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China - Duros enfrentamientos en el "pueblo de la Democracia"
Posted by Nuestra publicación: on jueves, septiembre 15, 2016
China - Duros enfrentamientos en el "pueblo de la
Democracia"
14/09/2016
Los manifestantes desafían la represión
Reporteros de chinaworker.info
Wukan en el sur de China, es descrito como una "zona de
guerra" después de que cientos de policías fuertemente armados cayeron
sobre sobre el pueblo esta semana, asaltando casas durante la noche, deteniendo
a decenas y luego se enfrentaron a los manifestantes con gas lacrimogeno y
balas de goma. La represión, aunque ordenada por autoridades de nivel inferior,
es la última señal de que China ha entrado en una "edad de hielo" de represión
bajo Xi Jinping, que está enfrascado en una lucha de poder de alto nivel feroz,
al presidir las detenciones masivas de disidentes y niveles de censura sin
precedente de los medios de comunicación y de Internet.
"La mayoría de las personas se asustaron muchisimo",
dijo una persona a James Pomfret de Reuters. "... Esta vez fue una represión
salvaje. Se lanzaron contra todos, los persiguieron hasta en sus casas,
golpeando a la gente ".
Wukan fue conocida en todo el mundo como "el pueblo de la
democracia en China" a raíz de las protestas masivas hace cinco años
exigiendo el fin de la apropiación de tierras y el castigo de los funcionarios
locales corruptos. Estos eventos capturaron la imaginación de la gente en todo
el mundo. En diciembre de 2011, el enfrentamiento en Wukan forzó inusuales
concesiones de los representantes de la dictadura china de Guangdong de nivel
provincial. Muchos comentaristas de los medios en el momento teorizaron que
Wukan se había convertido en un "modelo" para la reforma democrática
en China.
Bajo la presión de un movimiento de masas locales decidido y
bien organizado, con señales que esto podría extenderse a otros pueblos que enfrentan
injusticias similares, el Régimen del
Partido Comunista (CCP) se batió en retirada política táctica. Los líderes de
la protesta detenidos fueron puestos en libertad y un acuerdo fue alcanzado
para celebrar elecciones en las aldeas locales, que tuvieron lugar en marzo de
2012. Lin Zuluan, un veterano funcionario local CCP, se convirtió en el primer
jefe del pueblo elegido. ex funcionarios de la aldea de Wukan, acusados de
connivencia con los desarrolladores de la tierra y el robo de tierras de los
aldeanos, fueron retirados y colocados en otras posiciones.
Sin embargo, la frustración ha crecido desde el histórico
acuerdo de 2011, ya que el problema de la tierra sigue sin resolverse. La
represión aumentó, con dos concejales electos del pueblo de Wukan forzados a
buscar asilo en el extranjero, y el consejo elegido encontró que era impotente
y que las autoridades superiores han limitado sus fondos y saboteado sus
intentos por cumplir sus promesas a los votantes.
El rápido avance de ese año y las primeras esperanzas de
Wukan ahora han sido descontimuadas cruelmente. Lin de 72 años de edad, fue
detenido en junio y el 8 de septiembre fue condenado a 37 meses de cárcel por
corrupción (supuestamente por la aceptación de $ 88,000 en sobornos para
transacciones de tierras). Pocos en Wukan creen en estos cargos que tienen
todas las características de una incriminación por el PCC, incluyendo una
"confesión" televisada por Lin mucho antes de su aparición en la
corte. Este es un truco utilizado en varias ocasiones y hoy en día se conoce
como "prueba de circuito cerrado de televisión". Lin lo que en realidad
hizo fue aumentar el nivel de confrontación con las autoridades del PCCh,
reflejando cada vez más las frustraciones de los residentes de Wukan 'y amenazando
con relanzar el movimiento de protesta de 2011. Lin fue detenido el día antes
de dirigirse a un evento masivo convocado en Wukan convocado para discutir este
tema.
Después de juicio-montaje de Lin, el pueblo de Wukan
intensificó su acción de protesta. Los pescadores fueron a la huelga la semana
pasada y las tiendas han cerrado con la población organizando lo que equivale a
una "huelga general" local. Se han llevado a cabo manifestaciones
diarias para exigir la liberación de Lin.
Los ecos del «4 de junio»
Los ojos del mundo están siendo testigos de una brutal
represión policial - una versión a escala más pequeña de los acontecimientos
del «4 de junio» (la matanza de 1989 en Beijing). Informes desde el interior
del pueblo hablan de muchos residentes lesionados que temen salir de sus casas
para recibir atención médica por miedo al arresto. Hay informes no confirmados
de víctimas mortales. La mayoría de los informes de los medios están bloqueados
con la maquinaria de censura del régimen en juego. Las autoridades amenazan con
penas severas a los usuarios de Internet que difundan "información
falsa" sobre Wukan. La policía ha publicado fotos de cinco líderes de la
protesta y se ofreció una recompensa de 100.000 yuanes para obtener información
sobre su paradero.
La policía antidisturbios se trasladó a Wukan en las primeras
horas del martes 13 de septiembre para poner fin a las protestas. Asaltaron las
viviendas a las 3 am haciendo 13 detenciones. Esto dio lugar a una
confrontación cuando la población local se movilizó para protestar por la
acción policial. Tuvieron lugar confrontaciones después del amanecer con la
policía disparando balas de goma y gases lacrimógenos contra la multitud. Los
residentes locales informaron que la policía tomó posiciones en los tejados y
dispararon botes de gas para dispersar a la gente en las calles de abajo.
Fotos que han circulado en las redes sociales fuera de China
muestran aldeanos con lo que parecen ser heridas de bala de goma. Declaraciones
de Lufeng, el municipio que gobierna Wukan, culpan de los disturbios a
"elementos ilegales" y el temor ahora es que una represión de largo
alcance mientraso Wukan está bajo 'bloqueo' con controles policiales armados en
cada entrada del pueblo y un estado de excepción de facto. El agua y el
suministro de energía eléctrica de la localidad ha sido cortado.
