Una página menos
Desde que volví de Florencia, he tratado de encerrarme en el despacho a escribir. A la novela todavía le falta. Corrección, reescritura e incluso escritura de nuevos capítulos. Esto es lo más me cuesta. Porque hay un momento en el que la mente se pone en modo editor y funciona para corregir, pulir, cambiar palabras, eliminar reiteraciones, aclarar, espesar..., pero no crear de la nada. Y en esta fase en la que estoy hay días en los que me dedico a esa tarea de espesar y editar y otros en los que tengo que introducir escenas o fragmentos de la historia que son necesarios para que todo funcione. Llevo prácticamente todo el verano para dos de ellos. Hoy acabo de terminar uno y ha sido como subir el Tourmalet. Buscaba las palabras y no llegaban. Sin embargo, estos momentos de creación en medio de la edición –aunque ambas cosas formen parte, en realidad, del mismo proceso– sirven para introducirse con fuerza en la historia y hacer los personajes vuelvan a cobrar vida. También estos días