Se presentaba el ejército de la República Bananera diezmado en el campo de batalla. El flanco izquierdo no había regresado de su incursión a las tierras al norte del Llobregat. El flanco derecho acudía a una reunión con demás miembros de su linaje en las lejanas tierras pirenaicas para discutir asuntos de sucesión. La retaguardia emprendía una viaje a ultramar… cual mercenario se vendía al vil metal.
La hora de la batalla se aproximaba y mientras nos engalanábamos con nuestras mejores vestiduras sufríamos una nueva baja. Nuestro hombre fuerte, aquel capaz de derrotar a más caballeros enemigos (aunque hubiese daños colaterales), no nos acompañaría en este viaje… Una gripe le impediría cabalgar a nuestro lado.
Pese a todo, un nuevo miembro se disponía a vestir los colores de nuestra República. Sería su primera batalla y el miedo se reflejaba en sus ojos. Con una armadura prestada y unas lustrosas botas nuevas salió dispuesto a acabar con tanto infiel.
El capitán nos disponía de la mejor manera posible. El nuevo caballero vigilaría desde la distancia para asumir su puesto con garantías en las horas venideras. La retaguardia sería defendida por el caballero que nunca hará un calvo. La primera defensa la formarían el caballero despistado y el más fornido de todos nuestros hombres. El primer ataque lo realizarían el mejor estratega (siempre que nada se mueva) y nuestro caballero solador, a lomos de su amado corcel “parquetero”.
Con todo preparado nos dispusimos a prestar defensa. Ardua tarea teníamos enfrente. Un ejército que nos superaba en número, con armas poderosas y con los astros a favor se disponía a atacar sin pausa. Aguantamos los primeros envites sin más problemas hasta que, de repente, hirieron al caballero que protegía nuestro castillo. Una maldición enviada por un mago desde la lejanía le impediría andar durante el resto de la batalla.
Lejos de amedrentarnos nos reorganizamos para plantar cara. Pese al susto y el primer asalto al castillo conseguimos repeler los ataques lanzando una ofensiva suicida. Surgió efecto. Un ataque frontal perforó las líneas enemigas dejando, al final del día, un buen sabor de boca. Pese a todo, y pese a la insistencia de los infieles, estábamos todavía en igualdad.
La mañana siguiente nos despertó demasiado pronto. El esfuerzo pasaba factura y mantener las líneas no fue tan sencillo. Ataques por los flancos, por el centro, bolas de fuego lanzadas con artefactos malignos… la jauría de infieles emprendía más y más ataques con el único objetivo de perforar nuestras defensas.
Cuando el cansancio hizo mella, empezamos a replegarnos. Las murallas exteriores fueron perforadas en 7 ocasiones, amenazando con venirse abajo. Aún así fuimos capaces de replegarnos a la ciudadela. Pese al cansancio, al dolor después de recibir tantos golpes, después de ver como parte del ejército no acudía en nuestra ayuda fuimos capaces de lanzar un último ataque. Repelimos a los infieles de tal manera que tardaran meses en volver a intentar derrotarnos.
Y si, el partido fui un desastre. Éramos 6 contra 12… de los cuales el más veterano tenía 19 tiernos añitos. Nos ganaron por agotamiento. El resultado final, 8-2 aunque en la primera parte mantuvimos el tipo con un magnifico 1-1.
Y los premios semanales:
- PUPAS: Pep, por romperse el gemelo. Suerte que tiene 15 días para recuperarse.
- ESCAQUEAO: Victor (esperemos que en febrero apruebe todo), Uri (se ha ido para nada, porque no le han dado curro) y Alberto (por lo menos él comió como un señor) . Semanas anteriores, Pep (3), Uri (3), David (2), Victor (2), Alberto (1) y Mauri (1)
- GUARRO: Está claro, con Alex sancionado… ¿a quién le iban a sacar tarjeta? Semanas anteriores, Alex (3), Mauri (1), Iván (1) y Pep (1)
- CASILLAS: Uri (12), Pep (7), Raül (4), Iván (3) y David (2)
- TAMUDINHO: Alex (11), Raül (4), Mauri (3), Iván (2), David (2), Pep (1), y Alberto (1)
Falta por computar un gol… a ver quien se acuerda de quién metió el segundo gol.
No hay premio del público porque no hubo público… ¿será esta la clave de la derrota?