"El modelo de la democracia Wukan pueblo está
muerto", dijo a la BBC Stephen McDonell basado en el sur de China. Se están
llevando a cabo protestas en Hong Kong y es de esperar en otras partes del
mundo para mostrar su solidaridad con la lucha del pueblo de Wukan. Las duras
lecciones de estos eventos tienen que ser aprendidas con el fin de construir un
movimiento a través de China que pueda desafiar y derrotar a la dictadura
represiva de un solo partido.
Agosto de 1936: inician los juicios de Moscú, fusilamiento de la vieja guardia bolchevique
Posted by Nuestra publicación: on domingo, agosto 28, 2016
Por Maximiliano Cavalera
Entre 1936 y 1938 el dictador José Stalin inició los denominados juicios de Moscú, en donde se “juzgó” y fusiló a toda la vieja guardia del Partido Bolchevique. Quienes habían sido opositores fueron acusados falsamente de conspirar con los países imperialistas para restablecer el capitalismo en la U.R.S.S. y de planificar el asesinato del propio Stalin.
Inician las purgas dentro del partido
El 14 de Agosto de 1936, un comunicado en las paredes de Moscú, anunciaba lo que sería el inicio de los “Juicios de Moscú”, fueron llevados a juicio 16 miembros del supuesto “Centro trotskista-zinovievista”. Nombres como Lev Kamenev y Gregory Zinoviev, que pocos años antes evocaban junto al de Lenin, la construcción del partido y del Estado Soviético, eran acusados de planear el asesinato de Sergey Kirov, Iósif Stalin y de los peores crímenes en contra del primer Estado Obrero.
Después de 10 meses en las prisiones de la policía secreta, en donde se realizaron juicios simulados, fueron llevados a audiencias públicas, en donde presionado por sus verdugos, Zinoviev “confesaba”: “Estábamos llenos de odio contra el Comité central del partido y contra Stalin. Estábamos convencidos de que era necesario a cualquier precio que los dirigentes fueran sustituidos, y sustituidos por nosotros de acuerdo con Trotsky” (Los Procesos de Moscú, Pierre Broué). El mismo dialogo tenia Kamenev, quien declaraba: El complot terrorista fue organizado y dirigido por mí, por Zinoviev y por Trotsky (Idem).
Luego de “confesar” su participación en la conspiración, todos fueron condenados a muerte y ejecutados.
Los juicios de Enero de 1937
En enero de 1937 se realizaron los segundos juicios de Moscú, en esta ocasión 17 fueron los acusados, estos eran de menor rango que los de Agosto de 1936, entre ellos se encontraba Karl Radek, Grigori Sokólnikov y Yuri Piatakov.
El acta de acusación en contra de los 17 acusados del proceso Piatakov, declara que la instrucción del primer proceso ha probado que, paralelamente al centro (…), existía otro llamado de reserva, organizado por indicaciones directas de Trotsky, por si la actividad terrorista trotskista-zinovievista fuera descubierta.
Como en el resto de los juicios las declaraciones de los imputados llegaron al colmo del absurdo, como es el caso Piatakov, quien “descubría al mundo”: Trotsky decía que la guerra estaba próxima. Por todo ello, los cuadros de saboteadores y de agentes de diversión no tenían que prepararse de una manera general, sino para trazar una línea de demarcación entre el Estado stalinista y la organización trotskista, para poder decir, llegada la ocasión: nosotros no somos el Estado soviético, ésta debe ser nuestra primera tarea; la otra -más práctica- debe consistir en formar cuadros para una guerra eventual, es decir, preparar agentes de diversión y de destrucción, auxiliares para la ofensiva fascista contra la Unión Soviética (Idem). Seria Stalin y no Trotsky, quien en 1939 firmaría el pacto Ribbentrop-Molotov, en cual la burocracia soviética se declaraba aliado pasivo del Nazismo.
Trece fueron fusilados, los restantes “tuvieron más suerte” y partieron a campos de concentración en Siberia, donde no sobrevivieron por mucho tiempo.
La tercera escena
Desde el 2 al 12 de marzo de 1938 se produce la tercera parte de los juicios de Moscú. Ya para el 11 del mismo mes, el fiscal André Vychinski ha terminado sus largos interrogatorios a los 21 acusados, entre los que se encuentran Nicolai Bujarin, antiguo dirigente del comité de la internacional, Alexei Rykov, Nikolai Krestinsky y Guenrikh Iagoga, quien por ironías de la historia estuvo a cargo de las detenciones en los juicios de Agosto de 1936.
Estos son acusados de realizar servicios de espionaje para Estados extranjeros y un grupo de conspiradores llamados el “bloque de derechistas y trotskistas”. Tenían como principal objetivo, realizar actos de sabotaje, subversión y terrorismo, para así minar el poder militar de la U.R.S.S.
Cada uno de los 21 acusados, desde el inicio del sumario renunciaron a sus abogados y su derecho a asumir su propia defensa. Pero se les asignaron a dos abogados.
Al finalizar acusado tras acusado es llamado por el presidente del tribunal para dar su última declaración, uno tras otro aceptaron su culpa y pidieron perdón por sus actos. En los tres procesos, solo Nicolai Krestinsky intento declarar su inocencia, y en el transcurso de su interrogatorio declaraba: “No me reconozco culpable. No soy trotskista.
Nunca he formado parte del ‘bloque de derechistas y trotskistas’, cuya existencia ignoraba. Tampoco he cometido ninguno de los crímenes que me son atribuidos; y, sobre todo, no me reconozco culpable de haber mantenido relaciones con el servicio de espionaje alemán” (Idem). Ya en esa época, el proclamarse trotskista era suficiente para ser condenado a muerte.
Krestinsky logro resistir las acusaciones por un día, pero al ser hostigado por el fiscal, el presidente y los otros acusados, decidió mentir: “Ayer, bajo el influjo de un repentino y agudo sentimiento de falsa vergüenza, (…) no pude decir la verdad, declarar que era culpable. Y en lugar de decir: sí, soy culpable, he respondido casi maquinalmente: no, no soy culpable.” (Idem). A partir de ese momento el juicio será un juicio en donde todos los acusados “aceptaban su culpabilidad”.
