Tenía que llegar el esperado instante de la desconexión, después de un arduo año laboral, plagado de conflictos y trabajando intensidades inhumanas... la luz quiso acompañarme en una particular road movie por tierras familiares y desconocidas...
Un viaje repleto de capítulos por leer, anécdotas de esas que uno llega a sufrir pero que se transforman en anécdotas de cierta
comicidad con el paso del tiempo. Buen clima, no excesivo calor y paz interior, buscada y cultivada durante dos semanas. Esto ha sido
en breves trazos mi periplo estival. Conocimos a Marcel en Barcelona, un bebé que lloraba mucho y con rabia bajo una desmesurada atención de sus padres, tan cegados con el cuidado riguroso y enfermizo que no podían ver que el niño no se alimentaba bien con la leche materna. Días después supimos que le habían iniciado en el maravilloso mundo del "bibe"y todo comenzó a ir mejor. Marcel sonrió. Nos detuvimos en Collioure, tierra de
exilio del poeta Machado y localidad saturada por el turismo voraz de la costa Mediterránea y por los franceses del Norte haciendo su agosto, entre cálidas aguas, helados de tres pisos y jarras de cerveza.
Descubrimos con estupor lo cara que es la Costa Azul, sus autopistas, sus servicios y cómo la gente pudiente acude como abejas a la miel en un enjambre de sofisticación y frivolidad que a mi, entre nosotros, me tira para atrás. Marsella nos acoge en su esplendor portuario, decadente y un tanto mafioso mientras atardece con unos tonos anaranjados, difícilmente olvidables.
Ajenos, en nuestro desconocimiento, a una jugada- carambola que nos tiene preparada Booking, "ese gran amigo cibernético de reservas hoteleras". La casa rural que habíamos reservado cerraba puertas y atención a las 18h... Mientras paseabamos inocentemente por las calles de Marsella... eran ya las 20h y nada nos hacía sospechar que: 1- El coche estaba encerrado dentro de un parking urbano 24horas chapao a cal y
canto. 2- Booking nos ofrecía como alternativa un hotel de 280 euros... 3- Las llamadas nos costaron alrededor de 60 euros... y perdimos otros 50 de la reserva del hotel y... 4- La noche ya oscura se cierne sobre nosotros y el gps deja de funcionar... Perdidos en mitad de Provenza, nos ocultamos en el claro de un bosque y dormimos bajo la luz de la luna llena, con una imaginación desbordante y demasiado cine de psicópatas a cuestas. Toda una fiesta de osibilidades macabras en el interior de un coche.
Al día siguiente, con las legañas aún persistentes y
nuestras mejores galas, es decir sin ducharnos y con la ropa del día
anterior... Nos vamos a conocer la jet set de Mónaco. El Principado resulta ser un exceso bien vestido y luminoso, no exento de algún rincón hermoso alejado del clásico Lamborghini amarillo. La tumba de Grace y sus carreteras zigzagueantes me hacen pensar en la belle epoque de un lugar ciertamente plastificado que en otro tiempo fue la elegancia personificada. Pero con una mañana suficiente, vaya. De ahí a Génova, sucia, caótica, muy viva y con unas calles repletas de historias a las que me engancharía sólo por curiosidad. Imposible orientarse por esas calles... Quien nos iba a decir que dos meses después iba a llegar el desastre por culpa de unas inundaciones. De ahí a
laToscana, sólo queda un paso... pero llueve tanto, hay tanta niebla y esos viaductos están tan altos... Pánico a las alturas, ya os lo digo. Agotador llegar hasta Lucca. Pero una vez en casa de la zia Ilva... buena pasta, agradables charlas estivales, el italiano reactivándose en la memoria y excursiones todos los días... A San Giminiano, un pequeño parque temático medieval con sus torres-rascacielo y el mejor helado del mundo. A Volterra, más genuina y auténtica... más profunda y menos saturada que su rival turística más inmediata.
