En medio de la movilidad incesante de gentes, acontecimientos y haceres propios o ajenos, hay cosas que no cambian. Hay luces como las de otras tardes y tonos como los de otros siempre, espacios que una y otra vez te llevan al lugar exacto. Es la parta baja del pueblo, junto a la ermita del Cristo, la Iglesia desde allí, las casas con tejas de barro y chimeneas
Es el sol dorado de la tarde de verano y esos momentos que no tienen prisa, la conversación que se alarga tranquila en el fluir de ese sol que ya no inquieta,
junto al huerto también agradecido por el riego y el aire más tranquilo
Es la primera vez que viene Osiris. la primera vez de ese agua fresca de la fuente camino al Canchal
Vamos contando historias, lo de antes y lo de ahora, lo sencillo que se convierte en importante, lo extraordinario que se convierte en normal. Y caminamos con la luz que se va haciendo más cálida y nos deja mirar de cerca,
No solo los pasos reconocen el camino. Casi sin pensar, la mirada busca la Sierra de Francia, La Peña
la Sierra de Béjar
y luego de nuevo el sur
No solo la mirada se va a lo lejos. Ahí, junto a esa canchera y en medio de la aridez, esas miniaturas encuentran su sitio
Lo mismo que las escobillas,
y el juego de todas
Es el camino de regreso,
lo más sencillo y esperado.