
miércoles, 30 de noviembre de 2011
Impoluta

lunes, 28 de noviembre de 2011
Zen y depresión. Cerca de la verdad

La verdad os hará libres.
Jesús
Una vez fui a hablar con mi maestro zen, Katagiri Roshi, de un obstáculo que encontré en mi meditación. Le expliqué que no tenía ningún problema en comprometerme con las enseñanzas budistas o con él como maestro. Pero tenía problemas al comprometerme con la idea del Sangha –la comunidad budista zen local–, tal como la tradición budistas insta a hacer.
Katagiri escuchó todo lo que dije. Luego me respondió: ¿Por qué te preocupa tanto ese asunto? ¿Por qué no tomas el voto de comprometerte con la verdad, sea donde sea que la encuentres?
Me sentí aliviado, como si me hubiese dado permiso a mí mismo. Sólo más tarde empecé a comprender la difícil tarea que me había sido otorgada.
Katagiri sabía que por entonces estudiaba aikido. En unas pocas frases expresó las ideas principales de esa práctica, aunque aparentemente daba la impresión de no estar familiarizado conella. Me preguntó: "¿En el aikido no se trata de estar lo más cerca posible de tu oponente, ya que esa es la distancia más segura? Pues lo mismo ocurre con la búsqueda de la verdad". Se paso las manos una por encima de la otra y continuó: ·"Permanecer cerca de la verdad es también el lugar más seguro. La verdad no puede herirte cuando estás ahí".
Unos cuantos años antes tuve una intensa experiencia durante un retiro de meditación, en el que me acerqué mucho a algunas verdades.Pero la experiencia de la verdad me asustó, y después pasé gran parte de mi tiempo tratando de alejarme lo más posible. Por desgracia, lo aterrador –y maravilloso– de ver la verdad es que no puedes olvidarla una vez que la has visto, ni puedes huir de ella. Puedes tratar de correr más, pero la verdad te perseguirá hasta que la aceptes, y lo que es más importante, hay que actuar de acuerdo con ella, si eso es lo que te pide.
En nuestra depresión a veces nos enfrentamos cara a cara con la verdad desnuda. Y puede resultar tentador, dado nuestro estado, tratar de echar a correr. Pero debemos recordar que hacerlo sólo nos causará más dolor y sufrimiento.
Así que sea amable consigo mismo en caso de ocurrírsele retroceder frente a la verdad, y recuerde que el lugar más seguro es estar cerca de ella.
Exploración suplementaria
Probablemente hay unas cuantas verdades en su vida que tiene miedo a reconocer. Empiece desde la simple curiosidad y piense en una de esas verdades. Puede que odie su trabajo y quiera dejarlo; tal vez hay algo que siempre ha soñado hacer pero que nunca ha intentado ni se ha atrevido a contárselo a nadie; puede que no se sienta tan cerca de sus hijos, amigos, compañero o compañera como le gustaría.
Al pensar en esa verdad, observe –y sitúelos aparte– sus pensamientos de autocrítica por no haberse enfrentado con ella antes (fijase en cómo esos pensamientos pueden distraerle a la hora de examinar la situación). Contemple su miedo y reconozca esa verdad. ¿Le preocupa tener que pasar a la ación? ¿Le causa dolor tener que aceptar esa verdad?. No tiene que pensar en lo que esa verdad le pide. Sólo tiene que verla y reconocerla.
Permita que esa verdad se manifieste en su conciencia. Déjela ser loo que es, sin miedos, ni críticas, ni rabia.
Mire directamente la situación que contiene esa verdad. No trate de apartarla, ni tampoco de huir de ella, simplemente quédese quieto y reconózcala. Permanezca con ella y entable amistad, examínela en lugar de tratar de determinar qué debe hacer con respecto a ella.
Dése cuenta de que ha permitido que permanezca en su conciencia, y de que puede regresar a esa verdad para volver a observarla siempre que quiera hacerlo.
Realizar la exploración sólo si te sientes cómodo haciéndola. Recomendación del propio autor.
(Extraído del libro "El camino del Zen para vencer la depresión". Autor Philip Martin)
viernes, 25 de noviembre de 2011
Tao Te Ching LXXXI

Las palabras verdaderas no siempre son hermosas,
las palabras hermosas no dicen la verdad.
