Nos encontramos ante una de las obras más bellas y que mejor definen el estilo de su autor: Botticelli. La técnica utilizada es el temple y el soporte la tabla, como era típico en el Renacimiento. Se trata de un tema mitológico, que está integrado por los siguientes personajes: la diosa Venus que se encuentra en el centro, y arriba se forma una especie de aureola, a su izquierda las Tres Gracias, que bailan alegremente cerca del dios Mercurio, (guardián del jardín de Venus) y a su derecha se encuentran Céfiro y su esposa, la ninfa Cloris, un poco más adelante aparece Flora y encima de la cabeza de Venus, aparece volando un ángel, sin duda Cupido. Los personajes se sitúan en un bosque de naranjos.
Se trata de una obra idealista, aunque los personajes presenten rasgos muy naturalistas apreciables sobre todo en las facciones y en los cabellos, pero el paisaje es bastante idealista y los cuerpos carecen de naturalismo. Por otro lado, se trata de un cuadro en el que se aprecia un fuerte dinamismo, pues todas las figuras parecen estar agitadas, esto se aprecia especialmente en los cabellos y en los mantos que cubren los cuerpos de las Tres Gracias, así como en los vestidos de los demás personajes. En este cuadro desaparece totalmente la rigidez, para dar lugar a unos rostros nostálgicos, como el de Venus y Flora, otros más tiernos como los de las Tres Gracias, mientras que Mercurio tiene un rostro más entusiasmado, y Cloris y Céfiro se miran mutuamente con amor. A pesar del detallismo que este autor emplea en las figuras, esta minuciosidad desaparece respecto al paisaje, el cual es bastante sencillo, además tampoco le interesa la perspectiva ni la profundidad, pues la pintura es bastante plana. La luz es nítida, la cual alumbra todas las partes de la obra. También podemos apreciar los contornos de las figuras, definidos con una línea negra, la mayoría de estas líneas son curvas que oscilan como ondas. Por último cabe señalar que en esta obra predominan los colores claros, aunque sin excluir los tonos más oscuros y brillantes.
El autor de esta obra es Sandro Botticelli, pintor del Quattrocento. Es un pintor de una sensibilidad exquisita, al que como se puede apreciar claramente en esta obra no le interesan las conquistas técnicas, se podría decir que su concepción de la pintura es más poética que científica o matemática. Opta por las figuras humanas, dejando el tratamiento del paisaje en un segundo plano. Domina en él la vocación de dibujante de líneas deliciosas, que oscilan como ondas. Estas figuras suelen aparecer agitadas por el movimiento y con rostros meláncolicos. Al final de su vida se acentuará el dramatismo en sus obras: colores intensos, movimiento exaltado, contenido moralizante…
Esta obra pertenece al arte renacentista, que se desarrolla principalmente en Italia, en los siglos XV y XVI. Con la llegada de este nuevo arte se produce una vuelta a las formas clásicas, siendo de nuevo el hombre el centro de todas las composiciones. En este periodo destaca la figura del humanista, quien posee una amplia variedad de conocimientos, como es el caso de Leonardo da Vinci. En esta época también nace la crítica del arte, que da lugar al surgimiento de tratados de arquitectura, pintura y escultura. Por su parte el papel del artista cobra importancia y es respetado y venerado por todos. Por último tampoco debemos olvidar el papel de los mecenas, que son los protectores de los artistas y que en muchos casos financian las obras. Destaca la familia de los Médici.
2º Bachillerato D