Otro día nuevo en el paraíso. La única rutina es la de desayunar, pues a la hora de pescar, puede ocurrir cualquier cosa jejeje.
Tras llenar el estómago, nos hacemos a la mar.
Con las plumas sacamos algunos pequeños túnidos, que nos valdrán como cebo.
Entonces, Ludo nos pregunta por la jornada, y nos da a escoger entre dos opciones.
La primera es la de quedarnos cerca de la costa y seguir pescando especies conocidas.
La segunda consiste en alejarse mucho de la costa e intentar pescar algunos peces pelágicos.
Se escoge la segunda opción, por ser muy atractiva para el documental.
De esta manera tendríamos la oportunidad de pescar el codiciado dogtooth tuna o atún dientes de perro.
De camino al pesquero, observamos una ballena jorobada. Me hubiera gustado verla de cerca, pero Ludo dijo que estábamos con la pesca, así que no hubo opción de acercarnos.
Después de una larga travesía, de más de una hora a toda máquina, llegamos a la primera zona.
La profundidad de 150 metros no invita demasiado a empezar con el jigging, pero hay que intentarlo.
En esta ocasión también Ludo pescará, ya que con tanta profundidad, perderemos mucho tiempo en las derivas.
Y de esta manera, Ludo clava un gran pez que se va para el fondo irremediablemente. En este caso no hubo opción, lo cual me hizo pensar en los grandes peces que habitarían allí abajo.
Poco después, Hür repite la situación. Un enorme pez que se fue para el fondo. La diferencia es que este no cortó el terminal. Todos paramos de pescar para ver lo que ocurría. Tras un par de minutos sin respuesta, Ludo mueve la embarcación, para luego coger la caña.
El pez parece que se desenroca y comienza a tirar nuevamente ... la caña se arquea de manera bestial ... no tenemos nada que hacer ... al final se corta el bajo y se pierde el pez.
Ludo nos comenta que podía tratarse de un grouper de 200 ó 300 kilos.
Una fugaz pajarera nos sirvió para capturar una bacoreta más, que podía hacer falta en algún momento del día.
Volvimos al jigging con jigs de 200 y 250 gramos. Señuelos que llegarían con ciertas garantías, a las profundidades requeridas.
Así logré sacar un magnífico ejemplar de rosy jobfish o rusty jobfish. La boca de este pez era tremenda, por lo que el jig era un bocado mínimo, pero que no dudó en atacar.
Mis compañeros desistieron de seguir pescando, ya que el esfuerzo físico era agotador.
Nos quedamos Ludo y yo, tratando de hacernos con algún pez más.
Nuestro guía logró capturar esta serviola o amberjack, recuperándola en un tiempo récord, para después descansar del esfuerzo.
Ahora estábamos situados en fondos de 200 metros e iba a pesca yo sólo, con todos los compañeros alrededor.
Walter me animaba, desde su asiento. Eso me bastaba para no desfallecer en el intento.
Había que lanzar el jig hacia un lado, para que llegase al fondo, con la embarcación en la vertical.
Y cuando la deriva se hacía bien, la picada no se hacía esperar.
Recuperar un pez desde tanta profundidad, no era tarea fácil, así que iba dosificando las fuerzas a mi manera.
Ludo volvió a la carga, tras un buen rato. Y parece que me vino muy bien su compañía, ya que hicimos un doblete. Yo capturé este bello bohar snapper.
Y Ludo sacó un pequeñísimo grouper, que provocó en mi unas carcajadas.
Bromeé con su captura, simulando que el snapper se lo comía jejeje. Fue una situación muy cómica.
Cuando ya llevábamos varias horas, paré a descansar. Había que hidratarse y comer algo, pues el desayuno ya lo había "quemado" con la primera captura jejeje.
Ahora pescábamos en fondos de 175 metros.
Aquí Ludo se hizo con otra serviola o amberjack, después de perder un pez poco antes.
Mientras el jig se iba hacia las profundidades, me daba por silbar, ya que este tardaba sobre un par de minutos en llegar al fondo.
Esta pesca era mucho menos intensa de la de los días anteriores, pero la recompensa podía merecer el esfuerzo.
Nos desplazamos a una nueva marca, que es donde Ludo esperaba que se capturase algún atún dientes de perro.
!!! Fondos de entre 240 a 250 metros ¡¡¡
Tenía que lanzar el jig a unos 20 metros, para hacer la deriva correctamente. De otra manera, el jig no se movería de manera óptima.
En una de las muchas pasadas, el jig llega al fondo ... comienzo la recogida ... en un suspiro ... pica un pez ... !! Clavo ¡¡ y doy un cachete de propina ... pierdo el contacto ... recupero línea y lo siento al otro lado de la línea. Ahora comienzo a recuperar trenzado, con la caña bajo el brazo.
1 minuto: recuperando línea sin parar.
Un poco antes de los dos minutos, el pez viene hacia la superficie y recupero línea.
2 minutos: el pez empieza a sacar línea.