Este montaje no sorprendía a nadie, desde 1936 la opinión mundial se había familiarizado con estas escenas tan símiles unos con otras. Estos veteranos revolucionarios, compañeros de Lenin, confesaron públicamente haber cometido los peores crímenes, y reclamaron de los jueces una estricta severidad.
¿Quiénes eran los acusados?
Para 1917, todos los acusados en los juicios de Moscú, eran revolucionarios consumados, organizadores de círculos obreros, de sindicatos, de huelgas y hasta teóricos del marxismo revolucionario.
Después de la revolución, en la época de Lenin, eran considerados pilares indiscutibles del partido bolchevique, y de la Internacional Comunista.
Para ilustrase mejor veamos algunos casos, como el de Grigori Zinoviev: este fue militante desde los 17 años, es elegido miembro del comité central en 1908. En esta época es el brazo derecho de Lenin, con quien comparte las responsabilidades del partido en la emigración. Fue miembro del Comité Central. También fue presidente tanto del soviet de Petrogrado, como del ejecutivo de la Internacional Comunista.
Su compañero Kamenev pertenecía a la misma generación. Fue miembro del partido desde 1901, siendo estudiante dirige la organización bolchevique en el Cáucaso, siendo deportado colabora con Lenin y es director del periódico la Pravda de 1913 a1914. También fue miembro del Comité Central y Comité Ejecutivo, Presidente del soviet de Moscú durante la guerra civil. Es más, la mayoría de los revolucionarios de la época creían que ambos, Kamenev y Zinoviev seguían a Lenin y Trotsky en la jerarquía de dirigentes, hasta la muerte de Lenin.
Piatakov fue bolchevique a los 20 años, se distinguió antes de la revolución por sus escritos teóricos, fue presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo de Ucrania en 1917. Dentro de sus logros está dirigir la expedición de Crimea, de “manera genial como intrépida”. Pertenece a los seis bolcheviques citados por Lenin en su “Testamento”, sobre todo por ser uno de los más importantes técnicos de la economía soviética.
Por ultimo mencionaremos a quien Lenin llamaba “el niño mimado del partido”. Nicolás Bujarin ingresa al bolchevismo en 1906, fue parte del Comité Central desde agosto de 1917, en 1919 fue electo parte del Comité Ejecutivo del partido, ya siendo redactor del periódico la Pravda. Durante la década de los 20, es considerado como el principal teórico del bolchevismo.
Es el periodo en que Stalin se enraizó más al poder, es la época donde perecen casi la totalidad de viejos bolcheviques, para luego intentar eliminar sus nombres de los libros de historia. La verdad es que todos estos revolucionarios, ya habían sido derrotados por la burocracia liderada por Iósif Stalin. Ante su derrota, ellos habían decidido jugar papeles secundarios y aceptar el liderazgo de Stalin, pero “el gran líder” pretendía reescribir la historia para consolidar su figura y poder Internacional como el gran y único “heredero de Lenin”.
Ninguno de los acusados en los procesos de Moscú eran culpables, solo su propia vida como revolucionarios es suficiente prueba para asegurar su inocencia, defendida solamente por Trotsky en el exilio.
Después de la muerte de Stalin, la lucha interna de la burocracia por el poder develó muchos secretos que explican las “confesiones” de los acusados. Los acusados eran golpeados, manteniéndolos en pie sin comida durante días, amenazándolos con arrestar y ejecutar a sus familias, ejemplo de esto fue el arresto y la tortura del hijo de Kamenev. Este último junto a Zinoviev, demandaron al Politburó la certeza de que serían respetadas sus vidas y la de sus familiares si confesaban, garantías que les fue dada por Stalin. Quien no solo mandó a ejecutar a Kamenev y Zinoviev, sino que a eliminar a varios de sus familiares.
Bujarin pidió igual garantía para sus familiares, luego de ser ejecutado su esposa fue enviada a un campo de concentración.
Gregory Zinoviev, Lev Kamenev y Nicolai Bujarin, miembros del Buró Político del Partido Bolchevique en la época de Lenin, todos asesinados por Stalin.
Fuente: El Socialista Centroamericano
Fuente: El Socialista Centroamericano
Moscú en 1937. Terror y utopía
Posted by Nuestra publicación: on domingo, octubre 11, 2015
Juan Manuel Vera
La monumental monografía de Karl Schlögel (Terror y utopía, Moscú en 1937, Acantilado, 2014) supone una destacada aportación al conocimiento de la experiencia totalitaria soviética durante el periodo estalinista.
Schlögel ha convertido el Moscú de 1937 en el objeto de su estudio. Se trata de un intento de comprensión poliédrica del entorno político, económico, sociológico, cultural y técnico de la ciudad. Como señala el autor, "es preciso alzarse en el aire para poder ver la panorámica de un escenario en su conjunto" (p.31). En su primer capítulo, Schlögel va a utilizar el vuelo de Margarita y Voland, en la genial novela El maestro y Margarita, de Mijail Bulgakov, como metáfora de la pretensión panorámica del libro. La ambición de la obra es globalizadora. Pretende recrear la multiplicidad de la ciudad, su arquitectura y obras públicas, las grandes exposiciones, el deporte, el arte, la vida cotidiana.
La abundante información y los distintos enfoques de cada capítulo, no aseguran, sin embargo, la comprensión cabal de una realidad que se resiste a ser aprehendida. La yuxtaposición predomina sobre la integración. Desde arriba se perciben los objetos y los movimientos, pero no es seguro que el corazón invisible del imaginario colectivo se deje vislumbrar y, sin ello, la visión del conjunto no acaba de ser armónica.
Muchos de los temas que se recorren en este libro son, inevitablemente, conocidos, empezando por los grandes procesos públicos a través de los cuales se escenificó la caída definitiva de la vieja guardia bolchevique y de gran parte de los propios cuadros políticos estalinistas. Al mismo tiempo, su lectura nos conduce a lugares menos transitados. Para ello se utiliza, en todo momento, abundante material de archivo, al que se ha podido acceder tras el final del régimen soviético.
