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22.2.22

Un proyecto de vida, por Lucía Aguirre


Desde hace 20 años, Francisco Garamona viene elaborando una de las obras más sutiles y complejas de la poesía argentina. Apartado de modas y de gestos epocales, sus libros ya se cuentan por decenas, además de sus discos, películas y otros proyectos. Aprovechamos esta entrevista para hablar un poco de su mundo tan inquieto.

 

 

Vos que sos un hombre interesado en distintas disciplinas, ¿encontrás diferencias entre las artes?

La diferencia en el arte sería la del impulso, ya que no es el mismo que se utiliza para construir un pequeño poema o edificar una novela. Hay una araña que trepa por el árbol del lenguaje, que de lejos es invisible pero de cerca da miedo. La mano que hace una escultura es la misma que cava el foso en donde después será emplazada. Como dijo Rimbaud hace más de 150 años, “este es un siglo de manos”. A mí siempre me interesó expresarme de las formas más diversas. Cuando era niño soñaba ser un actor trágico que interpretase su muerte una y otra vez en la televisión, y ahora solo quiero vivir, porque la vida te va llevando, como un río que te arrastra y te deposita en una de sus orillas. La poesía, la música, la pintura, el cine, el teatro, la edición, ¿qué son sino pequeñas actividades del espíritu y participaciones en la vida?

 

A diferencia de El gusanito, mucho gusto, en el que recreaste composiciones de Jorge De la Vega y la orquestación despliega una sonoridad más relacionada con la música de los sesenta, o Los sentimientos, quizás tu disco más roquero, Hemisferio aparte da cuenta de un sonido más cercano al jazz. Canciones de una gran delicadeza en las que suenan trompetas, violines y guitarras eléctricas, además del piano y del contrabajo ¿Cómo concebiste el concepto de este nuevo disco?

Este disco salió sobre todo del deseo de hacer música y llenar el espacio de sonidos. La sonoridad del disco surge de un concepto que hicimos con Ulises Conti y Juan Ravioli, con la intención de darle más naturalidad a la música acústica, y hacer un disco de cámara con violas, violines, contrabajo, pianos. Un disco esencialmente acústico donde brillara la atmósfera de la canción. Alejarme un poco del rock e ir más hacia la música popular e incluso romántica. Canciones que son como fotografías de pequeños instantes. Es muy interesante ver como una canción va creciendo a medida que se le agregan capas de instrumentos, a partir de la colaboración de otras personas, con las que juntos encontramos su forma final. Contó con la participación de grandes músicos y músicas. Entre ellos Melingo, Juan Ravioli, Ulises Conti, Javier Maldonado, Noe Murier, Eugenia Brusa. También participó mi hija Clarisa. Quisimos hacer un disco coral, cantado por muchas personas, con muchas voces en cada canción y creo que lo logramos. Está editado por el sello Metamúsica y también se puede escuchar en garamona.bandcamp.com

 

¿Qué le pedís a una canción?

Que sea como un manto que cae sobre la vida, un momento, y la llena de intensidad, de frescura y de pasión. Además de tener una intención y un deseo de algo transferible, que pasa de mano en mano y continúa. Que la música refleja un momento espiritual y que a la vez sea un vehículo de liberación de la emoción.

 

Este año en tu editorial Mansalva, editaste algunos títulos que son parte esencial del canon de la literatura argentina. Libros como Todas las noches escribo algo, que compila los textos ensayísticos de Carlos Correas que estaban dispersos, o las conversaciones reunidas de Rodolfo Walsh, por ejemplo. ¿Cómo conviven los clásicos de la literatura nacional con la literatura emergente latinoamericana?

En Mansalva siempre quisimos tener un pie en la tradición y otro en el presente. Es así como confluyen Rodolfo Walsh con Mariela Gouric; Carlos Correas con Diego Meret; César Aira con I Acevedo. A la literatura de cerca se la puede ver como todos objetos en sí mismos pero al alejar un poco el lente nos damos cuenta de que es una fuente inacabable donde las partes sueltas conforman un todo. Esa es un poco, para mí, la tarea del editor. Traer al presente voces del pasado y del presente y hacer que esas voces estén más vigentes todavía. A veces me encuentro con personas que me dicen: Gracias por todos los libros que nos hiciste leer. Eso me sorprende. Sin darme cuenta con Mansalva colocamos muchos libros en los estantes infinitos de la literatura argentina. Me alegra encontrarme con esas manifestaciones de cariño que me hacen muy feliz.