No puedo pararlo, así que aguanto. En cuanto se detiene, apoyo la caña en la ingle y comienzo nuevamente.
3 minutos: sigo "bombeando" sin detenerme.
4 minutos: prosigo con la recuperación.
El bajo de línea llega al carrete y diviso al pez.
5 minutos: Manuel mete al pez en el barco y exclama !! DOG TUNA ¡¡
!! La alegría me envuelve ¡¡
!!! 5 minutos casi sin parar ¡¡¡
Exhausto por el combate, alzo los brazos en señal de victoria y grito !!! Otro pez ¡¡¡
Exhausto por el combate, alzo los brazos en señal de victoria y grito !!! Otro pez ¡¡¡
Todos me felicitan, pues era la especie que nos faltaba en esta expedición, dada la época en la que nos encontrábamos.
!!!! DOGTOOTH TUNA A 240 METROS ¡¡¡¡
El pez sangraba bastante por el labio, a causa del anzuelo.
Entonces Ludo nos comentó que este pez era una auténtica delicatessen, por lo que nos lo llevaríamos para cenar.
Después de este hercúleo esfuerzo, me quité la gorra, las gafas, la braga (del cuello jejeje) y los guantes.
!! Estaba cansado de verdad ¡¡ !! La primera vez en todo el viaje ¡¡
Me encontraba como un piloto de F1, tras una carrera.
En cuanto recuperé el aliento, me vine arriba y bromeé un poco con mis compañeros.
Sin mucho tiempo para descansar, volví a la tarea y esta vez, con la compañía de mi amigo Walter.
Sabía que mi compañero iba a enfrentarse al reto de las profundidades, así que, codo con codo, nos pusimos a ello.
Tras muchos minutos, volvimos a tomar otro respiro.
Comíamos más plátanos que los monos, ya que se trataba de una especie de pequeño tamaño, pero muy dulce. !! Los plátanos más ricos que había comido ¡¡
Después, unos tragos de agua fresquita y a proseguir.
La profundidad era todo un reto para nosotros y en vista de que no había mucha actividad, nos fuimos hacia una zona de menos calado. De camino a la nueva ubicación, divisamos una enorme mantarraya, muy cerca de la superficie. Fue una visión espectacular de un animal majestuoso.
En fondos de 100 metros ya era mucho más fácil pescar, así que nos pusimos manos a la obra.
Y no tardé en hacerme con este bello bohar snapper, que me supo a gloria, pues tiró con fuerza hacia el fondo.
Y no tardé en hacerme con este bello bohar snapper, que me supo a gloria, pues tiró con fuerza hacia el fondo.
El último pez de la jornada fue este precioso goldband snapper. Un pez que no me dio mucha guerra, pero que me sorprendió por sus colores dorados.
Por delante teníamos muchos minutos de travesía, así que dimos por finalizada la jornada. Tocaba recoger los equipos y poner rumbo a tierra firme.
Llegamos en plena noche al campamento, así que nos duchamos y luego nos fuimos a cenar, con los compañeros italianos y con unos pescadores turcos que llegaron para pescar los siguientes días.
Por delante teníamos muchos minutos de travesía, así que dimos por finalizada la jornada. Tocaba recoger los equipos y poner rumbo a tierra firme.
Llegamos en plena noche al campamento, así que nos duchamos y luego nos fuimos a cenar, con los compañeros italianos y con unos pescadores turcos que llegaron para pescar los siguientes días.
Algo raro ocurrió cuando llegamos junto a los demás, ya que me dijeron que yo debía presidir la mesa. Acepté de buena gana, porque no tenía que girar la cabeza para hablar con los demás jejeje.
El caso es que el dogtooth tuna que había capturado, lo sirvieron crudo, con una salsa de soja y algún condimento más.
!!Estaba sabrosísimo¡¡ !!Todo un manjar¡¡
Finalmente supe el porqué de que yo me sentase en la cabecera de la mesa.
Thierry se levantó para decir unas palabras. Comentó que la velada era muy agradable por tener a gente tan variada y que la degustación del atún dientes de perro, me la debían a mi. Y que dicha captura la había conseguido a 240 metros de profundidad.
En ese momento todos aplaudieron y yo me vine arriba, alzando nuevamente los brazos en señal de victoria. Y en ese momento, Thierry se quedó un poco en blanco, no sabiendo que decir, así que se echó a reir.
Entonces le pedí que repitiese las palabras en italiano, turco y gallego, lo cual propició las risas de todos los demás jejeje.
La anécdota de la velada llegó cuando Ludo sacó la botella con el licor de escolopendra. La mujer de uno de los italianos la miraba con asco y repulsión. Los asistentes alzaban la botella para ver los bichos de su interior, pero la iban pasando. Cuando llegó a mí, me serví un poco y me lo bebí ... la mujer se echó la mano a la boca y apartó la mirada inmediatamente. Pensé que iba a vomitar jejeje.
Yo por suerte, ya tenía el paladar acostumbrado jejeje.
CONTINUARÁ ...
Un agradecimiento especial para el equipo de Karan, por hacer posible este sueño.