Persuadir a la gente no tiene mérito,
los que persuaden no tienen mérito.
Los sabios no son eruditos,
los eruditos no son sabios.
El hombre sabio no acumula posesiones,
cuanto más hace por los demás, más posee.
La ley del cielo es beneficiar y no perjudicar.
La ley del sabio es cumplir con su deber, no competir,
ni luchar.
miércoles, 23 de noviembre de 2011
Libertad en el equilibrio
lunes, 21 de noviembre de 2011
El arte de la paz XI. Respiración y fluctuación de la marea

viernes, 18 de noviembre de 2011
El destino
Una vez un erudito le preguntó a Nasrudín:
–¿Qué es el destino?
Nasrudín contestó:
–Es una sucesión interminable de acontecimientos interrelacionados, cada uno de los cuales influye en todos los demás.
El erudito no quedó satisfecho con la respuesta y le dijo a Nasrudín que él creía en la ley de causa y efecto. Entonces, Nasrudín le contestó:
–A ese hombre lo van a ahorcar mañana. Usted, ¿qué opina?. ¿Lo van a ahorcar porque alguien le dio una moneda de plata que le permitió comprar un cuchillo con el cual cometió un asesinato, porque alguien lo vio cometerlo o porque nadie se lo impidió?
El erudito no supo qué contestar.
jueves, 17 de noviembre de 2011
La esterilidad de la indignación

Resulta curiosa, hablando de actitudes negativas, la facilidad con la que asumimos –por más ecuanimidad que cultivemos– actitudes farisaicas que nos hacen indignarnos apenas empezamos a considerar las cosas que nos desagradan del mundo, sobre todo de las que parecen derivarse de las acciones y las omisiones humanas. No es infrecuente, en este sentido, descubrirnos asumiendo estas actitudes, aunque, en ciertos momentos, haya personas concretas que a veces desempeñan, papeles espantosos. Recordemos, por ejemplo, el uso impropio y corrupto del lenguaje con el que suelen ocultarse –en una especie de newspeak* surrealista– las injusticias, las desigualdades y la explotación de los seres humanos y de los recursos naturales impidiéndonos discernir lo que realmente está ocurriendo. Recordemos el daño provocado por guerras que se hallan al servicio de intereses espurios y de fines más que dudosos; la sensación de que quienes detentan el poder y la responsabilidad no tienen empacho alguno en mentir, ocultar, inventar, coaccionar, manipular, negar, sobornar y racionalizar todo lo que hacen, sin importarles los medios que deban emplear para alcanzar sus ambiguos objetivos; la de un pequeño número de personas y de gigantescas organizaciones multinacionales que, con mucha frecuencia, actúan como si sus intereses, poder, desequilibrio y beneficio se hallaran por encima de los demás y hasta por encima de la ley.
También conviene recordar que, aun cuando todo sea relativamente cierto –y subrayo lo de relativo–, la indignación moral presenta, al menos, dos vertientes diferentes, la del yo y la de la arrogancia.
Todo el mundo coincidirá en que, a pesar del daño, tanto en vidas humanas como en sufrimiento, que puedan provocar, nadie se indigna con los tornados, los huracanes, los desastres, la destrucción y las pérdidas causadas por las inundaciones, los incendios forestales o los terremotos. Es cierto que, en respuesta a tales eventos, afloran emociones como la tristeza, la empatía, la compasión y la solidaridad, pero la indignación jamás hace acto de presencia. ¿Por qué? Supongo que porque, en tales casos, no hay nadie a quien podamos culpar o acusar. Los terremotos, en suma, simplemente ocurren.
