En este pueblo, mezclados entre la población, vivían un hombre y una mujer a quienes sus vecinos no conocían. Se habían casado y tenían un niño de unos seis meses de edad.
Una noche, el niño empezó a llorar, sin que la madre supiera que hacer para calmarlo, a pesar de las caricias de la madre, de mecerle en sus brazos, de intentar darle de mamar, el niño no cesaba de llorar y gritar.Entonces, la madre cogió al bebe en brazos y fue a pasear con el a las afueras del pueblo, sentándose bajo el gran Tamarindo donde las mujeres solían juntarse por la mañana y por la tarde para moler arroz, por lo que le llamaban Ambodilôna, la madre pensaba que la brisa y el frescor de la noche calmarían al niño, en cuanto ella se sentó, el niño se callo y se quedo dormido, entonces suavemente volvió para casa, pero nada mas cruzar la puerta, el niño se despertó y comenzó de nuevo a llorar y gritar.
La madre salió de nuevo y volvió a sentarse en un mortero de arroz, como encantamiento, el niño dejo de llorar y volvió a dormirse, la madre que quería volver junto a su marido, se levanto y se dirigió hacia la casa. Nuevamente en cuanto la mujer cruzo el umbral de la puerta el niño se despertó y comenzó a llorar violentamente. Por tres veces hizo la madre lo mismo, y tres veces el niño se dormía en cuanto ella se sentaba en el mortero de arroz, y se despertaba cuando ella intentaba entrar en casa, la cuarta vez, decidió pasarse la noche bajo el Tamarindo.Apenas había tomado esta decisión, cuando de repente todo el pueblo se hundió en la tierra desapareciendo con un gran estruendo. Donde hasta entonces había estado el pueblo, no quedaba sino un enorme agujero, que de pronto comenzó a llenarse de agua hasta que esta llego al pie del Tamarindo donde la mujer asustada sostenía a su hijo apretándole entre sus brazos.En cuanto se hizo de día, la mujer fue corriendo hasta el pueblo mas cercano y contarles lo que había sucedido ante sus ojos y como habían desaparecido todos los vecinos.
Desde entonces, el lago adquirió un carácter sagrado, en el viven muchos cocodrilos en quienes los Antankarana y los Sakalava creen que se refugiaron las almas de los antiguos habitantes de la aldea desaparecida bajo las aguas, por esta razón, no solo no se les mata, sino que se les da comida en ciertas fechas.Tanto el lago Antañavo, los cocodrilos que en el habitan, como el gran Tamarindo Ambodilôna son venerados y se acude a ellos para pedir ayuda.
Así, cuando una pareja no puede tener hijos, acude al lago he invoca a las almas de los habitantes desaparecidos pidiéndoles que se le conceda una numerosa descendencia, prometiendo a cambio, volver para ofrecerles el sacrificio de animales para su alimento. Cuando la petición tiene exito, la pareja regresa al lago para cumplir lo prometido, los animales sacrificados se matan muy cerca del agua, parte se echa en el agua y parte de su carne se reparte por las cercanías del lago, para provocar que los cocodrilos se alejen todo lo posible del agua, porque piensan que cuanto mas se alejen, mayor sera la ayuda que proporcionaran.Cuando un Antakarana cae enfermo, se le lleva muy cerca del lago, se le lava con sus aguas y dicen que se cura.
Autor: Desconocido.