En un balcón se duerme
la insomne serenata
y en los arpegios crecen
los sueños de un cantor.
Mientras la niña triste
bebe del pentagrama
los ecos que desgrana,
la voz del trovador.
La noche los envuelve
en tules azulados
y con guiños de estrellas
se escucha una canción.
La niña se estremece…
Su corazón se viste
de magia y de colores
y cambia sus tristezas
por un sueño mejor.
Por el aire nocturno
navegan los compases
de un vals que a medianoche,
conjuga taciturno
un milagro de amor.
Una ronda de sonidos
ha quebrado los silencios…
Y hasta el aire conmovido
se convierte en un suspenso.
............................................
La música termina…
Enmudece un ruiseñor;
sonriendo está la niña…
sonriendo está su amor.
Transcurren tres minutos
y una puerta se abre…
Y allí terminan juntos
la niña y el cantor…
Dos cuerpos se fusionan
en un abrazo lento…
Dos almas se ilusionan
soñando el mismo sueño.
...........................................
La brisa devana a medianoche
promesas y caricias en espigas
y surge en mágico derroche,
un fresco perfume de glicinas.
La noche se torna muy celeste
para pintar de celeste aquel amor,
que vibró en una bella serenata
y en la dulce melodía de una voz.
En el sagrado evangelio de la sangre
se construyen las fibras de este amor;
y con besos se fundan catedrales
que bendicen a la niña y al cantor.
Aún resuenan los ecos celestiales
de aquella emocionante serenata
y como dos alfareros de la vida
proyectan un futuro de esperanzas,
donde habiten los sueños de los dos.
En tanto, en la línea ideal del horizonte
se asoma refulgente un nuevo día,
mientras sonriendo está la niña
en brazos del trovador.
la insomne serenata
y en los arpegios crecen
los sueños de un cantor.
Mientras la niña triste
bebe del pentagrama
los ecos que desgrana,
la voz del trovador.
La noche los envuelve
en tules azulados
y con guiños de estrellas
se escucha una canción.
La niña se estremece…
Su corazón se viste
de magia y de colores
y cambia sus tristezas
por un sueño mejor.
Por el aire nocturno
navegan los compases
de un vals que a medianoche,
conjuga taciturno
un milagro de amor.
Una ronda de sonidos
ha quebrado los silencios…
Y hasta el aire conmovido
se convierte en un suspenso.
............................................
La música termina…
Enmudece un ruiseñor;
sonriendo está la niña…
sonriendo está su amor.
Transcurren tres minutos
y una puerta se abre…
Y allí terminan juntos
la niña y el cantor…
Dos cuerpos se fusionan
en un abrazo lento…
Dos almas se ilusionan
soñando el mismo sueño.
...........................................
La brisa devana a medianoche
promesas y caricias en espigas
y surge en mágico derroche,
un fresco perfume de glicinas.
La noche se torna muy celeste
para pintar de celeste aquel amor,
que vibró en una bella serenata
y en la dulce melodía de una voz.
En el sagrado evangelio de la sangre
se construyen las fibras de este amor;
y con besos se fundan catedrales
que bendicen a la niña y al cantor.
Aún resuenan los ecos celestiales
de aquella emocionante serenata
y como dos alfareros de la vida
proyectan un futuro de esperanzas,
donde habiten los sueños de los dos.
En tanto, en la línea ideal del horizonte
se asoma refulgente un nuevo día,
mientras sonriendo está la niña
en brazos del trovador.
© 2008 Alma Mateos Taborda (princesa_azul)