Moscú aparece como epicentro del gran terror desencadenado en los años treinta. La ciudad como símbolo de un año siniestro, metáfora del conjunto de la Unión Soviética. Allí se localiza el nodo central de poder y funcionamiento de la oligarquía estalinista. Pero Moscú es, también, la ciudad real, con sus barrios y sus suburbios, sus habitantes que viven o sobreviven mientras tiene lugar un proceso de construcción y destrucción social de enormes dimensiones.
El Moscú de 1937 es un entorno de duras condiciones materiales de vida. "No es posible entender el poder de la década de 1930 sin el agotamiento total de la población, que gastaba todas sus energías frente a la vida cotidiana. La escasez de productos básicos, el fin de la civilización de los bienes obvios y los actos rutinarios de la normalidad ejercen una presión no menos opresora sobre la vida de un pueblo que la que emana de la cruda represión”(p. 517). La base de la explosividad social latente en la ciudad está en el desplazamiento masivo de la población rural y su hacinamiento, las colas sin fin, la lucha por la subsistencia de la mayoría, el lujo de la minoría privilegiada... El poder total del régimen está sostenido en un equilibrio muy inestable que, en 1937, va a intentar consolidar mediante un giro homicida.
Por supuesto, todo el relato está sobredeterminado por la monstruosa criminalidad que planea sobre la ciudad y la preparación de uno de los mayores asesinatos masivos de la Historia en tiempo de paz. Y, ahí, el autor, se ve obligado a sentir ante el totalitarismo el desconcierto que supone afrontar su atroz racionalidad instrumental. Lo aterrador del totalitarismo, sea el estalinista o el fascista, es esa mezcla compleja de concepciones disparatadas y racionalidad extrema. La lectura del libro de Schlögel, nos hace sentir que la desmesura del Moscú de 1937 escapa a una lógica ordinaria.
Podemos descifrar el Pleno del Comité Central del Partido de febrero-marzo de 1937 (excelente capítulo el que le dedica) y cómo se desencadena la ofensiva de Stalin contra su propio partido. Podemos intuir el terror psíquico en que vivía el dictador ante una realidad crecientemente explosiva como un elemento que contribuye a desencadenar su guerra civil preventiva contra el pueblo. Pero comprender completamente una decisión que supone el sacrifico calculado de millones de seres humanos, incorpora un deslizamiento de sentido donde es difícil sentirse seguros de que podemos entender realmente el acontecimiento.
Hoy se ha documentado que como consecuencia del programa especial de limpieza social encargado al NKVD, entre julio de 1937 y noviembre de 1938, se produjeron cerca de 1.600.000 detenciones y alrededor de 700.000 ejecuciones. Para ello se puso en marchan una administración fuertemente organizada del terror, dirigida centralizadamente, con sus cuotas de detenciones y muertes predeterminadas por territorios y categorías. Era un mecanismo que complementaba el régimen ordinario de represión. Lugares como el campo de tiro de Bútovo, cerca de Moscú, se extendieron por todo el territorio de la Unión Soviética. Según Schlögel: "Si se suman a ello los casos de muerte como consecuencia de las condiciones infrahumanas de los campos y prisiones, es preciso atribuir a la ola represiva de esos años un total de 2 millones de muertes”(p.772).
Schlögel muestra que el sistema del terror se combina con la construcción de una nueva ciudad, desde lo arquitectónico a lo moral. De alguna manera el terror es, también, parte del proyecto de construcción utópica totalitaria.
El totalitarismo siempre tiende al delirio pero sólo en determinadas condiciones éste se hace efectivo, convirtiendo la mera dictadura en el sueño utópico de la dominación total. Hay, pues, un problema sustantivo en comprender las condiciones del delirio estalinista y su extrema racionalidad instrumental. Es algo similar a lo que ocurre al afrontar la cuestión del exterminio de los judíos centroeuropeos por el nazismo.
A lo largo de los numerosos capítulos del libro se va a mostrar de forma trasversal cómo el terror atraviesa a todas las capas sociales, étnicas y profesionales en un torbellino de arbitrariedad donde la elección de las víctimas es, al mismo tiempo, incomprensible y previsible. Ese recorrido por el infierno es una lectura amarga porque no sólo revela la realidad de una experiencia histórica sobrecogedora sino, sobre todo, como se ha destacado tantas veces en relación con el nazismo, porque ilustra la brutal eficacia del descubrimiento totalitario de la plasticidad de la naturaleza humana.
La dimensión de la guerra desencadenada por el poder estalinista contra la población es el centro de la cuestión. Es cierto que tiene precedente en el proceso de la colectivización forzosa, pero el terror de 1937 supone algo más. No se dirige contra una parte de la población sino sobre su totalidad, incluida parte de la propia oligarquía dominante. El estalinismo de 1937 tiene su singularidad en la invención de la construcción flexible del enemigo, que posibilita una represión sin límites. Es una guerra civil unilateral donde uno de los bandos es construido artificialmente, con una forma siempre indefinida, lo que permite que cualquiera pueda ser un enemigo.
Volvamos sobre la cuestión de la racionalidad totalitaria. Se trataba de destruir no sólo la oposición real (léase sobre ella el libro Comunistas contra Stalin, Pierre Broue, Sepha, 2008) sino la posibilidad potencial de una oposición.
La confesión de delitos absurdos en los procesos públicos, y en los interrogatorios secretos, encubre frecuentemente la potencialidad innegable de algunos de los acusados de poder convertirse, en determinadas circunstancias, en opositores. Sólo en una lógica totalitaria ese crimen tiene sentido. Pero en la fase de delirio del totalitarismo, ese crimen se convierte en lo único que tiene sentido.
El objetivo del terror era el dominio por el miedo sobre la población pero, también, exterminar a una parte sustancial de los miembros de la sociedad que podrían, en un momento determinado, por sus lazos, conocimientos, experiencias o capacidades, articular una alternativa social. Se trataba de producir una sociedad anómica, incapaz de reconstruirse por sí misma.
1937 supuso una sangría humana catastrófica en vísperas de una nueva hecatombe, la guerra mundial. Pero, también, una destrucción masiva del tejido de la sociedad, seres, conocimientos, experiencias. El estado totalitario ejecutó su proyecto delirante de dominación total, entendiendo que la destrucción del cemento social era requisito indispensable para consolidar su poder plástico e ilimitado.