Apenas advertimos la aparición de un "ello" –como, por ejemplo, "ellos deberían...", "ellos no deberían...", ¿cómo han podido...?" o "¿por qué no han...?– es decir, apenas asoma una supuesta individualidad en forma de conducta inadecuada, de ignorancia, de avaricia, de irresponsabilidad o de engaño, aflora también el impulso de enfadarnos, de imputar a otros una supuesta motivación y de convertirlos en un problema por más que, en tal caso corramos el peligro de deshumanizarlos. Y esto es especialmente cierto cuando sé que "ellos" están forzando las cosas, quebrantando abiertamente la ley, descuidando la protección medioambiental, violando la Constitución, amedrentando o sobornando a otros países, amasando deliberadamente un poder, una riqueza y una influencia ilegítimos y aprovechándose en beneficio personal de su papel de funcionarios públicos. Y esta actitud de superioridad moral no tiene empacho alguno en acusar y condenar a personas de cualquier lugar y de cualquier cultura, las conozcan o las ignore, tanto próximas como distantes.
Pero esa actitud también conlleva otro problema, porque todas las cosas que estoy mencionando llevan siglos ocurriendo. Basta con echar un vistazo a la temprana historia de China en un libro que recoge escritos de Chuang Tzu, el autor del poema con el que concluyo este capitulo, para advertir que, en torno a año -2205, un hombre llamado Yü es descrito como el "virtuoso fundador de la dinastía Hsia" y que, cuatrocientos años más tarde, en -1818, un hombre llamado Chieh es presentado como "el degenerado gobernante con el que acaba la dinastía". Siempre ha habido épocas de relativa tranquilidad y de completo desbarajuste, de seguridad y de inseguridad, de honradez y de deshonestidad, de acciones relativamente bondadosas y de otras inequívocamente malvadas. Podemos personalizar todo esto y culpar a determinados individuos y también podemos tomárnoslo como algo personal, pero lo cierto es que la cuestión es más profunda que todo esto. Quizás no seamos más que actores de una película onírica que sólo concluirá cuando nos demos cuenta de que somos nosotros quienes estamos alimentando el sueño y de que lo que de verdad importa es despertar. Entonces es cuando todos los personajes de esa pesadilla se desvanecen y ya no tenemos que seguir alimentándola para que discurra de un determinado modo.
¿Nos empeñamos en tomar partido, como solemos hacer, a favor o en contra y nos esforzamos en conseguir un mejor resultados provisional, aunque seguimos soñando siempre acabamos tropezando, más pronto o más tarde, con un "degenerado" como Hitler, un Stalin, un Pol Pot, un Sadam Hussein, un Pinochet o cualquier otra personificación espantosa o espasmo anónimo de la ignorancia, capaz de galvanizar a las masas y difundir el virus que alienta el miedo, el odio y la codicia en las personas vulnerables e insatisfechas? ¿O acaso preferimos, por el contrario, despertar y, de ese modo, amortiguar e incluso quizás acabar de una vez por todas con esas oscilaciones y experimentar una comprensión completamente diferente,una comprensión ortogonal del sueño, una comprensión de la raíz misma de la enfermedad que posibilite un equilibrio dinámico más sano que reconozca formas de trabajar y mantener a raya los impulsos que movilizan la mayor parte de nuestras acciones individuales y, por consiguiente, la mayor parte de nuestras instituciones y que siempre acaban sumiéndonos de nuevo en el sueño o en el trance? ¿O quizás la disyuntiva a las que nos enfrentamos no consista tanto en elegir una u otra de ambas alternativas, sino las dos al mismo tiempo porque, en realidad no son facetas diferentes del mundo, sino dos aspectos paradójicamente distintos de la misma totalidad inconsútil?
Ahora está claro el dilema al que nos enfrentamos. La arrogancia, por más comprensible que pueda ser, resulta, sea cual sea la cuestión de que se trate y del bando en el que nos hallemos,absolutamente estéril. Y si afirmo que es estéril es porque parte del supuesto de que las cosas "deberían", suceder se otra manera, cuando lo único cierto es que ocurren del modo en que ocurren. esto es ahora todo... y no existe otro ahora posible. Poco importa, pues, lo que supongamos que debería o no ocurrir. Esa no es más que una parte de la historia que nos contamos a nosotros mismos y que puede cegarnos a formas más imaginativas y auténticas de contemplar la situación y de mantener con ella una relación diferente por completo, desplazando así un poco la curva de la campana de la normalidad hasta promover una rotación ortogonal y reconociendo la locura –cuando no acabando con ella de una vez por todas–, algo que no tiene nada que ver con cambiar el reparto y seguir manteniendo el mismo guión enloquecido e incomprensible.
