de cáncer de la noche a la mañana, pero ella continuó sin mirarse al espejo, si acaso de pasada, el reflejo en la puerta del patio, o en alguna ventana, la devolvía a la tierra.
- Sí,sigo aquí.
Sin saber por qué pisar el suelo, sin saber por qué los cigarrillos habían de consumirse en su mano sin ser apagados en su propia piel, mintiendo en el trabajo acerca de sus propias habilidades y posibilidades. El cabello crece casi muerto y la implacable serenidad de la noche la vacía por dentro, cada segundo, cada minuto, cada hora.
Él no la visitaba desde hacía casi un año. El tiempo pasa deprisa cuando no es medido, cuando no importa demasiado ya. El tiempo no es más que un compañero silencioso, al que se acaba reconociendo en horarios establecidos, que al final se pierden en la realidad cotidiana. Digamos que ella SABÍA que hacía casi un año, pero no lograba encerrar en el puño todos los momentos que la habían llevado hasta el presente.
Bebió una coca cola encerrada en el baño. La perra olisqueaba la rendija de la puerta, tratando de salvarla, de salvarse en definitiva.
Fumó un cigarrillo y esperó a que se hiciera de noche.
Por la ventana vio una procesión de mujeres de luto trás un coche fúnebre.
La estación había llegado a su fin.
Las mandarinas rodaron por el suelo. ´
Nadie se las come, caen sobre la acera.
Cuando el silencio me ahoga, enciendo la radio y me llegan de un planeta lejano voces que apenas comprendo: ese mundo tiene su tiempo, sus horas, sus leyes, su lenguaje, preocupaciones, diversiones que me son radicalmente extraños.
Simone de Beauvoir.
Dogs - Descargar
lunes, 28 de noviembre de 2005 | Por safrika señorita a las 9:28 p. m.
No puedo escribir aquí cuando escribo en serio.
Por safrika señorita a las 10:16 a. m.
"Cuando se escribe en serio, es al revés: es el tema que lo elige a uno. Y no debés escribir una sola línea que no sea sobre la obsesión que te acosa, que te persigue desde las más enigmáticas regiones, a veces durante años".
Ernesto Sábato
Por safrika señorita a las 10:11 a. m.
Sácame de aquí.
¿Dónde dejaste el arma? ¿Y el cenicero?
Tira la ceniza al suelo.
Provócame.
Por safrika señorita a las 10:10 a. m. 0 pulsaciones
sábado, 26 de noviembre de 2005 | Por safrika señorita a las 3:29 a. m.
Por safrika señorita a las 3:27 a. m.
Con la vieja moto fuimos a robar panochas
tu me decías que el camino no acababa nunca que parecía que
se repitiera una y otra vez.
Todo eran naranjos.
Habíamos fumado esa hierba tan buena de tu primo
y teníamos hambre así que la mejor opción
era robar las mazorcas y asarlas en tu casa
hacer unas brasas y después acostarnos con la ventana abierta
yo mordiéndote las manos y tú haciéndo figuritas con el dedo en
mi barriga.
Pastor nos recordaba a Victor French.
Por safrika señorita a las 2:55 a. m.
Mi cabeza es un gran desierto de azul y muerte tonta
después de todo
aún está el irremediable paseo por tu boca
las cosas que faltaron
y mi triste cabeza, haciendo así, hacia los lados
un movimiento repetitivo y tonto
como si nunca nunca nunca
pudiera ya despertar
de haber dormido contigo
sudando las sábanas con dibujo infantil.
Por safrika señorita a las 2:52 a. m.
Te recuerdo respirando.
Parece estúpido pero en realidad
es todo.
Respirar. Recordarte así.
Viviendo.
Por safrika señorita a las 2:49 a. m. 1 pulsaciones
De este blog http://orsai.bitacoras.com
by Hernán Casciari
Viernes 23 de Septiembre
El tipo aburrido de la mesa del fondo
En las fiestas de casamiento yo soy el que se queda solo, sentado a un costado de la mesa, mientras los demás bailan fingiendo que son un trencito. Yo soy ése porque en la vida hay roles que debemos cumplir. Alguien debe ser el borracho que da vergüenza ajena, y alguien tiene que ser la yegua omnipresente con el vestido rojo, y alguien tiene que ser el novio, y alguien tiene que ser la bisabuela que fuma, y alguien tiene que ser un primo que vino desde Boston especialmente a la boda. Yo soy el aburrido de la mesa del fondo. Y no me quejo.
