Verano 2006
Como era de esperar a los pocos días nos vimos. Fuimos a una zona de moda en la playa. Yo iba con un par de amigos y Jaime con un compañero de trabajo. Elegimos unos de los bares más conocidos de la zona y nos acomodamos en las butacas para empezar la noche cervecera. Mis amigos se tenían que marchar pronto, pero yo me negaba a despegarme de aquellos ojos azules, que estaban haciendo a mi mente disolver todos mis problemas en la noche. Me quedé con él y con su compañero bebiendo un rato más, luego acompañamos al compañero al hotel donde estaba instalado, subimos a la habitación, y estuvimos un buen rato haciendo el tonto. Finalmente ya casi al amanecer Jaime me llevó a casa. Quedamos varias veces sin que pasase nada, ya que como os dije en el anterior post de la historia, en aquel momento estaba saliendo con el que aquí llamaré Petardo, porque por no merecerse no se merece ni nombre de persona. Una noche en la que yo llegaba ofuscada de todo, fuimos al parador, y allí, sentados en un muro, con la ciudad iluminada de fondo, nos besamos.
A los pocos días, Petardo estaba ya bien lejos de ser mi pareja. Jaime y yo pasamos muy buenos ratos, y se suponía que hasta ahí debía llegar todo. Nos veíamos cuando podíamos, porque el trabajaba por la mañana y por la noche, y yo por la tarde. Disfrutaba de cada segundo con él, cada mirada, cada risa, todo demasiado bueno para ser real. Pronto pasó lo que tenía que pasar. Yo me hacía la dura pero sabía que me estaba encoñando irremediablemente. Él lo notó y empezó a cambiar conmigo. Ya no llamaba, ya no escribía. Más de una vez me lo encontraba de casualidad. Demasiado para mí, abandoné.
Desgraciadamente para mí, el ser humano es el único que tropieza dos veces con la misma piedra, y un mes después, tuvimos exactamente la misma historia.
Año 2010,
Mi tetería favorita estaba petada, así que decidimos ir al centro de la ciudad a buscar un sitio donde tomar algo. Empezamos a hablar. Le digo que aunque haya quitado los estados de las redes sociales y no los haya vuelto a poner, Enrique y yo hemos vuelto. Me dice que no entiende por qué volvemos si tenemos problemas, hablamos de las debilidades, y del tiempo que pasamos juntos. Me dice claramente que él no va a parar, que viene a por mí. Yo le recuerdo que de él ya estoy muy escarmentada, y que le va a costar sudor y sangre, que me cuesta la vida confiar en él, y que aunque las cosas con Enrique estén cada peor no voy a dejar a la persona a la que más quiero en el mundo para lanzarme a los brazos de alguien que ya me ha dado dos palos. En ese momento Jaime parece contrariado, no recuerda que fuese así. La verdad es que sí fue así, sólo que él no se enteró. Cada vez que tuve que ver cómo desaparecía fue golpe para mí...