 

Tu obra parece la de una persona incansable. Si no me equivoco, sos el poeta que más libros publicó en la Argentina. Más de 45 libros publicados, 7 discos, 3 documentales realizados. Tus últimos dos libro de poemas, Para siempre, editado por Iván Rosado, y Tener un amor, editado por Arroyo ediciones, dan cuenta de las variaciones y las constantes de tu obra. ¿Tenés algún plan en relación a tu obra?

A veces me sorprendo viendo la cantidad de libros que publiqué. Aunque cuando empecé a hacerlo era difícil porque no abundaban las editoriales independientes. Pero tuve suerte. Mis primeros libros fueron acogidos muy generosamente por Daniel Durand en ediciones del Diego que fue una editorial muy importante de la década de los noventa y los primeros dos mil. Creo que escribí para vivir mis sueños y para alejar mis pesadillas, que a veces son la misma cosa, ¿no? Aunque ahora, a veces, me pregunto el porqué de tanta escritura y proliferación y no sé qué responderme.

 

¿Tenés algún proyecto de escritura?

Ahora estoy terminando mi primera novela y en vez de escribirla, nos juntamos con mi editor, Javier Fernández Paupy, y se la dicto. Cierro los ojos y la acción bajo mis párpados comienza. A veces es graciosa y a veces es tristísima. Yo que soy un hombre de la poesía, a veces me sorprendo de todo lo que hay que hacer para construir un lienzo narrativo.

 

En la película Tertulia N° 250, de Mariano Galperín, se muestra la escena literaria que rodea a la editorial Mansalva y cómo tu librería La Internacional argentina, la editorial y lxs autores y artistas allegados conforman un salón literario contemporáneo. ¿Cómo cambió con la pandemia ese modo de relacionarse?

Es un registro de época y también una fiesta, un documental sobre literatura. Tiene muchas facetas. Pero lo más importante es que es muy divertida. Es una película que habla de la amistad, los sentimientos y la aventura. Participan muchos amigos y amigas. Esa película es casi un registro de otra época, con otros modos de intercambios humanos. Es un testimonio de cómo era la vida antes de todo lo que nos pasó.

 

¿Seguís pensando que la poesía tiene que ser trangénero?

Sí, sigo pensando lo mismo. Porque para hablar de las cosas hay que convertirse un poco en las mismas cosas. Hace poco, Marta Delfino, en un artículo crítico, escribió que mi poesía era neo gótica. Me sorprendió.

 

¿Cómo te encontrás con esa definición de poesía neogótica?

Encuentro que se puede ser neogótico en el corazón aún usando camisas hawaianas.

 

¿El arte tiene secretos?

Sí, muchos. Pero no voy a ser yo quien los devele. Me gusta que la obra de arte se oculte y se reste un poco del mundo para darnos la ilusión, al llegar a ella, de que somos sus descubridores.

 

Tomado de: Infobae Cultura/ 24 de Noviembre de 2021


18.6.18

Cuestionario Marcel Proust a Ulises Conti


               

¿Cuál es el colmo de la miseria?
El capitalismo.

¿Qué virtud valora más en las personas?
El silencio, la bondad, el erotismo.

¿Qué es lo que más le gusta hacer?
Caminar y escuchar.

¿Dónde querría usted vivir?
Dentro de un campanario.

¿Cuál es su ideal de la felicidad terrestre?
Lo extraterrestre.

¿Con qué errores tiene la mayor indulgencia?
Con los financieros.

¿Cuáles son los héroes de novela que prefiere?
Ya no leo novelas.

¿Cuál es su personaje favorito de ficción?
El eternauta.

¿Cuáles son sus heroínas favoritas de la vida real?
Mi madre.

¿Su pintor favorito?
Debussy.

¿Su músico favorito?
Brahms.

¿Su cualidad preferida de los hombres?
La amistad.

¿Su cualidad preferida de las mujeres?
El rigor.

¿Su virtud preferida?
La telepatía.

¿Cuál es su ocupación preferida?
Coleccionar secretos.

¿Cuál es su miedo más grande?
El miedo es el mejor amigo del hombre.

¿Cuál es el rasgo que más deplora de usted mismo?
La honestidad.

¿Cuál ha sido su mayor atrevimiento en la vida?
Pegarle a una anciana.

¿Cuál considera que es actualmente la virtud más sobrevalorada?
La falsa izquierda.

¿Qué es lo que más le disgusta de su apariencia?
Parecerme a alguien que no puedo nombrar.

¿De qué se arrepiente?
De haber matado a mi padre.

¿Qué habría amado ser?
Afilador.

¿El rasgo principal de su carácter?
Ser un cabeza dura.

¿Su sueño de felicidad?
Viajar con mis padres, mi hermana y mi hijo.

¿Su principal defecto?
Ser agresivo pasivo.

¿El color que prefiere?
El azul.