Para aprender a confiar en nuestra experiencia directa de las cosas, tenemos que acopiar el coraje necesario para seguir basando nuestras convicciones en cuestiones ideológicas o en la mera corrección política, sino en una percepción y una compresión basada en un discernimiento sabio. Quizás necesitemos también aprender –y dejar, para ello, que el mundo nos enseñe– a descansar en la conciencia abierta, ver las cosas que se ocultan tras los velos de las apariencias y de la información errónea e ir más allá también de nuestra ceguera, de nuestros buenos deseos y de la tendencia a dividirlo todo en blanco y negro o bueno o malo, perdiendo así de vista los matices.
Pero, además de todo eso, necesitamos asentarnos en lo que vemos, en lo que sentimos, en lo que podemos hacer, en nuestro compromiso en crear un mundo diferente sin caer, por ello, en nuestro "yo" mezquino basado en los miedos, con sus problemas, ni en la arrogancia que nos lleva a creernos moralmente superiores a los demás, puros, iluminados, limpios de culpa y de pecado, los únicos, en suma, que de verdad saben cómo son las cosas. Porque, cuanto más lo decimos y lo pensamos, más acabamos creyéndolo, hasta convertirlo en otra noción cosificada, en un nuevo impedimento para la misma libertad, sinceridad y moral que afirmamos rigen nuestra vida y no dudamos en exigir a los demás. Cualquiera puede ver el peligro que entraña este tipo de pensamiento, sobre todo en el caso de que lo ignoremos e independientemente del bando en el que nos movamos. "Yo estoy en lo cierto y ellos están equivocados" "Yo sé lo que está bien y ellos no" "¿Por qué están tan equivocados?" Entonces es cuando empezamos a atribuir motivos.
Pero ¿es que estamos realmente en lo cierto cuando creemos tener razón? ¿Y están los demás equivocados por el mero hecho de que así lo afirmemos? Recuerdo que, a este respecto, Soen Sa Nim solía decir: "Abre la boca y estarás equivocado". Pero a pesar de la complejidad e incertidumbre que ello supone, tú, yo, nosotros y todos nosotros tenemos que abrir la boca y a veces tenemos también que actuar, porque ésa es la naturaleza misma de la realidad. ¿Qué es lo que podemos hacer? Ése es un koan que requiere de una auténtica práctica meditativa y de una auténtica práctica política. ¿Podemos permanecer en el no-concimiento y despertar a algo nuevo, más osado, más imaginativo y más curativo que trascienda los límites de los procesos de pensamiento reactivos, desatentos y altamente condicionados y de las garras de las emociones aflictivas, en particular, del miedo? ¿Podemos descubrir un modo de encarnar la bondad que se asiente en una fortaleza interna y externa, especialmente en los momentos más críticos y difíciles, sin caer, por ello, en un fariseísmo corrosivo y corruptor?
El simple hecho de pensar en las cosas de un determinado modo puede acabar desencadenando nuestra indignación. Por ello, para abrir la puerta que conduce a la imaginación, la creatividad, la sinceridad, la atención plena y la acción sincera, es necesario cambiar el modo en que pensamos en las cosas.
Pero el yo es un constructo y, por más claros que sean los hechos, lo que hagamos en una determinada situación suele desencadenar, con más frecuencia de la deseado, nuestra respuesta arrogante. Independientemente de quienes seamos "nosotros" y de quiénes sean "ellos", "nuestra" indignación demuestra la misma ignorancia que "sus" infames maquinaciones. Quizás se requiera de algo mejor, de lago más sabio, de algo más relacional, de un modo de ver menos dualista, que no se apreste a cosificar la sensación de "nosotros" contra "ellos"· o, su prima hermana, la de "bueno" contra "malo", y que, dándose cuenta de ello, lo mantenga, por más intenso que pueda ser, simultánea y amablemente en la conciencia. Tal vez entonces podamos descubrir un modo de no seguir disgregados por el conflicto entre el pensamiento y el sentimiento, y aprender a integrarlos y actuar de manera sabia y estable para avanzar hacia la curación y pasar de la enfermedad y el desequilibrio a la relajación, el equilibrio y la armonía, o dicho en otras palabras, una política sabia y compasiva asentada en la atención y la bondad. Eso significaría realmente respetar, proteger y honrar el cuerpo político, con el compromiso de sacar lo mejor de nosotros y la confianza en que la visión clara es el mejor camino para lograr a largo plazo, la seguridad, la armonía y el equilibrio verdaderos.
