martes, febrero 09, 2010

Sólo nos queda la gloria



El tiempo y la memoria son realidades tangibles en el mundo de los sueños, lo que permite a la gente moldearlas a su antojo. O, al menos, eso pensamos. Hay quienes viven el presente continuo, creyéndose tan modernos como el momento que suponen vivir y tan clásicos como el adagio “carpe diem” que engaña a su vista. El tiempo se les escapa entre las manos en un perpetuo cambio del futuro a pasado. Los hay que sólo viven del pasado, eternos infelices sin visión ni perspectiva, fugaces retornos al recuerdo dando la espalda a la vida.
Pero resultan mucho más interesantes aquéllos que sólo dan valor a la eternidad. Ponen en valor únicamente lo que perdura, las cosas no valen por lo que hoy se dirá de ellas sino por cuánto tiempo se seguirá diciendo.

Es difícil imaginar un mundo de sueños más real que el fútbol, un lugar donde se moldeen el tiempo y la memoria más accesible que un estadio y una sociedad más segura de la eternidad que el Real Madrid.

Suele decirse que somos más comprensivos con la mediocridad que con la excelencia, y supongo que la cercanía inconsciente tendrá algo que ver. Tal vez por eso nos cueste tanto admirar al madridismo, sea por pertenencia familiar o, al menos, por vecindad civil. Desde la vecina aldea de corazones rojiblancos, nuestros respetos a los más grandes: “Sueñan contigo, Fortuna, los cometas de la capital. No sacian su sed con el éxito, con conocerte y que les sonrías. Buscan la gloria, escribir ellos la Historia, que todos envidiemos su memoria. Visten de blanco, el cielo inmaculado, escudo coronado de adornos de laurel. Campeón de campeones, se alimentan de exigencia, les exigen la excelencia donde quiera que estén”.

La leyenda del Real Madrid se ha forjado sobre unos valores inquebrantables, una cultura basada en al ética del esfuerzo y la superioridad y unas personalidades a la altura de tan petulantes convicciones. En la conciencia del fútbol, sobrevive como la Grecia clásica del juego occidental: cuna del arte y la medida de la belleza, la cruel exigencia de la victoria, sus mitos y epopeyas, sus dramas y sus tragedias. En un mundo como el actual, estos fanáticos de sí mismos asustan por lo que han conseguido.

El más fino analista que conozco dijo una vez que el Real Madrid es Esparta. Gloria o muerte. Matas a hierro a los enemigos o mueres a hierro entre el madridismo. No mires atrás, vístete de blanco y asume el peso de la grandeza. La épica es el camino más corto que conoce esta gente hacia la trascendencia. Sobrevive como un héroe o asume una muerte heroica. Sin eternidad ni heroísmo jamás reconocerán haberte conocido. La educación espartana estaba dirigida a la guerra y al honor, de ahí que las madres alentaran a sus hijos antes de partir al combate: “Vuelve con el escudo, o hazlo encima de él”. En ese caso, sacudirán tu recuerdo y se lo entregarán al siguiente aspirante a héroe por los siglos de los siglos. Esto es el Real Madrid. Gloria o muerte.

Desfilan los pontífices de la victoria con su casulla blanca inmaculada y la estola dorada. En pie el mundo del fútbol, cortesía a los que dominan. Todos quisiéramos ser tan grandes como ellos. Siendo nosotros mismos, por supuesto, pero tan grandes como ellos.


Guns n´Roses- Knockin' on Heaven's Door

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