El lunes que viene hay que armar el arbolito, acto con el cual quedará inaugurada la temporada navideña. Esta época del año tan querida y odiada en similares dosis. Y que, ciertamente, genera en mí sentimientos encontrados. Por un lado, detesto el consumismo estúpido y sin sentido que se produce en estos días, y que nada tiene que ver con la supuesta naturaleza de esta festividad. Ver a la gente matándose los días previos a
la Noche Buena por conseguir el regalo ideal (o el más accesible) es a veces un espectáculo patético. Y después están las reuniones familiares, en las que muchas veces prima el compromiso por sobre la genuina necesidad de encontrarse. Y en las que suelen sucederse situaciones que van desde lo incómodo a lo bochornoso a lo lamentable. Es, en estos aspectos, en los cuales mi parte cínica e irónica se regodea desde su pretendida superioridad y juzga a los inferiores mortales con total liviandad.
Ahora bien, habiendo dicho esto, debo admitir que otra parte de mí disfruta de la Navidad. Seré medio frívolo, pero ver todo adornado me genera una sensación de alegría. Superficial y tonta, si se quiere, pero alegría al fin. Además, siendo una persona ajena a cualquier credo, le otorgo a la Navidad un sentido de simple fiesta tradicional, carente en mí de cualquier connotación religiosa. Así que la tomo como una oportunidad de descansar y darme ciertos gustos. Entre éstos, una de las cosas que más disfruto es el hecho de comer y beber en buenas cantidades. Y no es que el resto del año me cuide, pero en las fiestas generalmente pruebo comidas de todo tipo. Y tomo buenos vinos (y champagnes). Sin ninguna culpa. Sin hacerle asco a nada. Platos fríos, calientes, dulces y salados (aunque prefiero éstos últimos) son aceptados con igual entusiasmo. Y son salpicados por distintas clases de bebidas, la mayoría con diversos grados de alcohol. Así que se podría decir que soy un verdadero Gordo de Navidad. Total, un par de pastillas de Falgos (las recomiendo calurosamente) y al día siguiente te despertás como una lechuguita.
¿Y ustedes qué sentimiento tienen hacia las Fiestas? ¿Las aman, las odian? ¿Les da lo mismo? ¿Hay algo que disfruten o desprecien especialmente? No sean guachos y cuenten.