Cuando voy a las tiendas de música y me compro un disco, muchas veces pienso en lo que estoy perdiendo de adquirir por culpa de ese bichito que tengo dentro, que me dice que no hay como tener el cd original para sacarlo de su cajita y colocarlo mientras te relajas de la semana. Nada que ver con poner el mp3 que siendo sinceros suele llevarte a ese apabullante hostigamiento musical en el que ya nada importa, porque si te lo propones llegas a tener tanta música que es imposible escucharla toda. Incluso algunos grupos ni te interesan, pero los juntas porque hay que “tenerlos” (El dilema consumista a nivel de software).
Pero no siempre fue así, cuando yo era un cabro chico nos pasá bamos el mes juntando las lucas para tener un cd y aunque con los años la gran colección fue desapareciendo, la “extasiante” sensación de tener el disco con su cajita en el mueble de los cd´s se mantiene (si, ese artilugio aun algunos lo tenemos y no lo cambiaremos por más que salgan y salgan mesitas para colocar el mp3 con parlantes de última generación). El ver tu colección de discos produce ese placer fetichista que es directamente proporcional al dolor de guata que me da cada vez que nos pasamos con la Nohe por la disquería, porque aunque el otro placer culpable, los libros, acá son ultra very baratos, los discos de música son un muy buen mecanismo de compensación de costos, llegando a sentir en carne propia la hidalga defensa que realizan los cocodrilos de mi billetera cuando presa de la tentación compramos cd´s.
Pero esta crónica era para contarles sobre un regalo entre caballeros.. Siendo yo aun una persona sin pelos en la cara que vagabundeaba por el universo adolescente musical de fines de los 90, una vez hace ya muchos años atrás comenzó mi romance con el grupo musical Bad Religion, muy censurados por los adultos durante mi época escolar, principalmente por el nombre tan transgresor que tenían, pero que no albergaba sus raíces en un movimiento satanista que intentase comer nuestros jóvenes corazones, Ja!. Bad religion tiene una fuerte influencia científica, realizando su líder y creador (la fundó a los 15 años) constantes críticas al pensamiento creacionista, esto se ha acentuado con los años porque Greg Graffin se tituló en biología y geología en la universidad de California. También obtuvo un máster en geología en UCLA y recibió su Ph.D. en paleontología evolutiva en la Universidad de Cornell y como resulta que a mi nunca me dejaron de gustar, a mis 28 años he recibido un regalo de Bad Religion porque en sus treinta años de aniversario han reparado en el dolor de guata que implica comprar los discos y en los cocodrilos de la billetera que tanto sufren, así que nos han enviado a los que estamos inscritos en el sitio web gratis su último disco en vivo, lo que me ha llenado de una enorme satisfacción pero me ha dejado un poco contrarevolucionado, ya que el disco, que en su calidad es excelente, es un conjunto de archivos mp3, por lo que tendré que ir contra mis creencias puritanas y a partir del original en mp3 piratearme el cd para que mi colección del mueble de cd´s alcance esa fetiche perfección que los fans siempre soñamos obtener.