No llegó hasta las 15:30 la increíblemente larga eclosión que duró nada menos que una hora y media, tiempo que gastamos, con poco éxito, en buscar los ansiados anillos de las cebas en un río muy corto de agua . No fue hasta casi el final cuando encontramos dónde estaban colocadas pudiendo por fin disfrutar de la generosidad que siempre me regala este querido río.
Os muestro las fotos que espero os gusten.
PD. Las dos últimas fotos y por lo tanto las capturas, son de mi amigo Manuel Cuartero fechadas tres días antes en el mismo lugar.