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Me llevaré un juguete cada mes
hasta que no me pidas perdón.
No me importó
perder a Pinocho, ni a Trasgo, ni siquiera al viejo león con el que dormía
desde pequeño. Pero sólo queda un mes y me ha dejado a Violeta para la última.
Es tan hermosa.
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Perdón. – Exclamo entre sollozos.
Y mi hermano mayor
vuelve a su alcoba para devolverme los juguetes.
Violeta sigue en el fondo. Con su coleta, su
agujero en la entrepierna y el nombre de mi hermano pintado en su zapatilla.