A pesar de su singularidad, el modelo de 1937 tuvo descendencia. La revolución cultural china, el sistema khmer en Camboya, o el régimen norcoreano, sólo pueden entenderse desde su genealogía estalinista. Comparten la construcción de un enemigo simbólico, la práctica del terror difuso, la ingeniería social desmesurada y el exterminismo.
Revista Trasversales número 34 , febrero 2015
Edición digital de la Fundación Andreu Nin,
Entrevista a Arthur London, autor de "La Confesión"
Posted by Nuestra publicación: on domingo, octubre 11, 2015
Entrevista publicada en el nª 81-82 de junio-junio de 1970, en la revista antifranquista Cuadernos para el diálogo (Estado Español). Estaba firmado por Jaime Azner..
(Nota introductoria de Pepe Gutiérrez-Álvarez)
Militante comunista veterano, fue miembro de las Juventudes Comunistas, de las que después fue nombrado secretario regional, cuando sólo tenía 14 años. En su trayectoria entusiasta sufrió varios encarcelamientos antes de refugiarse en la Unión Soviética en 1934. Fue de los primeros en sumarse poco después a las brigadas internacionales, con las que luchó en la guerra civil española hasta la caída de Cataluña.
Sobre este episodio de su vida, Arthur escribió Se levantaron antes del alba, obra escrita a su salida de la cárcel. Cuenta la Guerra Civil española desde el punto de vista por uno de los más de treinta mil voluntarios, de aquellos de más de treinta países que formaron las Brigadas Internacionales. El titulo está extraído de uno de himnos. Este libro también fue una manera de rehabilitar a los veteranos de las Brigadas Internacionales que habían sido encarcelados o ejecutados en los procesos llevados a cabo en Praga, Budapest y Sofía. En esta obra, London todavía no cuestiona que el POUM formara parte de la “Quinta Columna”, no será hasta años más tarde que empezará a recapacitar y a darse cuenta de la tela de araña que no le permitía ver nada fuera del partido. Un partido en el que era mejor equivocarse dentro, que tener razón fuera.
En agosto de 1940 colaboró con la resistencia francesa y se convirtió en dirigente de la MOI (Mano de Obra Inmigrada, del Partido Comunista Francés), entre 1940-1941.Un año después de este hecho, London fue deportado al campo de concentración de Matthausen (Austria), donde formó parte de la dirección de la resistencia. Desde 1949 ocupó el cargo de viceministro de Asuntos Exteriores checoslovaco hasta que fue acusado de "conspiración contra el Estado" y juzgado junto con el entonces ministro Wladimir Clementis y el antiguo secretario del partido comunista Rudolf Slansky. Clementis y Slansky fueron condenados a muerte, y London a cadena perpetua con trabajos forzados. Antes de descomponerse, el estalinismo ya había arruinado el historial del socialismo.
Rehabilitado en 1956, London fue uno de los tres supervivientes, entre los 16 acusados, de los procesos de Praga de la era estaliniana. London, que se estableció en Francia en 1963, se nacionalizó francés después de ser desposeído de la nacionalidad checoslovaca, tras la aparición del libro-testimonio que le dio a conocer mundialmente, pero que no se publicó en los países del Este. Estaba casado con Lise London, cuyo nombre de soltera era Lise Ricol, de origen español y militante de prestigio y hermana de Raymond Guyot, antiguo miembro del Buró Político del PCF, y tenía dos hijos. De su experiencia durante el juicio y la condena surgió, en 1969, su libro La confesión, que fue llevado al cine por el director Constantin Costa-Gavras e interpretado por Yves Montand e Simona Signoret, dos actores que habían estado muy ligados al PCF desde los tiempos de la Resistencia.
Comunista convencido, el autor describe la reducción de su alma y la de sus compañeros a la nada por la tortura física y moral que sufrieron hasta reconocer los delitos de los que se les acusaba. El actor francés Yves Montand que encarnó a London en la película, ha manifestado, después de dar su condolencia a los familiares del fallecido, que el escritor "había sufrido moral y físicamente estos últimos años".
Artur London narra su secreta detención en 1951 acusado de conspirar contra el Estado, junto con otros miembros del Gobierno de Gottwald, al que pertenecía, y las torturas que padecieron durante los interrogatorios, que les llevó a confesar “crímenes” contra el estado no cometidos. La película fue realizada por Constantin Costa-Gavras entre Z y Estado de sitio, dos títulos de lo que en el potsmayo del 68 se entendió como “cine político” y no es de las mejores, de todas maneras, se trata de un testimonio de primera magnitud, una denuncia que no se podía dejar a los enemigos del socialismo. El guión fue escrito por Jorge Semprún, tratando que el contenido del discurso no interfiriera con el plano histórico. Costa-Gravas dotó a la película de un estilo de thriller. La película no gozó de excesiva popularidad entre el sector de la izquierda que no acababa de sabía distinguir entre el antiestalinismo y anticomunismo.
London fue un fervoroso defensor de la “primavera de Praga”, la última tentativa de masas de reformar un régimen de “socialismo despótico”, dos conceptos opuestos. Luego participó en favor de Carta 77, movimiento en favor de la democratización de Checoslovaquia, y del Vons (Comité de defensa de los prisioneros políticos checos). La confesión cuenta la historia de cómo él, junto con otros 15 miembros del partido y del Gobierno presidido por Klement Gottwald, fueron detenidos, torturados y condenados en 1951 y de su experiencia en trabajos forzados. En la entrevista que hemos recuperado, su historial y sus posiciones quedan claras.
En el tiempo que siguió, la descomposición de lo que había sido el movimiento comunista se hizo mucho más aclarada, y buena parte de los estalinistas de matriz, acabaron renunciando a un leninismo que desconocían completamente. Finalmente, acabaron renunciando a cualquier forma de ideal socialista. Actualmente, el estalinismo más clásico ha quedado reducido a sectores arcaicos que, como el conde Drácula, tienen prohibido ver la luz del día. Tienen que negar lo más evidente.
