Los que me conocen bien saben que tengo tendencia a situaciones ridículas, absurdas y en ocasiones incluso esperpénticas, siempre he pensado que Valle-Inclán se hubiese frotado las manos conmigo, quien sabe, igual como compañera de Max Estrella con billete de lotería incluido.
Me tranquiliza que en mi entorno no soy la única, se que es consuelo de tontos pero no puedo evitarlo, siempre es más fácil contárselo a aquellos que han pasado por situaciones similares, no te miran como si fueses un bicho raro y empatizan mucho más.
Afortunadamente soy de risa fácil y salvo la tremenda violencia que me producen estos acontecimientos con una gran sonrisa, alzada de cejas y giro de ojos contrario a las agujas del reloj, mientras una voz en off me dice “de qué te sorprendes?!”. Ha sido un gran descubrimiento esta técnica solo alterada por alguna ráfaga fugaz y a traición, donde se cruza la imagen en cuestión por la cabeza, en mi caso suele ser en casa, obligándome a cubrir la cara con lo primero que pille como si me pudiese ver alguien, “aaaayyyyyggggggghhhh”. En alguna ocasión he mantenido la cara cubierta por una manta durante los minutos que tardo en darme cuenta de la estupidez de gesto.
Es posible que no sea una cuestión de azar, incluso podría ser algo propiciado. Hace años conversando con quien fue una gran amiga y colaboradora de formulación de teorías domésticas, encontramos un punto en común de muchos de los sucesos más absurdos que nos habían ocurrido, huelga decir la tarde de risas y cubrimientos de cara con aaayyyggggss que pasamos. Muchas de ellas eran comunes, siempre se llevan mejor en compañía, y en gran cantidad venían precedidas de algún deseo previo al que podía asemejarse, eso si, parodiado.
No supimos si alegrarnos de “conseguir” lo que queríamos, o echarnos a temblar por los resultados. Finalmente, como somos de naturaleza práctica aun a pesar toda la verborrea que sobraría en muchas de nuestras conversaciones, encontramos que el motivo, al menos a nuestro entender; era que nunca especificábamos lo que queríamos; cumplir se cumplía pero... cómo!!?? aaaahhhh!!!
Es posible que no sea una cuestión de azar, incluso podría ser algo propiciado. Hace años conversando con quien fue una gran amiga y colaboradora de formulación de teorías domésticas, encontramos un punto en común de muchos de los sucesos más absurdos que nos habían ocurrido, huelga decir la tarde de risas y cubrimientos de cara con aaayyyggggss que pasamos. Muchas de ellas eran comunes, siempre se llevan mejor en compañía, y en gran cantidad venían precedidas de algún deseo previo al que podía asemejarse, eso si, parodiado.
No supimos si alegrarnos de “conseguir” lo que queríamos, o echarnos a temblar por los resultados. Finalmente, como somos de naturaleza práctica aun a pesar toda la verborrea que sobraría en muchas de nuestras conversaciones, encontramos que el motivo, al menos a nuestro entender; era que nunca especificábamos lo que queríamos; cumplir se cumplía pero... cómo!!?? aaaahhhh!!!