En realidad sí me quejo, pero no en ese momento, sino cuando me llega la invitación, unas semanas antes. En general mi vida es tranquila, previsible y cómoda. También solitaria. La llegada de una invitación indeclinable a lo que sea funciona en mi cabeza como si me echaran encima una bolsa de mierda. Me tambalea cualquier invitación. Pero las que tienen que ver con una fiesta, y de casamiento, me desmoronan.
Hay personas que tenemos una enorme dependencia del futuro inmediato, que vivimos gracias a la certeza de que ocurrirán pequeñas maravillas en poco tiempo. Por ejemplo: yo sé que en menos de once meses hay un Mundial, y muchas veces me levanto de la cama sólo por eso. O porque mi hija en cualquier momento conversará conmigo. Son detalles luminosos. Tener que ir a una fiesta de casamiento dentro de dos semanas me predispone en sentido contrario. Me amarga la vida, la llena de tormenta.
No me preocupa la idea de conseguir un traje, ni de tener que hacer un regalo. Ni siquiera pienso en eso porque ya alguien lo hará por mí. Me agobia saber que tendré que estar allí esas cuatro horas. Es únicamente eso: la sensación de pánico que me produce ver tan de cerca al ser humano convertido en trencito.
Intentaré ser claro: las tres deformaciones humanas que más miedo me dan en todo el mundo son los borrachos que te agarran, la gente grande que te cuenta chistes y los parientes lejanos.
Las fiestas de casamiento son un lugar en el que, por alguna razón misteriosa, se juntan estos tópicos nefastos. Incluso tengo un tío segundo que, él solito, cumple los tres roles maléficos de ser borracho, sospecharse gracioso y llevar mi ADN, todo al mismo tiempo.
Después de días de masticar la impotencia de tener que ir, cuando finalmente llego a la fiesta toda mi angustia se desvanece. Como dije, funciono a base de futuros felices. Y una vez que estoy ahí, con un traje horrible, con una sonrisa falsa, descubro que al día siguiente todo habrá pasado y volveré a mi vida de serenidad. Eso me alivia mucho, y desarrollo mi rol con cierta dignidad apresurada.
Mi rol en los casamientos, como dije al principio, es convertirme inmediatamente en el aburrido de la fiesta. Esto consiste, principalmente, en no reírle los chistes a nadie, en no emborracharme, en no participar en las conversaciones masculinas que giran en torno a cogerse una prima de la novia, y en no bailar ni a punta de pistola. También consiste en mirar con los párpados entrecerrados los ritos que ocurren a cada hora: el vals, la liga, la torta, el ramo, el saca la mano antonio, el cuñado gracioso y la invitación a tomar merca de un tipo que en la vida diurna te parecía respetable. Yo nada. Impertérrito. Mi función consiste en fingir que no estoy allí.
Como todo el mundo sabe, cada rol tiene un antagonista. Por ejemplo: la señorita que ocupa el rol “yegua omnipresente con vestido rojo”, que por lo general es una separada joven que, mires para donde mires, la ves bailando; tiene su antagonista en el tipo grande que cumple el rol de “baboso con corbata en la cabeza que se sospecha inmortal” y que está siempre con un vaso de wisky porque asegura que le ha pagado al mozo para que le sirva del bueno.
Por tanto, y al igual que en la dramaturgia clásica, hay roles pasivos y roles activos. La yegua de rojo y yo somos pasivos: estamos ahí para ser vistos y que los demás no intuyan que falta algo. Los roles activos, en cambio, están en las fiestas para ser sentidos y padecidos.
El baboso es un antagonista activo y debe molestar a la yegua. Está escrito. Su consigna secreta, su tarjetita del TEG, dice: “Ocupá seis países de Asia o cogéte a la de rojo en un ligustro”. Y el baboso con corbata en la cabeza va hacia donde lo manda el instinto natural.
Yo también tengo un antagonista activo, y lo digo con pesar. Se trata de la simpaticona medio borracha que quiere sacar a bailar al aburrido. Ésa es su consigna en la fiesta. Sacarme a bailar; a toda costa.
Las chicas que cumplen el rol de “simpaticonas” no tienen ganas de bailar conmigo, ni de bailar a secas: ellas lo que quieren es convertirse en la que logró un imposible a base de simpatía. La simpaticona quiere demostrarle al mundo que yo no bailé con la yegua, ni con la novia, ni con nadie más que con ella. Y usará todas sus armas, que en general son siempre las tetas y su premeditado vaivén, para conseguirlo.
No habrá excusa válida, no habrá argumento lógico, no habrá nada que la detenga durante toda la reputísima noche. La chica que quiere sacarte a bailar es capaz de sacrificar su orgullo, es capaz de malgastar cuatro horas de su vida diciendo la palabra "dale", con tal de hacerte la vida imposible.
