Llevo unos cuantos días muy ocupada. Practicando mis virtudes.
Pasado mañana empieza el curso del Aula Virtual y quiero ir bien preparada. Voy a demostrarle a todo el mundo que soy una virtuosa. Y que a mí, en virtudes, no me gana nadie. Así que me he estado informando de las virtudes más importantes que un ser humano pueda tener. ¡Y las tengo todas!
Una virtud que tengo es que sé oír. Basta que alguien me hable ¡que ya lo estoy oyendo! Saber oír no es fácil, no todo el mundo sabe. La gente, por desgracia, se limita a escuchar. ¡Y no oyen! Además, sé oír desde pequeña. Y oigo toda clase de sonidos. Y de ruidos. Por la izquierda y por la derecha. De cerca y de lejos. Sé oír vocales y consonantes. Y cuando me empeño ¡incluso entiendo...! En fin, que soy una experta.
Otra de mis mejores virtudes es que sé ver. Con gafas o sin ellas. Nada más despertarme, si es que se me abren los ojos ¡veo! Desde que nací sé ver colores, rayas y lunares. ¡Hasta con los ojos cerrados veo luces! Esta virtud es una maravilla. Porque aunque no quiera, puedo verlo todo. Menos las películas de miedo. Que esas sí que no las veo. A veces las miro, pero me tapo los oídos. Y mi hija me va contando. Aunque no la oigo...
Mi tercera virtud, tan importante como el resto, es que sé oler. Basta que respire un poco ¡que ya huelo! Huelo por la nariz o por la boca. No estoy segura... Pero huelo de maravilla. Sé oler despacio y deprisa. Caminando o sentada. En casa y en la calle. Total, que este mundo está lleno de olores y, esté donde esté ¡sé olerlos todos! Hasta los ácidos. Y los amargos, por supuesto...
Otra virtud mía es que sé distinguir sabores. Todos los sabores son distintos. ¡Y yo sé reconocerlos! Hasta sé cuando algo se está quemando. Sé cuando algo es dulce o salado. Rugoso o áspero. Duro o blando. Sé cuando como ensaladilla. E incluso cuando como otras cosas. En cuanto a sabores lo sé todo. Menos el sabor de los insectos fritos, que no creo que los pruebe...
Y como colofón, sé distinguir el tacto de las cosas. Simplemente tocando ¡ya tengo tacto! Qué suerte. Sé cuando algo está frío o caliente. Líquido o sólido. Opaco o transparente. Sólo tocando sé si algo está o no está. Si viene o se va. Si es viejo o nuevo. En fin ¡es increíble lo que puedo hacer con los ojos cerrados!
Total que soy un dechado de virtudes: tengo oído, vista, olfato, tacto y gusto. ¡Casi nada! ¡Quién me lo iba a decir a mí! Menos mal que soy así, tan virtuosa. Ya verán mis compañeros... Cuando el martes exponga al claustro todo lo que sé hacer, seguro que me libro del curso. ¿Para qué necesito aula virtual si todas las virtudes de este mundo ya son mías?
¡Gracias Mamá!
La tarde que jugué con la selección (y 2)
Hace 1 día