El engranaje kafkiano de los procesos estalinistas
—Una idea que me obsesionaba con frecuencia, que me repetía incansablemente... «Si salgo de aquí —no tenía muchas esperanzas— tengo que contarlo, decir la verdad. Contar la realidad, decirles a los de juera que no es verdad, que no soy un traidor...
London, como todos los demás acusados, había reconocido toda la serie de crímenes de los que se le acusaba: «traición, sabotaje, agente del imperialismo, centro de conspiración contra el Estado socialista...». Todos se habían confesado culpables, todos habían aceptado las condenas. Todos ellos, sin embargo, eran militantes revolucionarios, miembros del Partido Comunista, algunos desde su creación.
Nunca dude de los procesos de Moscú
La verdad, al menos una parte, empezó a conocerse mucho más tarde, en 1956, con ocasión del XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética , cuando Krushev dio a conocer el célebre informe donde se hacía responsable a la persona de Stalin y su policía de todos los crímenes cometidos desde los años 30.
—Yo nunca dudé de los procesos de Moscú. Porque no podía dudar de la Unión Soviética , ni del Partido Comunista, ni de Stalin. Para no era inconcebible, impensable, que en el país donde se había realizado la Revolución de octubre pudiera llegarse a utilizar tales métodos, a condenar inocentes. A detener, condenar y ejecutar a los mejores, a los más veteranos luchadores, compañeros algunos del mismo Lenin, bajo acusaciones completamente pre-fabricadas...
Ya en la cárcel, a finales de 1953, London comienza a redactar un informe secreto, «para dar a conocer la verdad, cueste lo que cueste», sobre las circunstancias de su detención, las condiciones de los interrogatorios y el desarrollo del proceso. En hojitas del tamaño de papel de fumar, este informe pudo salir de la cárcel gracias a las visitas que periódicamente, iba a hacerle, Lise, su mujer. Años más tarde, liberado y rehabilitado jurídicamente en 1956, Artur London utilizó este material para redactar un libro, «La confesión» donde por primera vez se responde, por uno de los protagonistas —de los pocos supervivientes— a algo que nunca se pudo comprender: ¿Por qué?, ¿cómo fue posible?
—Para explicar todo esto, nuestras ideas de entonces, hay que tener en cuenta nuestro tipo de vida, nuestra lucha, la -formación que habíamos recibido... Se nos había educado bajo la confianza total, con una fe incondicional, que nos impedía ver claro este tipo de cosas.
La revolución de octubre nos llenaba de esperanza
Artur London nació en 1914, hijo de una familia de obreros judíos, ingresó en
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—Habíamos llegado al movimiento comunista tras aquella sangría que fue la I Guerra Mundial. Tras la Revolución de octubre, que encarnaba para todos nosotros la gran esperanza de -fraternidad, de humanismo, de un mundo nuevo. Esta Revolución que contrariamente a lo que pensaban Lenin y los que le rodeaban, quedó aislada en un solo país atrasado, en lugar de extenderse por toda Europa, por los países industrial-mente más desarrollados, Alemania, Austria...
Enrolado voluntario en las Brigadas Internacionales, London permaneció en España hasta 1939, fecha en que se trasladó a Francia. Allí, inmediatamente después de la ocupación alemana, se incorporó a las filas de la Resistencia. Detenido y torturado por la Gestapo , «Gerard»/nombre de guerra de London/es deportado al campo de concentración de Mathausen, donde es nombrado uno de los responsables de los grupos clandestinos.
—La Revolución de Octubre, la Unión Soviética , era para nosotros algo extraordinario lleno de esperanzas. Había que defenderla del bloqueo, rodeada como estaba por países capitalistas. Y eso es lo que hicimos... El enemigo estaba enfrente, había que luchar y vencerle... No teníamos tiempo para estudiar, para analizar y reflexionar. Habíamos perdido el espíritu crítico, la capacidad de dudar. Teníamos una fe inmensa...
El periodo de «guerra fría»
TRAS la Liberación , reunido con Lise, la compañera que conoció en Moscú, la compañera de toda su vida, heroína de la Resistencia contra los alemanes en París, London tiene que permanecer varios años en Francia y Suiza, convaleciente de una tuberculosis que contrajo en Mathausen. Instaurado el régimen socialista en su país, la dirección del Partido Comunista Checoslovaco le reclama para, en 1949, nombrarle vice-ministro de Asuntos Exteriores.
—Tras la II Guerra Mundial, vino la «guerra -fría», la condena de Tito, aprovechada por Stalin para justificar su esquema de la construcción del socialismo, su famosa tesis de la «creciente agudización de la lucha de clases»... Lo que le permitió desencadenar una serie de medidas de represión en la mayor parte de los países socialistas, donde temía que surgieran y se desarrollaran distintos modelos de socialismo, con arreglo a las condiciones, necesidades y tradiciones de cada país. Para así poder aplicar mejor su política de gran potencia.
En septiembre de 1949, Lazslo Rajk, ministro de Asuntos Exteriores de Hungría; en diciembre del mismo año Kostov, secretario general del Partido Comunista de Bulgaria, son procesados, condenados a muerte y ejecutados. Las acusaciones, las mismas: traidores, agentes del imperialismo, saboteadores... El desarrollo y las características del proceso, idénticos: ambos, junto con sus co-acusados, confiesan sus «crímenes» y aceptan la sentencia.
—No hay que olvidar que todos estos países, excepto Yugoslavia, y de alguna manera Checoslovaquia, debían su liberación al Ejército Rojo. El Partido Comunista de Rumania no contaba en ese momento más que con 300 miembros... Eso es lo que permitió a Stalin introducir su contrabando anti-socialista y criminal.
London comienza a ser inquietado en relación de ciertos contactos mantenidos años atrás con algunas de las personas acusadas ahora de agentes del enemigo. Aunque mantenido en su cargo, las críticas, las acusaciones más o menos veladas se van a ir acumulando. Es sometido a vigilancia policíaca, a pesar, y por encima, de los más altos responsables del aparato de la Seguridad.. .