Debo decir, con cierta vanidad, que hasta el día de hoy ninguna simpaticona lo ha logrado. Y conste que en ocasiones simpaticona y yegua conviven dentro de un mismo cuerpo físico. Pero mi voluntad en los casamientos es de hierro; es lo que tengo. Nunca he bailado. Nunca he sonreido. Sólo he fumado como un escuerzo, he bebido cocacola y he mirado el reloj hasta que alguien me ha dicho la frase redentora: “Voy para el centro, si querés te acerco”.
Otro antagonista directo de mi rol es el “denso al que todo el mundo le escapa”. Este papel infame suelen desarrollarlo mucho los cuñados, los funcionarios administrativos y los maridos cornudos. Son tipos normales hasta que promedia la cena, pero se conoce que el vino tinto los desquicia. Una vez que el tipo descubre que nadie más le ríe los chistes, y que por donde él pasa se hace un hueco, ve en el fondo del salón a la única presa sentada. Soy yo. Entonces viene, se invita, y empieza.
El denso generalmente está erecto. Me cuenta chistes sexuales, me saca un cigarro del paquete, me pega palmadas amistosas. Yo aprieto los dientes y miro la hora, porque sé que falta poco para que la simpaticona vuelva a intentar llevarme al baile. Es lo que llamo, en términos científicos, “simplificación de antagonistas”.
Cuando llega la simpaticona y yo le digo que no por enésima vez, el denso erecto borracho le enfoca las tetas vaivén, le dice groserías de albañil en hora punta y me la espanta. Una vez que la simpaticona se ha ido, miro al baboso como si fuéramos amigos de toda la vida y pronuncio la frase salvadora: “Esa mina está con vos, ¿viste cómo te miraba?”, y entonces él también se va a buscarla, y así los dos antagonistas naturales me dejan por fin solo, con mi sufrimiento ancestral. Sé muchísimos trucos como ése.
Y también hay muchos otros roles. Y todo el mundo tiene su antagonista pasivo o activo. Y podría seguir hasta que me caiga desmayado de dolor. Pero yo creo que, en el fondo, no elegimos estos papeles secundarios, sino que nos vienen de fábrica. Incluso el rol “novio” y el rol “novia” forman parte de un staff de personajes involuntarios. Incluso el rol “discjokey”. Todos.
Están allí, riendo, y ya son casi las cinco de la mañana... Siguen haciendo el trencito, beben, gritan, sospechan que se divierten. Cientos de personas oyendo una música que jamás pondrían en su propio tocadisco, bailando de una manera que no tiene gollete, brindando por cosas que no son la verdad.
Todos ellos, y yo también, estamos allí componiendo la coreografía del caos. Tenemos un mandato y lo cumplimos. A la yegua le ha tocado sacar a pasear un lomo, al consuegro le ha sido dada un chaleco enorme con reloj de oro, a los niños los han vestido idénticos y les han dicho troten alrededor de las mesas pegando alaridos, a una gorda le han dicho que llore porque no ha conseguido el ramo, a un morocho le han dicho vos poné el toque étnico, a un tarado le han propuesto que no lleve traje sino vaqueros para demostrar algo... Y a mí me dijeron andá a ese casamiento que necesitamos un aburrido; andá, sentate al fondo y pensá con resignación en quiénes somos y por qué vivimos.
Y no me quejo, porque alguien tiene que hacerlo: la vida sería un disparate si todos, absolutamente todos, fingiéramos al mismo tiempo que somos un trencito de imbéciles bailando la conga; si nadie se quedara quieto en la oscuridad, con gesto incrédulo, sintiendo fascinación por la condición humana.
miércoles, 23 de noviembre de 2005 | Por safrika señorita a las 2:01 a. m.
CERRADO
POR
SECRETO
Por safrika señorita a las 1:59 a. m.
Corazón mutante
entre hilos y otras cosas pequeñas
precisas, con nombre
Tan rápido volando hasta tu casa
corre, imbécil, corre.
¿qué otra cosa podrías hacer?
- pregunto -
Por safrika señorita a las 1:57 a. m. 3 pulsaciones
CERRADO
POR
DERRIBO
viernes, 18 de noviembre de 2005 | Por safrika señorita a las 9:06 p. m. 3 pulsaciones
Henry Miller- Fragmentos
Una buena comida, una buena charla, un buen polvo, ¿hay acaso mejor forma de pasar el día? No había gusanos que devorasen su conciencia, no había preocupaciones que no pudiese quitarse de encima. Flotaba con la marea, y nada más. No engendraría ningún niño, no contribuiría en nada al bienestar de la comunidad, no dejaría ninguna marca al pasar por este mundo. Pero, dondequiera que fuese, haría la vida más fácil, más atractiva, más fragante. Y eso no es poca cosa.