Lucca una joyita en pleno corazón de Toscana, repleta de iglesias, torres y una muralla por cuya superficie es posible pasear alrededor de toda la ciudad. Pisa, otro gran clásico con menos encanto que Lucca, la verdad sea dicha, pero un icono del turismo masivo, ávido de fotos, consumista y nada sedentario... Por no decir otras cosas. Pero el lugar más mágico que pudimos ver en esta incursión por las italias no estaba en Toscana sino en Liguria... un pequeño paraíso terrenal, Cinque Terre, de colores, vides, arena, roca, cielo y agua que recomiendo no visitar en verano para evitar las tropas de terminators americanos dispuestos a batir algún tipo de absurdo récord recorriendo sus senderos a través del Parque Nacional cual invasores traga millas sin miramientos, ni interés ante la belleza...Un lugar al que volveré sin duda, para respirarlo, sentirlo y comer su pescaito frito. Turín, nos pareció poco estimulante, apagada y gris y ni siquiera la Sábana Santa logró paliar esa sensación...total, por un trapo manchao... jejeje... De ahí a cruzar los Alpes, pero no por el túnel de Fréjus que cuesta una pasta aunque accedes rápidamente a tierras galas... El dueño del hostal nos recomendó una ruta alternativa bordeando el lago del Mont Cenis y la verdad es que fue un regalo para los sentidos. Después quedaba una larga ruta por carreteras secundarias hasta el hogar materno, la tierra de mis ancestros... mi lugar en el mundo del que tantas veces os he hablado. Allí, rodeado de esencias familiares, presencias cercanas, imágenes revividas y búsquedas imperecederas, viví el placer de la soledad y el silencio, para acallar voces internas que persistían en reivindicar su afán de protagonismo, muy a pesar de mi necesidad. Pero esa es otra historia... Quedan las imágenes... Que lo disfruten.
Fotazas y pedazo viaje. Creo que hoy te has ganado una nominación a los próximos Pimpf, jejeje. No sabría con cual quedarme, aunque quizá, como soy así especialito, la de la casa amarilla con la ropa colgando.
ResponderEliminarBicos Ricos
jajaja... Bienvenida sea si toma cuerpo. Supongo que a ti te pasará con tu Galicia amada, pero cuando hay un amor especial por el lugar, la luz, el enfoque y el encuadre se convierten en causales aliados... Besotes.
ResponderEliminarCómo me gustan tus fotos. Son tan buenas que parecen mías ;).
ResponderEliminarMe reconozco en ese chico de espaldas y en el otro en contraluz con los faroles. En la ropa tendida (tendencias, lo llamo). En la estupenda foto cenital del anciano. En las pareces, las ventanas y los escaparates. Y en las bicis.
Preciosos los paisajes aunque me quedo con el blanco y negro (el niño sentado en la barca soy yo). Excelente todo el reportaje, enhorabuena.
Conozco la provenza y la Costa Azul pero nunca pasé a Italia. Lo haré para acabar con esta envidia dañina después de leerte.
Un abrazo
Si es que no se puede ser más bonico.... Ay Uno... Pero si lo haces ahorra mucho para peajes... Me dejé Lyon por el camino estaba en la ruta inicial, pero ya era demasiado... Me entraron ganas de ir después de tus reportajes... Pero había que dejar algo, qué dos semanas no dan para tanto... Besotes.
ResponderEliminarJo, vaya fotos, vaya viaje, vaya todo!! Qué envidia, más ahora que he comenzado a estudiar italiano y las ganas de conocer el país son cada día más irresistibles. Has hecho un viaje como a mí me gusta: en coche, con calma, perdiéndose...Una maravilla! Gracias a ti he estado un poquito allí.
ResponderEliminarBesote
DeWitt... Cómo invitación, veo que ha dado sus frutos...jejeje... Yo también de esos que alguna vez quisieron aprender italiano... Mi ideal de viaje es así, en coche, perdiéndome... Y descubriendo las maravillas del mundo sin nada excesivamente programado. Siempre tan bonico... Y tan agradecido... Mil besos amigo.
Eliminarque envidia y que ganas de viajar largo y sosegado
ResponderEliminarCanadá tal vez?... Eso hay que hablarlo detenidamente... Muakas.
EliminarJoder que envidiaaaaaaaaaaaaaaa.
ResponderEliminarTu si que sabes Melvin.
Me gustaría conocer Luca.
Quizás el año que viene.
Saludos.
Jajaja... Un día de estos me vas a dedicar algún versito de los tuyos...yo prometo recompensarte con nuevos viajes y reportajes... Me alegra que valores tanto esta odisea... Lucca no te dejará indiferente. Besotes.
EliminarFotos impresionantes para retratar paisajes impresionante. Yo antes imágenes como éstas refuerzo mi condición de europeo, aunque sea por el poquito de parte que me toca. Y enhorabuena al fotógrafo, que no todo va a ser el decorado. Tienes muy buen ojo, consérvalo.
ResponderEliminarUn abrazo enorme
Moisés... Gracias por tus palabras acogedoras y tan motivadoras... Estoy muy feliz de lo que recogí en este viaje, con mayor o menor acierto... Y sí, definitivamente Europa rebosa belleza y hechizo...viva Europa a pesar de su soberbia... Besotes.
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