Echo
un vistazo, por encima, deslizo la mirada en diagonal y… me gusta; se trata de «El
orín de los perros», un artículo publicado recientemente por el exjuez Baltasar
Garzón, en el que hace referencia a asuntos de la justicia, a algunos asuntos lamentables
de su estado actual en nuestro país (InfoLibre, 03-02-2025).
Y
su lectura me lleva a revisitar el ejemplar (desde hace cincuenta años acudo a
él de vez en cuando: por eso anda muy manido el pobre) de la Antología rota
de León Felipe (Editorial Losada, Buenos Aires, 1974), un título que conservo
con mimo desde principios de los setenta en mis estantes de libros de poesía. Y
ello, a su vez, me trae a la memoria cuándo, dónde y en qué condiciones lo
adquirí, y en qué situación andaba nuestro país en aquellas fechas de su compra
bajo mano (ya se sabe: la censura de la dictadura) a mis veintipocos años.
Al poema en el que aparece el sintagma «el
orín de los perros» («Pero ya no hay locos», págs. 54-56 de la citada antología)
me he referido en diversas ocasiones
charlando entre amigos y conocidos de confianza, aunque no para centrar el foco
donde lo quiero hacer ahora. Hasta hoy siempre lo había centrado en unos pocos
versos de su comienzo, entre los que destacaba uno en concreto:
Franco…. el sapo
iscariote y ladrón en la silla del
juez repartiendo castigos y premios.
Pero
la lectura del artículo de Garzón me lleva ahora a fijar mi atención en otra parte
del poema, que bien podría resumirse en los siguientes cinco versos:
Si no es ahora, ahora que
la justicia vale menos,
infinitamente menos
que el orín de los
perros;
si no es ahora, ahora que
la justicia tiene menos,
infinitamente menos
categoría que el
estiércol;
si no es ahora... ¿cuándo
se pierde el juicio?
Interesante, ¿no?, el paralelismo, la conexión que establece
el exjuez entre los versos del poema de León Felipe y el estado actual de la
justicia en nuestro país; y acertado, muy acertado, por lo que respecta a
algunos casos, quiero pensar que puntuales, de nuestro sistema judicial.