¿La flor que más le gusta?
La que llevo ahora en el bolsillo de mi saco.

¿El ave que prefiere?
Ninguna, todas pelean por una migaja.

¿Sus héroes en la vida real?
Algunos amigos.

¿Dónde y cuándo es feliz?
En la cama.

¿Cuál es su idea de la muerte?
La muerte del amor es la verdadera muerte.

¿Qué no perdonaría?
Es algo personal de lo cual prefiero no hablar.

¿Cuál considera que ha sido su mayor logro?
Ser un resentido social.

¿Para usted qué es un buen insulto?
Robar sin que te descubran.

¿Cuál es su idea de la felicidad?
Ganar una pelea.

¿Qué cosas detesta por encima de todo?
La gente pobre de espíritu.

¿Personajes históricos que más desprecia?
Margaret Thatcher.

¿El hecho militar que más admira?
El anhelo por la destrucción.

¿Cómo le gustaría morir?
Haciendo un striptease.

¿Estado presente de su espíritu?
Esclavo.

8.8.15

¿Qué es un no músico?, por Leandro Ribot


(Sobre Los peligros que nos rodean de Nicolás Moguilevsky, Buenos Aires, Metamúsica.TV, 2015)


Lo importante es que creo que hay que empezar dando con la manera de enfrentarse a un instrumento sin pensar que el instrumento plantea una serie de problemas táctiles. Estos problemas existen, por supuesto, pero hay que reducirlos a su mínima expresión. El problema radica en si tenemos la suficiente intuición o vivencia extratáctil de la música para que nada de lo que pueda suceder por culpa del piano se convierta en un obstáculo.
Glenn Gould. Conversaciones con Jonathan Cott


El piano de Los peligros que nos rodean, de Nicolás Moguilevskynos lleva a un estado de inocencia. Hay una delicadeza en su manera de ejecutar el instrumento como especulando sonoridades por detrás de las teclas sin saber con exactitud hacia dónde van las melodías que parecen ser tan efímeras e irrepetibles como instantáneas. Algo rompe el silencio, algo que no se sabe bien qué es, aparece y se desarma en una progresión de sonidos cautos que transmiten un poco de fragilidad, como si alguien caminara a tientas en lo oscuro. Artero, el pianista improvisa. Es posible que la idea de experimentación esté sobrevaluada. Ya lo dijo el poeta: no hay ejercicio intelectual que no sea finalmente inútil. Pero en el caso de Los peligros que nos rodean las melodías destejen lo no escrito. Arbitrario, exultante, audaz, el disco muestra que todo hombre es un artista. ¿Qué es un no músico y qué ventajas tiene?, parece querer preguntar, siempre entre líneas, Los peligros que nos rodean. ¿Algo de Keith Jarret sobrevuela en este disco producido por Ulises Conti? Sí, y también algo de Cassavettes en la manera de aprovechar los pocos recursos. Moguilevsky, como si fuera un dibujo para escuchar, usa el espacio sin titubeos.

Sus composiciones son tan breves como inquietantes y parecen no resolverse en acordes esperables sino que abren hacia lo incierto de las disonancias. ¿De dónde surge ese flujo continuo de notas? Una de las fortalezas más sobresalientes del disco es su originalidad. Las composiciones de Moguilevsky recuerdan esa aguafuerte, “El idioma de los argentinos”, donde Arlt apuntala: “Los pueblos bestias se perpetúan en su idioma, como que, no teniendo ideas nuevas que expresar, no necesitan palabras nuevas o giros extraños; pero, en cambio, los pueblos que, como el nuestro, están en una continua evolución, sacan palabras de todos los ángulos, palabras que indignan a los profesores, como lo indigna a un profesor de boxeo europeo el hecho inconcebible de que un muchacho que boxea mal le rompa el alma a un alumno suyo que, técnicamente, es un perfecto pugilista.” La metáfora de Arlt extrapolada del boxeo sirve para pensar en Los peligros que nos rodean. Moguilevsky saca notas de su mente en una libre asosiación de hemisferios, de cualquier parte, sin importarle si lo que toca es pentanónico, dórico, de una escala mayor o menor. Es posible que su osadía genere envidia o indignación en los que pasaron su vida estudiando música, obedientes, sin poder dar con la modesta felicidad de descubrir algo propio. Profesores capados de solfeo, absternerse. Moguilevsky toca lo que siente y le dicta, como en un flujo de escritura automática, su nervio auditivo. El autor sigue el pálpito de una intuición.

Los treinta minutos que duran las trece sugerentes composiciones de Nicolás Moguilevsky fueron grabados en La orquesta de cristal durante tres jornadas del mes de julio del año 2014.