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Mostrando las entradas etiquetadas como Cine

Django descabezado

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Me ha gustado mucho Django desencadenado. De verdad. Y eso que no soy yo mucho de Tarantino, por no decir  que casi nada. Aun así, algunas de sus películas me parecen hallazgos. Y muchas veces, más allá de la estética de la violencia, a través una ironía aparentemente burda, pero en el fondo muy inteligente, pone sobre la mesa el corazón de cuestiones políticas y culturales de primer grado. En Malditos bastardos , por ejemplo, propone la posibilidad de intervenir en la historia: podemos con la ficción hacer cosas que no pudimos hacer en la realidad. La ficción es una herramienta de reconfiguración de la historia, una especie de contratiempo. Frente a la idea tradicional de que el tiempo está cerrado de una vez y para siempre, que las cosas que han pasado, han pasado así y no hay posibilidad ya de arreglarlas, Tarantino, como Walter Benjamin, parece pensar que el pasado puede ser modificado desde el presente, y que las ficciones no tienen por qué sólo repetir la historia sino también an

Las partículas elementales [y algo de Fringe, y de Amor, incluso]

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Llevaba tiempo queriendo leer Las partículas elementales . Michel Houellebecq es un escritor que me atrae. No tanto por el sexo y el mal gusto del que hace gala, sino sobre todo por la inteligencia de sus planteamientos. Sus libros son tratados de sociología contemporánea. Pocos, creo, han sabido retratar mejor la crisis de valores de que sufre el hombre contemporáneo. Es, en el fondo, un moralista. De lo que he leído de él me gustó El mapa y el territorio , aunque sólo quizá por el tratamiento del mundo del arte. Y sobre todo Plataforma , que la considero una obra maestra, casi el Viaje al fin de la noche  de nuestros días. Las partículas elementales me ha gustado menos como novela. Creo que narrativamente funciona mucho peor que Plataforma – allí se notan los avances el oficio de escritor a la hora de plantear una trama más que un mosaico–. Aun así, como cartografía del fin de una era, Las partículas elementales es magistral. El fracaso del proyecto moderno en el ámbito de las em

Amor... a pesar de todo

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Anoche vi "Amor", la película de Michael Haneke. Aún estoy tocado. Es una obra maestra. Maravillosa. Pero también terrible. Nos pone frente a lo más real. A la vida tal como es. Al amor tal como es. Al cuerpo, a la vejez, a la enfermedad. A la muerte. Tal como es. Confieso que hubo un momento en el que pensé salirme del cine. Me recordaba demasiado a lo que había vivido con mis padres. Qué necesidad tengo de sufrir, me dije. Pero enseguida me di cuenta de que no sólo se trataba de sufrir. Sino también de comprender. De volver a comprender. Imagino que hay dos maneras de ver la película: la que observa en ella lo que vendrá y la ve como prospectiva; y la que la siente como el recuerdo de algo pasado y experimentado. En mi caso, lo vi de las dos maneras. Cada escena no hacía sino recordarme a la trombosis de mi padre y, luego, de mi madre. Los pañales en la habitación, la pelota de goma en la mano, los gestos de la boca, la silla en la ducha, la botella de agua sobre la m

Nostalgia operativa

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Se ha dicho por activa y por pasiva que estos han sido los Oscar de la nostalgia. Tanto «The Artist» –la ganadora– como «La invención de Hugo» –mucho mejor película– o incluso «Midnight in Paris» –Woody Allen en todo lo suyo– ponen en juego una especie de estética de la nostalgia que camina hacia el pasado y que es propia de un tiempo desquiciado como el nuestro que ya no sabe hacia dónde va. De todos modos, debemos tener claro que no todas las nostalgias son iguales. Tal y como sugiere Svetlana Boym en su libro «The Future of Nostalgia», hay una nostalgia improductiva –puro regodeo en el pasado y toma de conciencia de que «sólo existe la felicidad en el aire que una vez respiramos»– y una nostalgia operativa, que observa el pasado sin perder de vista el lugar en el que se encuentra, buscando en la historia lo que no quedó resuelto para reactualizarlo y ponerlo a funcionar en el presente. Estos dos modelos son los que se han jugado los Oscar. Frente a la nostalgia de «The Artist», que

The Artist

No puedo estar más cabreado con los Oscars que ha ganado The Artist . Ni siquiera ganas de argumentar tengo. Así que os dejo directamente lo que escribí hace varias semanas cuando vi la película. En más de una ocasión he hablado aquí de la fascinación por lo obsoleto de la cultura contemporánea. Uno de los últimos productos de esta retromanía es The Artist , la película de Michel Hazanavicius, que pretende emular la estética y la manera de narrar de las películas mudas de los años veinte contando una historia de amor que tiene como trasfondo la industria del cine y el paso del mudo al sonoro. Un homenaje al cine. Pero un homenaje que es tan sólo una repetición de tópicos, gestos, planos, historias y recursos. Es decir: un pastiche, esa forma privilegiada de la cultura postmoderna según la clásica visión de Jameson. La película no nos dice nada que no sepamos ya, y no lo hace mejor que los originales que «homenajea/fusila». Originales que el autor combina con una ligereza cronológica qu

Ni súper, ni ocho

Supuestamente se trataba de la sensación del verano, la vuelta al cine de aventuras de los ochenta y el homenaje a la tecnología de las cámaras Super 8. Sin embargo, desde mi punto de vista, la película de J.J. Abrams resulta un fiasco doble. Primero, la historia. Para conseguir la vuelta al cine tipo Los Goonies o E.T., lo que hace Abrams es coger todo lo que funcionaba de las películas de niños de los ochenta y ponerlo junto. Y, claro, como él es un maestro de la narración, pues aquí funciona. Es una película entretenida y con la que se pasa un buen rato. Pero ya está. Un director como él no puede caer en esa regresión y convertir su película en un pastiche llenó de clichés por todos los lados. Ahora bien, lo que es más indignante es el «juego» con el Super 8. La película pretende mostrar la nostalgia por un medio y una tecnología que ha formado el imaginario de toda una generación. Sin embargo, aparte de lo anecdótico, en la película no hay lugar para el potencial de las cámaras