Si un hombre cruza un río,
no se enfadará,
por más mal genio que tenga,
cuando su esquife choque con un bote vacío.
Pero si en el bote ve a un hombre,
le gritará, y si sus gritos no son escuchados,
gritará todavía más fuerte,
hasta acabar maldiciendo.
Todo ello si en el bote hubiese alguien,
pero si el bote estuviera vacío,
no se habría enfadado no hubiese gritado.
Si puedes vaciar el bote
con el que cruzas el río del mundo,
no habrá nadie que se te oponga,
ni nadie que pueda dañarte.
Chuang Tzu (siglo -III)
*Newspeak
Término introducido por George Orwell en su novela 1984 para referirse a un uso político e interesado del lenguaje que acaba despojándolo de todo significado. (Nota del traductor)
(Texto extraído del libro La práctica de la atención plena. Autor Jon Kabat-Zinn)
miércoles, 16 de noviembre de 2011
Floreces

martes, 15 de noviembre de 2011
Acción, no-acción

lunes, 14 de noviembre de 2011
Taoismo

De las dos principales tendencias chinas de pensamiento, el confucionismo y el taoísmo, esta ultima es la que está más orientada místicamente y por lo tanto resulta la más adecuada para ser comparada con la física moderna. Al igual que el hinduismo y el budismo, el taoísmo se interesa más en la sabiduría intuitiva que en el conocimiento racional. Reconociendo las limitaciones y la relatividad del mundo del pensamiento racional, el taoísmo es, básicamente, una vía de liberación de este mundo y, en ese sentido, se le puede comparar con el yoga o el Vedanta del hinduismo, o con el Óctuple Sendero del Buda del budismo. En el contexto de la cultura china, la liberación taoísta significa muy concretamente una liberación de las estrictas reglas convencionales.
La desconfianza hacia el conocimiento y el razonamiento convencionales es más fuerte en el taoísmo que en cualquier otra escuela del filosofía oriental. Está basada en la firme creencia de que el intelecto humano nunca podrá comprender el Tao. En palabras de Chuang Tzu:
El conocimiento más amplio no Lo conoce necesariamente. El razonamiento no hará hombres sabios en Él.
Los sabios se han dividido contra estos dos métodos.
El libro de Chuang Tzu está lleno de pasajes que reflejan el desprecio taoísta hacia el razonamiento y la argumentación. Por eso dice:
A un perro no se le considera bueno porque ladre bien; a un hombre no se le considera sabio porque hable hábilmente.
La disputa es una prueba de que no se ve con claridad.
Los taoístas consideran que el razonamiento lógico formaba parte del mundo artificial del hombre, junto con la etiqueta social y las pautas morales. No tenían el mínimo interés ene se mundo sino que concentraban su atención en la observación de la naturaleza, a fin de discernir las "características del Tao". De este modo, desarrollaron una actitud que era esencialmente científica y sólo su profunda desconfianza hacia el método analítico les impidió construir apropiadas teorías científicas. Sin embargo, la cuidadosa observación de la naturaleza, combinada con una fuerte intuición mística, condujo a los sabios taoístas a profundas percepciones, que han sido confirmadas por las modernas teorías científicas.
Una de las más importantes percepciones taoístas fue la idea de que la transformación y el cambio son rasgos esenciales de la naturaleza. Un pasaje de Chuang Tzu muestra con claridad cómo la importancia fundamental del cambio era discernida mediante la observación del mundo orgánico:
En la transformación y el crecimiento de todas las cosas, cada brote y cada característica tiene su propia forma. En ella está implícita su gradual maduración y su decadencia; el flujo constante de la transformación y el cambio.