El suyo era el típico encanto frío y seductor de la mujer nórdica, donde el remilgo y la lascivia luchan por la supremacía. Yo sabía que ella quería que le hablase de amor. Di lo que quieras, y has lo que quieras, pero utiliza el lenguaje amoroso, las palabras fascinantes, románticas, sentimentales, que ocultan la fea y desnuda realidad del asalto sexual.
–Tú sabes, Val, que las cosas nunca van a ser fáciles para ti. Si no soy yo quien te hace desdichado, será algún otro. Te buscas dificultades. No te ofendas; quizá necesitas sufrir. El sufrimiento no te matará, eso puedo asegurártelo. Suceda lo que suceda saldrás siempre del paso. Eres como un corcho: se te empuja al fondo y vuelves a subir. A veces me asustan las profundidades a que puedes hundirte. Yo no soy así. Mi fuerza ascensional es física, la tuya es... Iba a decir espiritual, pero no es eso exactamente. Es animalista. Posees una fuerte contextura espiritual, pero en ti hay también más del animal que en la mayoría de los hombres. Tú necesitas vivir, vivir a toda costa... ya sea como hombre, como animal, como insecto o como germen.
Liberarse del cautiverio del amor, quemarse como una vela, derretirse en amor, fundirse con el amor, ¡qué felicidad! ¿Es eso posible para criaturas como nosotros, que somos débiles, orgullosos, vanos, posesivos, envidiosos, celosos, inflexibles, implacables? Es evidente que no. Para nosotros es la carrera de ratas... en el vacío de la mente. Para nosotros la condena, la condena interminable. Creyendo que necesitamos amar, dejamos de amar, dejamos de ser amados.
Pero inclusive nosotros, por muy despreciablemente débiles que seamos, experimentamos ocasionalmente algo de este amor verdadero y desinteresado. ¿Quién de nosotros no se ha dicho a sí mismo en su ciega adoración de alguien que está fuera de su alcance: "No importa que nunca sea mía. Lo único que importa es que exista y que pueda honrarla y adorarla eternamente"? Y aunque ese modo exaltado de ver las cosas sea insostenible, el enamorado que razona así pisa terreno firme. Ha conocido un momento de amor puro. Ningún otro amor, por sereno y duradero que sea, puede compararse con él.
domingo, 13 de noviembre de 2005 | Por safrika señorita a las 11:31 p. m. 4 pulsaciones
Lo más recomendable sería magnificar la sombra.
Extender la pestaña, recomendar siniestros.
Después, tumbado en el baño, con los brazos abiertos
como un cristo de circo
rezumar humedad de sarcófago y vientre de madre primeriza.
Lo mejor sería, guardarse en cajas en otoños
en superficialidades aéreas
como máquinas de escribir, o ladrillos o inmensas arcas
donde esconder tesoros.
Lo mejor sería, caer, ladrar
acariciar la esencia
morder la esquina.
(de un diario secreto)
Por safrika señorita a las 2:07 a. m. 0 pulsaciones
Cuando paso con mi coche amarillo por la parte ancha de esa calle llena de comercios, y veo esos carteles. 24 horas, video club, todo a cien, congelados Marta, zapateria Key.. me pregunto si acaso mi vida sería ahora tan diferente enrollada en tus sábanas.
Y creo que
Nada pueden hacer 344,0 Km por mi.
jueves, 10 de noviembre de 2005 | Por safrika señorita a las 8:44 p. m.
Todo es inexacto cuando desde Cochabamba, Bolivia
me extiendes la mano.
Y estoy segura de que fumas cigarrillos
y miras al cielo
-Yo no busco nada, sólo acariciarte- dijiste aquel día
entre Madrid y La Línea.
Cabíamos bajo el mismo techo, y quise irme contigo a
Medellín, dónde tenías una casa vieja llena de trastos y
medallas en natación. Para que por las noches me contaras cuentos
para hacer excursiones al mismo centro de tu boca.
Después escribiste desde alguna parte de la Bahía de Algeciras
y te dije
que a partir de ahora yo viviría en Barcelona.
Tampoco lloramos.
Ahora desde Cochabamba, extiendes tu mano.
Y Bolivia. Bolivia.
Bolivia.
Yo sigo aquí.
