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La maravilla de Internet


Llevo muchos años con un blog abierto (creo que este hace diez este año, o los ha hecho ya, vamos) y bastantes en las redes sociales, aunque no fui de las primeras en meterme en ninguna de las dos cosas. Estos días me estoy dando cuenta de que he tenido una suerte tremenda, porque rara vez me he encontrado con un troll o un anónimo de esos que te machacan la cuenta de Twitter o te inundan el blog con comentarios negativos; creo que una vez tuve uno, que no llegaba ni a troll, a quien espanté poniendo el control de los comentarios en marcha. Si alguien me toca las narices en Twitter, lo bloqueo o dejo de seguir, porque no me gusta crear polémica con tonterías. Insisto, rara vez me ha pasado. He tenido suerte.

Yo creo que es porque mi interacción en la red es la que espero de los demás, o sea, una relación de beneficio mutuo. Si lo que escribes me interesa y me parece que añade valor a mi vida y a la de los demás, voy a compartirlo siempre que pueda; si puedo hacerte un favor con un solo clic, cómo decirte que no. Eso de que "siembra y recogerás" se percibe también en las redes sociales o en los blogs, donde prestas más atención a esa persona que, sin conocerte de nada, ha compartido algo que tú has dicho, o ha comentado, o ha indicado que era interesante de alguna manera. No es favor por favor, o al menos yo no lo entiendo así. No es un "me sigues y te sigo", es un "te sigo porque me interesas y quizás yo también te interese, porque tenemos formas de pensar muy parecidas". Y así vas haciendo una pequeña familia, y llega un momento en el que te das cuenta de lo maravilloso que es tener esa pequeña familia en Internet.

Ese momento ha llegado para mí estos últimos días. El viernes, la estupendísima Dsdmona, a quien "conozco" virtualmente desde que abrí el blog, tuvo a bien escribir una reseña sobre Armarios y fulares en su blog. Me hizo una ilusión especial porque tenemos unos gustos muy parecidos en lo que a libros se refiere y coincidimos en muchos otros temas (ergo, nos seguimos mutuamente, claro). Además era la primera vez que alguien compartía su opinión del libro en la web, y no tuve que correr a esconderme bajo ninguna piedra. No estoy acostumbrada a que la gente me diga lo que piensa de mis escritos, pero con Dsdmona la experiencia fue genial. Cómo no quererla.

Y el lunes (el día que escribo esta entrada) llegó la reseña de Hedwig Kudo para Bloggerizados, un blog de reseñas que os recomiendo si estáis buscando nuevas lecturas (igual que el de Dsdmona, claro). Les escribí pidiéndoles el favor de reseñar la novela sin que me conocieran de nada, ni nos seguíamos ni habíamos intercambiado nunca ningún mensaje (aunque yo ya tenía fichado el blog desde hacía meses), y Hedwig me hizo el favor no solo de leerse el libro y darme su opinión (algo muy valioso cuando no has tenido una editorial que te diga que sí, que tu libro tiene calidad suficiente para ser publicado), sino de publicarla en el blog. Y encima es una señora reseña que me ha hecho una ilusión tremenda, porque, al igual que Dsdmona, ha captado cosas que yo ni siquiera era consciente de estar escribiendo.

Por supuesto, la gente que me conoce personalmente también me está dando su opinión, igualmente válida aunque no sea pública porque lo que yo busco ahora es saber si he hecho las cosas bien, pero el hecho de que gente que no me conoce, que no me debe nada, que no sabe de mí más que mi nombre haya hecho un esfuerzo por ayudarme significa mucho para mí. Y desde aquí quiero mandarles un beso a las dos, y a todas aquellas personas (como la compañera de trabajo esta mañana, que me ha hecho subir las escaleras a saltitos) que me está diciendo lo mucho que les gusta y lo están disfrutando. De verdad, no os hacéis una idea de la ilusión que me hace.

Eskerrik asko guztioi! ¡Gracias! Thank you! Gràcies!