—Cuando volvimos a Checoslovaquia, sentimos inmediatamente la creciente influencia de la policía. La continuación, o más bien el desarrollo de los métodos anti-democráticos en el seno del Partido. Por mi parte, poco tiempo después de mi vuelta, comencé a pedir explicaciones, a solicitar que se aclararan todas las dudas que pesaban sobre mí. Lo que ocurría es que ya todo estaba terriblemente deformado: el «cáncer estalinista» había penetrado en el Partido, los métodos autoritarios se desarrollaban, los «consejeros» soviéticos habían empezado su obra, las decisiones del aparato de Seguridad prevalecían sobre las de los órganos políticos del Partido... Todos los intentos que yo, como tantos otros, hicimos, resultaron completamente vanos.
Apresado y encarcelado
El 28 de enero de 1951, Artur London sale del Ministerio de Asuntos Exteriores, se dirige hacia su casa, cuando, de pronto, es obligado a frenar bruscamente, arrancado brutalmente de su coche, amordazado y conducido, los ojos vendados y sin explicaciones, a un lugar desconocido. ¿Rapto? ¿Acción de un comando subversivo anti-socialista?
—Antes, nos decíamos: «son calumnias de la burguesía». O si la prensa de nuestros aliados, incluso algunos camaradas que rompían con el Partido, denunciaban tales hechos: «se trata de elementos dementalidad pequeño-burguesa, sin el necesario espíritu de Partido...». Además, ahí estaban las «pruebas», las confesiones de los mismos condenados.
En la cárcel de Kolodeje, primero, en la de Ruzyn después, London va a pasar un largo martirio de seis meses, completamente incomunicado, sin poder dormir y apenas comer, frecuentemente maltratado, torturado también moralmente, hasta conseguir que, al fin, firme sus primeras «confesiones». Era el comienzo del engranaje, hábilmente dirigido y supervisado por los consejeros soviéticos, al mando de una pléyade de torturadores, auténticos «inquisidores» del siglo XX...
—Había de todo. Uno de los responsables era Kohutek, que ya antes de la guerra, con los alemanes incluso, formaba parte de la policía, como especialista de la represión anti-comunista. Otros eran auténticos tarados, arribistas, oportunistas sin escrúpulos. La tercera categoría eran gentes en principio honestas, en general procedentes de medios obreros, pero deformados políticamente, guiados por principios tales como «el -fin justifica los medios», o «cuando el Partido lo dice...».
Al principio, junto con London, son detenidos un ex ministro de Asuntos Exteriores, varios viceministros y altos cuadros del Estado. Gran parte de ellos, antiguos brigadistas en España. La mayoría, judíos...
—La represión se centró fundamentalmente contra los antiguos miembros del Partido, generalmente los más combativos. Por ejemplo, los que habíamos estado en las Brigadas Internacionales. En general, gente con experiencia, con mucho prestigio. Acostumbrada a pensar. Un tipo de gentes que era poco apreciada por Stalin, a quien le hacían -falta ineptos, incapaces de pensar por sí mismos...
CONOCIDOS, poco a poco, los hechos, confirmados— a partir del XX Congreso del PCUS, corroborados más tarde por los que volvían de Siberia, los que salían de las cárceles polacas, húngaras, alemanas, todos estos testimonios dejaban una laguna fundamental. ¿Cómo es posible que estos hombres, comunistas convencidos, militantes desde hacía años, forjados en condiciones de clandestinidad mucho peores hubieran podido sucumbir, aceptar la responsabilidad de unos crímenes que no habían cometido jamás, confesarlo públicamente?
—“Si el Partido, los enmaradas, me han detenido, por algo será...» Claro que no llega a considerarse culpable. El mismo hecho de ser detenido. Toda nuestra formación nos incitaba a ello. «Puede ser que objetivamente, sin saberlo, haya cometido algún error, incurrido en alguna falta. Es necesario tener una explicación con el Partido, que se aclaren las cosas...»
Meses más tarde, pocos días antes del juicio, el ministro de la Seguridad , Bacilek, miembro de la dirección del Partido, se entrevista con London y le solicita que «colabore» con el Partido, aceptando y reconociendo los hechos que se le imputan...
—Fue después de esta entrevista cuando tuve la certeza de que el Partido había ya decidido sobre mí. Aislado, debilitado, sin fuerzas para enfrentarme con los «representantes» de ese Partido al cual había consagrado toda mi vida. De ese régimen por cuya instauración había dado tantos años de lucha y sacrificio... El dolor y la impotencia que se sienten en ese momento, no tiene límites.
Slansky, secretario general del Partido Comunista, con cuyo consentimiento han comenzado las detenciones, las torturas y los procesos, es, aprendiz de brujo, a su vez detenido y obligado también a confesar que es el máximo responsable de la «conspiración trotskista-titoista-nacionalista-burguesa dirigida contra el Estado socialista».
—¿Los métodos que seguían? Todos los imaginables. En primer lugar, destrozar físicamente al hombre, aniquilarle. Con el tiempo, se llega a un momento en que no se puede más... Otros han cedido ya, confesando, implicando a los demás... «por lo menos que me dejen dormir, descansar... Ya todo me da igual... En el juicio diré la verdad...».
Imposibilidad material aparte, ya había demasiadas cosas firmadas. El proceso público, donde decenas de «delegaciones» obreras exigen la pena capital, guarda las formas de la «legalidad» socialista... Donde todos, sin embargo, desde el fiscal hasta los abogados defensores, pasando por el Tribunal, y, claro está, los acusados, se han aprendido de memoria, y ensayado, lo que tienen que repetir, en el tono conveniente...
—Los interrogatorios se hacen invocando el nombre del Partido, de Stalin, del comunismo... «Si te portas bien, el Partido lo tendrá en cuenta». Los inquisidores llegaban a prometernos que no nos caerían más de diez o quince años. Cuando se está en manos de la Gestapo , ya se sabe, un militante revolucionario siempre puede caer... Son tus enemigos. Estás seguro del apoyo y la solidaridad de tus compañeros que están fuera, en libertad. «Fusiladme y ¡viva el Partido Comunista!» Pero, ahora, inocente, golpeado por hombres que llevan la insignia del Partido, lo que _ se quiere es salvar la cabeza, sobrevivir... ¿Sobrevivir para qué? Para vivir. Y porque, además se piensa «si puedo salvarme, salir con vida, podré explicarme, hacerme comprender, decirlo a mi mujer y a mis hijos... Que su padre no es un traidor, no es verdad, a mis camaradas. Incluso si es para dentro de diez o quince años, vale la pena...».
