Soy el gas que sale detrás de tus piernas, ese que huele feo, que a veces no huele. Ese que suena como una sirena estrepitosa. Soy el que no suena y no huele, el que no suena pero intoxica el ambiente, el que sale en el peor momento, el que avisa que ahí viene el tren de mierda ese que daña los momentos de pasión y lujuria.
Soy el pedo del rey y del pobre, soy el pedo del loco que se ríe de mí y del que no me ve y sale buscándome. Soy el terrorista de las clases, soy el tumba aviones, la trompeta andante. Hay tantos nombres para mí: la metralleta tóxica, la bomba atómica, flatulencia, ventosidad, el huracán del mal olor, entre otras tantas formas de salir. Hay tantas sorpresas conmigo: salgo después de una comida condimentada, pero soy un simple gas, un simple olor un simple sonido que sale de tus glúteos y que suena hasta chistoso a veces. No sólo por ser el pedo del rey soy un gas noble o por ser el pedo de niño soy un gas infante. No le hago mal a nadie, antes soy un suspiro pero con mal aliento, suspiro que no sale por tu boca sino por tu parte posterior. En sí solo soy el estornudo de tu trasero…
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