Los taoistas consideraban todos los cambios que se dan en la naturaleza como manifestacones de la interrelación dinámica existente entre los opuestos polares yin y yang, y de esto modo llegaron a creer que cualquier par de opuestos constituye una relación polar, donde cada uno de los polos está dinámicamente unido al otro. Para la mentalidad occidental, esta idea de la unidad implícita de todos los opuestos es extremadamente difícil de aceptar. A nosotros nos parece de los mas absurdo que las experiencias y valores que siempre habíamos considerado contrarios sean, a fin de cuentas, aspectos de una misma cosa. En Oriente, sin embargo, siempre se consideró que para lograr la iluminación es esencial "trascender los opuestos del mundo" y en China la relación polar de todos los opuestos constituye la misma base del pensamiento taoísta. Dice Chuang Tzu:
"Éste" es también "aquél". "Aquel", es también "éste". Que "aquel" y "éste" dejen de ser opuestos constituye la esencia misma del Tao. Sólo esta esencia, como un eje, es el centro del círculo, que responde a los cambios din fin.
De la noción de que los movimientos del Tao son una interacción continua entre los opuestos, los taoístas dedujeron dos reglas básicas de la conducta humana. Siempre que desees lograr algo, deberás comenzar por su opuesto. Según Lao Tsé:
Quien quiera algo, deberá antes expandirlo.
Quien quiera debilitar algo, deberá antes fortalecerlo.
Quien quiera destruir algo, deberá antes levantarlo.
Quien quiera obtener algo, debe antes haberlo dado.
A esto se le llama conocimiento profundo.
Por otro lado, siempre que se desee retener algo, deberá admitirse en él algo de su opuesto:
Doblégate y permanecerás erecto. Vacíate y permanecerás lleno. Úsate y permanecerás nuevo.
Así vive el sabio que ha alcanzado el punto más elevado, punto desde el cual la relatividad y la relación polar de todos los opuestos es claramente percibida. Estos opuestos incluyen, antes que nada, los conceptos del bien y del mal, que se interrelacionan del mismo modo que el yin y el yang. Reconociendo la relatividad del bien y del mal, así como la de las putas morales, el sabio taoísta no se esfuerza en logra el bien, sino que más bien trata de mantener un equilibrio dinámico entre el bien y el mal. Chuang Tzu es muy claro en este punto:
Los dichos: "¿No debemos seguir y honrar lo correcto sin tener nada que ver con lo erróneo?" y "¿No debemos seguir y honrar a aquellos que aseguran el buen gobierno sin tener nada que ver con los que producen desorden?" muestran una falta de conocimiento de los principios del Cielo y de la Tierra y de las diferentes cualidades de las cosas. Es como seguir y honrar al Cielo sin tomar en consideración a la Tierra. Es como seguir y honrar al yin sin preocuparse del yang. Está claro que una conducta así no debe seguirse.
Es sorprendente lo mucho que, al mismo tiempo que Lao Tse y sus seguidores desarrollan su visión de mundo, los rasgos esenciales de esta cosmovisión fueran también enseñados en Grecia por un sabio de cuyas enseñanzas han llegado hasta nosotros sólo fragmentos, y que fue, y todavía es usualmente mal comprendido. Este "taoísta" griego fue Heráclito de Efeso. Compartió con Lao Tse no sólo su énfasis en el continuo cambio que plasmó en su afirmación de que "todo fluye", sino también el concepto de que todos los cambios son cíclicos. Comparó el orden del mundo con un "fuego siempre vivo, que en cierta medida se enciende y en cierta medida se extingue", imagen muy similar a la idea china del Tao en su manifestación cíclica del yin y el yang.
(Texto extraído del libro "El Tao de la física". Autor Fritjof Capra)
viernes, 11 de noviembre de 2011
La aceptación

jueves, 10 de noviembre de 2011
miércoles, 9 de noviembre de 2011
lunes, 7 de noviembre de 2011
Zen y depresión. Atención

Todos los días el maestro Zuigan Gen Osho tenía costumbre de llamarse a sí mismo diciendo:
–¡Maestro!
A lo que solía responder:Y luego proseguía:
–¡Despierta totalmente! ¡Despierta profundamente!
A lo que respondía:
–¡Sí, sí!
