–Hace tiempo que no dices nada, ¿qué te pasa? –Lo de siempre, ando liado, más de la cuenta. –Ya te lo advertí, te pongas como te pongas al final acabas en lo mismo. –Lo sé, pero pensaba que esta vez iba a ser diferente, que esta vez iba a saber decir que no. –Ingenuo... –Ya. Al final, este cuatrimestre no voy a parar entre una cosa y otra. Conferencias, textos, marrones varios. –No tienes remedio. –Es verdad. –Y la novela nueva ¿qué? –Pues ahí va. Ése es el problema, que estoy un poco bloqueado y busco cualquier excusa para no ponerme con ella. –Mala cosa esa para salir del bloqueo. ¿Qué sucede? –El tono, el maldito tono, como siempre. Tengo la historia, pero no hay manera, no hay manera de dar con la voz con la que quiero contarla. –Pues escribe, déjate de otras mierdas, y escribe sin parar, hacia delante, como si estuvieras entrando en la selva, a machete, desbrozando, haciendo camino. Ya llegarás a alguna parte. –Ése es el problema, que realmente voy escribiendo. Llevo