No hay Barcelona.
Bolivia.
: )
Por safrika señorita a las 8:31 p. m. 0 pulsaciones
No hay mal que por bien no venga.
Si va a venir Abraham...
sábado, 5 de noviembre de 2005 | Por safrika señorita a las 6:16 p. m.
Ayer estuve en el cine viendo la película de Camaron. Me encantó igual que me gustó compartir cine por primera vez con tantos gitanos. La película se volvió al minuto de empezar, interactiva. Lo pasé bien. Rei y lloré. La leyenda del tiempo me pone los pelos de punta. Me gusta la falta de ataduras a las convenciones sociales supongo que de algún modo lo siento antes que lo pienso. Me gusta dejarme llevar por mi corazón.
Estoy muy triste hoy. Tengo la desazón del tonto. No me importa el dinero. Nunca me importó demasiado. Es esa falta de humanidad y esa forma de hacer las cosas, egoista y serpenteante, la que me abruma. En realidad no me apetece salir del cuarto, y no lo haré, pero he dejado la puerta abierta y he puesto la música muy alta. Al fin y al cabo esta es mi casa. Ahora es más mi casa que ayer. No me importa que pueda molestarle, ni por qué, ni siquiera cuando. Sólo es una persona que se irá. Una persona que me ha dejado tirada, y que se comporta de modo egoísta y ruin. Me siento mal porque no me gusta sentir estas cosas negativas.
Salí hoy del coche con la mochila pensando en que en realidad el género humano merece muy poco respeto. Y sinceramente, no pensaba lo mismo de mi. A la vez pensaba si es que acaso soy tonta, que todo el mundo me toma el pelo. "Carne de cañón" como diría el tonto ese de la polla grande que nunca me meterá.
El caso es que al final siempre acabo por ser quien llora o quien se siente mal, quien ha de calibrar la decepción para que esta no le hunda con un peso increible.
Ultimamente todas las personas que me rodean o me han rodeado parecen haberse anclado en un modo de hacer las cosas egoísta y bastante decepcionante. Creo que yo no me he comportado de esa manera con nadie, muy al contrario mi comportamiento para con los demás es en general bastante confiado y naturalmente bueno.
No pienso volverme una persona egoísta y sepultada en intereses estúpidos que van muy por debajo de valores como la amistad, el amor, el respeto. Sólo porque los demás se comporten así nunca voy a hacerlo yo, porque no es mi forma de ser, porque me niego a quedar también sumergida en una forma de vivir y actuar en la que no creo. Y que ahora parecer primar entre la gente.
Barrer pa dentro está de moda.
Yo soy una buena chica, y aunque muchas veces siento rabia y puedo ser muy doliente, no soy traicionera. Eso es lo último.
Supongo que cada uno tiene que apañárselas con su conciencia.
Y a mi "parece que no me molesta"
Por safrika señorita a las 4:15 p. m. 2 pulsaciones
Es raro. Me duele la cabeza a ratos. Tal vez necesito gafas. Hoy es mi cumpleaños.
Me he hecho unas fotos y en una se ven perfectamente las arruguitas esas de alrededor de los ojos. Me gustan aunque no me gustan. Supongo que tengo que acostumbrarme. Me gusta ser quien soy.
Siempre lloro cuando es mi cumpleaños.
jueves, 3 de noviembre de 2005 | Por safrika señorita a las 9:12 p. m. 0 pulsaciones
martes, 1 de noviembre de 2005 | Por safrika señorita a las 10:27 p. m.
He ido al cine y he ordenado el escritorio. Lo del escritorio ha sido después de mirarte comer en esa cafetería y besarnos en la oscuridad. Antes había mirado detenidamente ese libro de "Forbbiden erotica" que compré en Futurama, y también había fumado al menos doce cigarrillos mientras en el equipo sonaba Louis Amstrong y i´m in heaven una y otra vez. Creo que me he corrido tres veces, si no han sido cuatro mientras pensaba en ti. Porque aunque no quiera al final siempre está la polla no demasiado grande y tu cabeza embistiendo contra la mia, aprentándome la frente, dejándola roja y entumecida.
No quiero trabajar, no quiero seguir llenando mi tiempo de segundos sin ti.
El músculo que ayer estaba tenso, hoy revienta, el mundo se silencia, en mi cabeza sólo estás tú.
Invariable, como el segundero de ese reloj antiguo.
Por safrika señorita a las 10:08 p. m. 1 pulsaciones
Palabras que no nos gustan.
Dime tus palabras odiadas pinchando aquí, voy añadiendo las que me enviais.
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