SECCIONES

viernes, 7 de marzo de 2025

Inteligencia

Vivir acorde con lo que te rodea, con lo que tienes, con lo que hay… (y tómese ese «hay» de la manera más amplia posible, que incluya el cómo eres y el cómo estás…, sí, el cómo te encuentras física y psíquicamente en cada momento de tu vida).

Seguir los consejos de los «sabios», muchos de ellos estoicos (importancia de los clásicos: Epicuro, Marco Aurelio, Séneca, Montaigne…), y los de las actualmente muy extendidas teorías de la «inteligencia emocional».

Finalidad: ser feliz; a lo que un servidor añadiría: «dentro de lo que cabe».

 

viernes, 28 de febrero de 2025

Hablar, leer y escribir

Voy andando y oyendo la radio cuando uno de los contertulios de la SER hace alusión a una frase que, como nombra dos de mis temas favoritos —la lectura y la escritura—, me induce a la escucha. Dice algo así como que la lectura hace al hombre completo, la escritura preciso… y alguna otra cosa más que no pillo, por lo que no puedo grabarlo en el móvil con suficientes garantías de fidelidad; ¡ah!, y creo entender que su autor es Rostand.

Por la tarde busco en internet y pronto llego a un sitio de autoría clara (me gusta saber en qué fuentes bebo). «La lectura hace al hombre completo; la conversación lo hace ágil, el escribir lo hace preciso» encuentro en un artículo firmado por Sarah Romero en Muy Interesante (consulta 16-08-2020). ¡Ah!, y el autor es Francis Bacon, no Rostand.

Tranquilamente, lo pienso, le doy unas cuantas vueltas en mi cabeza y… sí, me gusta, y estoy de acuerdo. Aunque, como soy algo tiquismiquis, ante los términos «completo», «ágil» y «preciso» yo antepondría en cada caso la palabra «más», con lo que la afirmación de Bacon (mínimamente retocada por mí, por lo que ya no sería literalmente la de Bacon) quedaría así: La lectura hace al hombre más completo; la conversación lo hace más ágil, el escribir lo hace más preciso.

Matices.

 

viernes, 21 de febrero de 2025

Infinitamente menos

Echo un vistazo, por encima, deslizo la mirada en diagonal y… me gusta; se trata de «El orín de los perros», un artículo publicado recientemente por el exjuez Baltasar Garzón, en el que hace referencia a asuntos de la justicia, a algunos asuntos lamentables de su estado actual en nuestro país (InfoLibre, 03-02-2025).

Y su lectura me lleva a revisitar el ejemplar (desde hace cincuenta años acudo a él de vez en cuando: por eso anda muy manido el pobre) de la Antología rota de León Felipe (Editorial Losada, Buenos Aires, 1974), un título que conservo con mimo desde principios de los setenta en mis estantes de libros de poesía. Y ello, a su vez, me trae a la memoria cuándo, dónde y en qué condiciones lo adquirí, y en qué situación andaba nuestro país en aquellas fechas de su compra bajo mano (ya se sabe: la censura de la dictadura) a mis veintipocos años.

Al poema en el que aparece el sintagma «el orín de los perros» («Pero ya no hay locos», págs. 54-56 de la citada antología) me he referido en diversas ocasiones charlando entre amigos y conocidos de confianza, aunque no para centrar el foco donde lo quiero hacer ahora. Hasta hoy siempre lo había centrado en unos pocos versos de su comienzo, entre los que destacaba uno en concreto:

Franco…. el sapo iscariote y ladrón en la silla del

   juez repartiendo castigos y premios.

Pero la lectura del artículo de Garzón me lleva ahora a fijar mi atención en otra parte del poema, que bien podría resumirse en los siguientes cinco versos:

Si no es ahora, ahora que la justicia vale menos,

   infinitamente menos

que el orín de los perros;

si no es ahora, ahora que la justicia tiene menos,

   infinitamente menos

categoría que el estiércol;

si no es ahora... ¿cuándo se pierde el juicio?

Interesante, ¿no?, el paralelismo, la conexión que establece el exjuez entre los versos del poema de León Felipe y el estado actual de la justicia en nuestro país; y acertado, muy acertado, por lo que respecta a algunos casos, quiero pensar que puntuales, de nuestro sistema judicial.

 

viernes, 14 de febrero de 2025

El recuerdo

«La auténtica medida de la vida es el recuerdo», leí, hace ya un tiempo, que pensaba Walter Benjamin (Foenkinos, David: Charlotte. Madrid: Alfaguara, 2015, pág. 158).

Ahora, quizás porque dedico buena parte de mis horas a escribir sobre mis recuerdos, me doy realmente cuenta del acierto que encierra esta oración.