Miguel Ángel Cejudo
Tras las doce campanadas: ¡nada de nada! Porque los muertos no esperan nada del año nuevo, y Natividad desea estar muerta... Como buena numantina no se rinde, y anticipa su glorioso final enarbolando el documento que así lo confirma. Le echa un último vistazo: “La víctima, dulce y tierna, se deshizo en... La muerta trató, heroicamente, de posicionarse en primera fila… La inmolada resultó de un gusto exquisito…” Nati piensa que tal vez se ha excedido con los sustantivos, que los adjetivos igual pecan de pretenciosos, que no estaría mal cambiar el término “muerta” por asediada, mártir, suicida o... elegida. Lo que no reconoce es que tanta literatura, tanto bodoque, filigrana y fantasía desvían la atención y le restan realismo… Pero sobre todo, Natividad olvida que ¡todavía no está muerta!, y que por mucho que redacte su ansiada necrológica cada Navidad, seguramente este año tampoco lo estará. Porque tras las doce campanadas, entre brindis de cava, turrones de Jijona, pan de Cádiz, polvorones y mantecados de Estepa o Antequera, mazapán de Soto y Toledo… ¿quién va a elegir una figurita de mazapán soriano?
Amparo Martínez Alonso
Y para terminar el año en ENTC un poco de humor soriano, porque mi tierra es fría, dura y despoblada, pero algo tendrá ese "Camino Soria", ese "río Duero, río Duero nadie a contemplarte baja...", ese "olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido..." para que tan buenos escritores le canten.