«La verdad es siempre revolucionaria», decía Grarnsci. Con esta consigna como lema, a partir de su liberación y posterior rehabilitación, Artur London emprendió la tarea de desmitificación, denuncia, explicación del cómo y por qué de su, de todos, los procesos estalinistas.
—La muerte de Stalin fue decisiva. Y con ella, el XX Congreso del PCUS, hito en la historia del movimiento comunista. Para nosotros fue como si se abrieran las ventanas y entrara aire puro. Desgraciadamente, tras el XX Congreso, que tuvo el inmenso mérito de descubrir ante todas esas aberraciones, deformaciones y crímenes cometidos durante la vida de Stalin, no se hizo el análisis debido... Poco a poco nos íbamos dando cuenta de que Stalin había muerto, pero el estalinismo no...
Me comprometí con un ideal: destruir este viejo mundo
"ENERO de 1968. Antonin Novotny —sucesor de Slansky— secretario general del Partido Comunista, Presidente de la República Checoslovaca , es obligado a dimitir de sus responsabilidades. Junto con distintos otros dirigentes de los años 50 que continuaban a la cabeza del Estado o del Partido. Apoyados por los pueblos checo y eslovaco entusiásticamente; por una juventud que había descubierto —o recuperado— su vocación política; animados por una parte importante del movimiento revolucionario internacional, que veían en ella una esperanzadora renovación de las perspectivas socialistas del mundo, un equipo de dirigentes comunistas, encabezados por Dubcek, Kriegel y Smrkovsky, intentan llevar a cabo una de las experiencias más fecundas que hayan tenido lugar nunca en un país socialista europeo. Era, lo que se llamó, «la primavera de Praga»...
—Era la continuación del XX Congreso, sin cuya realización nunca se hubiera producido. Era su continuación, al mismo tiempo que su desarrollo, con una mayor perspectiva, llegando mucho más lejosen el sentido de profundizar, de enriquecer el leninismo...
Fue entonces, en aquel contexto, cuando London se decidió a publicar su obra...
—Ha sido mi contribución a ese movimiento. No corno un simple testimonio, sino como la obra de un militante, de un combatiente.
Porque London/¿todavía?/, sigue siendo Gerard, el militante revolucionario...
—A la edad de trece años me comprometí con un ideal: el de destruir este viejo mundo. Y pese a todos los sufrimientos, la cárcel, las torturas, sigo siendo fiel a ese mismo ideal. Porque todo lo que me ha sucedido no tiene para mí relación con él. Porque ahí sigue ese mundo con el que hay que acabar. Yo soy solidario de los que luchan en el Vietnam, en América Latina, en tantas otras partes, bajo la bandera del socialismo...
Símbolo de esa generación de revolucionarios que engendró la Revolución de octubre, Artur London lo es también, si cabe, de las últimas vicisitudes del movimiento comunista. Puesto que todavía tenía que pasar por otra situación, «peor quizá desde el punto de vista moral que las anteriormente vividas: la primera agresión en la historia del movimiento obrero contra un país socialista, por otros países socialistas. Contra un país socialista culpable de haber querido recuperar la confianza de sus pueblos en el socialismo».
DOS años más tarde, ahora, en París, se ha estrenado la película basada en su obra, «L'aveu». Encargada al director griego Costa Gavras (el del inmenso éxito de «Z»), con el acuerdo de London, porla Unión Cinematográfica Checoslovaca, cuando iba a comenzar el rodaje fue negado el permiso por las autoridades de Praga. Rodada definitivamente en Francia, adaptada por Jorge Semprún e interpretada por la pareja Montand-Signoret, su estreno ha originado una áspera polémica, en la que los principales portavoces ideológicos de la izquierda francesa han tomado postura. El órgano del Partido Comunista Francés, «L'Humanité», es tajante en su comentario: «De un libro que pretendía ser comunista, se ha hecho una película anti-comunista...», acusando a los adaptadores de haber introducido en la película concepciones «pequeño-burguesas» de los problemas de la libertad y de la democracia, así corno «románticas de la lucha revolucionaria...».
—Claro que la adaptación exige ciertas simplificaciones, todo no se puede decir en una película... Se ha escogido el aspecto más político del problema: el engranaje del proceso. Creo que han hecho bien, teniendo en cuenta la actual situación en Checoslovaquia... Porque, en el fondo, todo sigue igual, seguimos luchando por un socialismo auténtico, por un humanismo socialista, quintaesencia del marxismo... La película es fiel al espíritu del libro, aportando su mensaje a un público mucho más amplio: la lucha contra el estalinismo, bajo todas las formas como se presente...
¿Anti-socialista?, ¿Anti-soviética? London replica:
— ¿Sirve mejor al socialismo aquel que se calla ante los crímenes del estalinismo, dejando así que se confirme la visión del socialismo que dan sus enemigos? ¿O es más positivo que sean los propios comunistas quienes con audacia, analicen abiertamente los errores del pasado con el objetivo de corregirlos, y ganar así, o recuperar, la confianza de las masas? No me parece justa esa idea tan arraigada entre muchos comunistas de que «más vale lavar la ropa sucia en casa...». Hay que plantear los problemas ante las masas, tener confianza en ellas, en el socialismo y en sus ideas...
Praga, mayo de 1970. El proceso de «normalización» prosigue. Los dirigentes de la «primavera» son destituidos, expulsados del Partido, después de haber sido obligados a hacerse la autocrítica. Se comienza a hablar de procesos políticos/ La confesión es la forma superior de la autocrítica...» decía un inquisidor de los años 50. .El Ejército Rojo, los liberadores de antaño, ocupa con 100.000 hombres el pequeño territorio checoslovaco. En las calles de Praga, todavía se puede leer: LENIN, DESPIERTA. ¡SE HAN VUELTO LOCOS!
Edición digital de la Fundación Andreu Nin,
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