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lunes, 24 de agosto de 2009
El anciano frente a la muerte
El autor William James menciona: "LA MUERTE ES EL GUSANO EN EL CORAZÓN DE LAS PRETENSIONES DE FELICIDAD DEL HOMBRE", Rochefaucold dice: "LA MUERTE Y EL SOL NO DEBEN MIRARSE NUNCA LAS CARAS"; estos pensamientos relacionados con la imagen de la muerte, guardan relación con la idea de oscurantismo y zozobra que genera el pensamiento de la muerte en el hombre omnipotente y con veleidades de inmortalidad. Es verdaderamente difícil entender, que un individuo que ha trabajado tantos años para realizarse deba desaparecer sin mas, sólo por que su reloj biológico así lo determina. Una buena base de sustentación moral ética y religiosa desplegada durante su vida, es una adecuada barrera para estos pensamientos plenos de fatalismo.
Cuando el anciano siente que su vida esta llegando al ocaso, comienza a sopesar la posibilidad de que llegue la hora de su muerte, en realidad es una situación harto lógica, pues bastaría con preguntarnos a nosotros mismo que pasaría cuando tengamos muchos años.
Si bien son opiniones generalizadas, no siempre reflejan un terror a la muerte. Aceptar la finalización de la vida sin temores, se torna en una situación cotidiana para el anciano que ha observado que diariamente desaparecen compañeros de trabajo y amigos; hasta su propio cónyuge puede haber fallecido.
Muchos otros de sus coetáneos se encuentran en un estado de avanzado deterioro físico, minusválidos, arterioscleróticos, demenciados o bajo los efectos de la enfermedad de Alzheimer.
El terror a la muerte, es otra cuestión que no atañe al anciano, por lo general se da durante la mitad de la vida en la quinta década cuando tomamos en cuenta el tiempo que ha transcurrido y el que nos queda no es muy abundante.
Comienzan a confrontar lo que se ha vivido con lo que resta, el concepto de su propia existencialidad, reencarnaciones, la sobrevida del alma y el de inmortalidad. Estos estados, traen aflicción y angustia de mayor o menor grado según se trate de un pusilámine o no y segín el soporte moral religioso que haya ejercitado durante su vida.
A medida que pasa el tiempo, llegan a un acuerdo personal con su propia conciencia sobre la mortalidad, el temor a la muerte puede surgir entonces como una consecuencia de observar compañeros o amigos dementes, discapacitados motrices o con enfermedades terminales.
Aun en estos casos, el anciano termina adaptándose a la idea de morir, especialmente, si se encuentra rodeado de sus afectos personales y familiares, que deben acompañarlo hasta el final.
El sufrimiento suele ser unas de la causas de miedo, pero un buen acompañamiento de la familia hace que el anciano este tranquilo y sabe que esta acompañado hasta el final,
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