Mumonkan, caso 12
Resulta sorprendente, cuando nos damos cuenta, de la poca atención que ponemos en las cosas a lo largo del día. Nos levantamos por la mañana y vamos a trabajar como envueltos en una niebla. A veces a lo largo de ese día, podemos pararnos, como si nos despertásemos y ver lo descuidadamente que hemos llevado a cabo nuestras tareas.
Nuestras reacciones –sobre todo frente al dolor– son casi igual de automáticas. Muchas veces parecemos estar dormidos, si tenemos en cuenta la poca atención que ponemos a nuestras vidas.
La depresión parece dormirnos todavía más. Embota nuestras mentes, haciendo que nos resulte difícil poner atención. Al mismo tiempo, podemos estar tan enredados en el dolor de la depresión que no somos conscientes de ello. Toda nuestra energía está destinada a combatir el dolor. Y esa lucha hace que nuestro letargo se haga más profundo.
Pero por muy dormidos que andemos, siempre es posible despertarse. Todos nosotros podemos despertar y continuar despertando, mediante el sencillo proceso de cultivar la atención.
La atención nos permite retirarnos de nuestro dormir despiertos, a la vez que nos acerca más a un verdadero encuentro con nuestra vida. Aclara todo lo que añadimos a este momento desnudo y nos permite observarlo tal como es.
La meditación es una práctica de atención. Al ir aprendiendo cómo poner atención a nuestra mente y nuestro cuerpo, observamos todas las maneras en que nos olvidamos de estar atentos., y así podemos volver a orientarnos, una y otra vez, a la experiencia del momento presente. Al hacerlo, poco a poco aprendemos a estar más presentes al principio en nuestras meditaciones y más tarde en el resto de nuestra vida.
Durante la depresión podemos sentir como si anduviésemos dormidos por la vida. Ésa suele ser la manera en que nos describen los demás. Uno de los mejores antídotos para la inconsciencia es ser consciente de ella, ponerle atención. Así podemos evitar que la depresión nos robe nuestra experiencia de la vida.
La palabra atención significa "el acto de asistir, de estar presente". En el mejor de los sentidos, puede significar atender a nuestra vida y a la vida del mundo que nos rodea, como si atendiésemos a un niño pequeño con cariño y estando presente con él. Cuando sentimos que pasamos por la vida sin experimentarla, podemos dar un paso hacia la participación compasiva y completa empezando con el otro sentido de asistir. Podemos empezar simplemente a aparecer por nuestra vida.
Exploración complementaria
Se dice que shikantaza, la práctica de meditación zen de la atención sin preferencias, permite que la mente adopte su forma natural abierta, imperturbable y espaciosa como el gran cielo azul.
Sentado tranquilamente, empiece a concentrarse y sosegarse, observando y siguiendo la respiración. Cuando se sienta suficientemente sosegado, trate de practicar esta atención sin preferencias.
No se apegue a ningún objeto en particular como centro de su meditación; alimente un estado de atención abierta, de manera que ocurra lo que ocurra en su interior o en el exterior, pueda pasar a través del cielo abierto de su atención, como si fuesen nubes. Deje que todo llegue y se vaya, que atraviese su cuerpo y su mente. Observe las sensaciones, pensamientos, respiración, emociones y sonidos, pero no se concentre en ninguno de ellos.
Permanezca en ese estado de atención abierta. Resida en la tranquilidad y atención de alguien que escucha algo pequeño pero importante.
Permítase llenarse y vaciarse de todo lo que sucede interior y exteriormente, dejando que las visiones o sonidos y olores le atraviesen como atravesarían una puerta de tele metálica en verano.
Realizar la exploración sólo si te sientes cómodo haciéndola. Recomendación del propio autor.
(Extraído del libro "El camino del Zen para vencer la depresión". Autor Philip Martin)
viernes, 4 de noviembre de 2011
Si no hay orejas no hay mentiras

Un día, un juez solicitó a Nasrudín que le ayudara a resolver un intrincado problema legal.
–¿Cómo crees que debería castigar a un difamador?
–Muy sencillo –contestó Nasrudín–. Cortando las orejas a todos los que escuchan sus mentiras.
miércoles, 2 de noviembre de 2011
El poder del camino
