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Mostrando entradas de noviembre, 2012

Una Navidad de muerte

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Acaba de llegar a casa Una navidad de muerte , el libro de relatos de terror navideño que ha coordinado Jorge Barco para la editorial Origami. Ha sido todo un placer colaborar en esta antología, sobre todo porque hay en ella autores de verdad que ya llevan una larga trayectoria "cuentística". Yo soy más bien un advenedizo que se acerca por primera vez al terror con un pequeño relato, "Compañía", sobre una ouija realizada en Nochebuena. No sé lo logrado que está el cuento, pero lo cierto es que me ha encantado la experiencia. Confieso que pasé miedo escribiéndolo y que alguna noche me tuve que ir a la cama acojonadito antes de tiempo. Os paso el enlace a la página de  Origami  y os dejo las fotos de la portada, el índice y la primera página de "Compañía". Creo que merece la pena hacerse con el libro y pasar miedo esta navidad. Es lo que pega en estos tiempos jodidos.

Decir No

Mis queridos amigos, lo digo una y otra vez, me lo propongo, lo intento, parece que lo hago, pero al final siempre acabo cayendo y me lleno de cosas que no me dejan un minuto libre. Luego lo escribo aquí, me quejo, escribo que ya no voy a aceptar nada, ningún encargo más, nada, por muy apetecible que sea. Pero esta vez va en serio. Y va porque es un propósito del nuevo año que comienza ya. Porque  si entrego y hago todo lo que tengo que hacer y entregar en diciembre habré trabajado y dejado cosas hechas para todo el año siguiente. Y lo digo, lo escribo, lo prometo, lo juro y lo rejuro: un año entero sin aceptar nada, nada más. Lo siento. Quiero comenzar a escribir mi nueva novela. Quiero terminar las cosas por las que me va a juzgar la ANECA, las cosas de los sexenios y esas mierdas, que luego todos los textos de catálogos, artículos y conferencias están muy guays pero ellos se los pasan por la entrepierna. Tengo que ser práctico. Si no me adelantan por todos los lados mientras yo me c

Historia del arte crítica (reprise)

Hace unos años, en abril de 2009, después de un debate en clase, escribí aquí un pequeño post sobre la noción de "Historia del arte crítica". Hoy, cuando algunos se esfuerzan en decir que lo que uno hace no es Historia del Arte sino crítica de arte –o ni siquiera eso, sino una confusión de ambas; como si se supiera claramente qué es Historia del Arte o cuáles son las fronteras que delimitan una cosa de la otra–, me parece oportuno rescatarlo y copiarlo aquí tal cual: Comienzo las clases de historia del urbanismo. Apenas tengo un mes para hablar de la ciudad moderna y contemporánea. Me temo que, como siempre, vamos a avanzar poco. Esta mañana, sin ir más lejos, ya nos hemos enzarzado en la primera discusión que nos ha llevado toda la clase. Hemos debatido en torno a la noción de “historia del arte crítica”, que yo tomaba, más en el término que en la formulación, del libro de Michael Podro ( Los historiadores del arte críticos ). Al hablar de relación entre el espacio y lo

La realidad es una performance macabra

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Seguimos estando en el mismo lugar. La realidad es una performance macabra. Jóvenes palestinos descubren a un compatriota colaboracionista, un espía de Israel. Aquiles venga a Patroclo y arrastra el cadáver de Héctor por la ciudad. Hacer ver la muerte. Convertir el cuerpo en tierra. Más allá del Polvo eres y en polvo te convertirás. Eres barro, suelo, piedra, bajeza, y a ese lugar has de volver. En ese momento, alguien reclama para sí la cualidad de sujeto, la superioridad de la fuerza y la plenitud frente a la del cuerpo horizontal, que queda a su merced. Pero ese mismo ser humano, al reclamar su humanidad sobre la carnalidad pura del cuerpo convertido en materia inerte, al elevarse sobre ella, se convierte en el animal más aborrecible del cosmos, el único capaz de matar dos veces, de denigrar la memoria, de profanar aquello que ya ha sido profanado. Es el ser humano. Siempre ha sido así. Esa mierda está dentro de nosotros, incluso de los más civilizados. Lo queramos o no. Ver

Escribir sin autoridad

El viernes pasado presentamos en La Central del Reina Sofía Materializar el pasado. El artista como historiador (benjaminiano). Fernando Castro hizo una lectura seria y profunda del libro, pero también crítica con algunos aspectos. Una lectura que agradezco mucho y que me ha hecho plantearme algunas cosas que me gustaría compartir aquí. Hablo de Benjamin, pero ni mucho menos soy un experto en Benjamin. Hay mucha gente estudiando toda su vida al pensador alemán y yo soy apenas un advenedizo en este campo –por mucho que lleve ya un tiempo convertido al "benjaminismo"–. Y lo mismo pasa con la teoría y filosofía de la historia: soy un recién llegado al campo, que me he sorprendido con muy gratamente con los debates teóricos de la disciplina; debates sobre cómo hacer, contar y materializar el pasado que pueden ser importantes para el arte, tanto para la Historia del arte como para la producción artística. Y en última instancia, tampoco soy yo un experto en arte español contempor

Eso haré

–¿Y si digo que últimamente sólo leo narrativa y que, con la excepción de algún texto de encargo, no me apetece escribir ensayos? –Quedas mal. –¿Por qué? –Porque sí, ¿es que no lo ves? Eres profesor, y crítico, te dedicas a eso. –Ufff, pero es que me interesa más lo que dicen los escritores que lo que dicen los artistas. –No me lo creo. –Es raro, lo sé. No es que ya no me interese el arte. Es que parece que sólo me interesa a través de la literatura. –A ver, explícate. –Pues eso, que parece que necesito el filtro de la escritura para que me interese lo que los artistas visuales quieren decir. Es como si la narrativa me hubiera atrapado. Me interesan las historias que me cuentan las novelas. Más que la teoría que me cuentan los ensayos. O incluso más que las imágenes que me ofrecen algunos artistas. –Ya veo. –Es como si estuviese virando hacia otro lugar. –¿Como si cambiaras de campo? –Quizá. –¿Como si en el fondo estuvieses pasando de la Historia del Arte a la Literatura?

La felicidad y lo posible

Queridos amigos, estoy muy contento. Mucho. Algunos lo sabéis ya: mi primera novela, Intento de escapada , será publicada por Anagrama en el primer trimestre del año que viene. Y, además, ha recibido una mención especial del jurado del XXX Premio Herralde . Os podéis imaginar el subidón. No creo que haya droga natural ni de diseño que iguale esto. Lo de la mención, desde luego, es fantástico. Y que suceda un año en el que el premio va para dos escritorazos como Juan Francisco Ferré y Sara Mesa, ganador y finalista, me alegra aún más. No imagino compañía mejor. Aún lo estoy asumiendo. De todos modos, el verdadero premio para mí es publicar en Anagrama. Y eso sí que me da vértigo. Poder estar en el mismo catálogo en el que han publicado Vila-Matas, Bolaño, Chirbes, Piglia... la mayoría de los escritores que más admiro es algo que está, incluso, más allá de lo soñado. Más allá, es cierto; pero, curiosamente, también más acá. Porque mentiría si dijera que, por muy inalcanzable que la c

2.0

Y el amor también era eso. Del suyo solo pudo guardar el eco ahogado de sus retweets.

Parecidos razonables

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Imagino que ya os habréis dado cuenta, pero Jeff Daniels en Looper es clavadico a Slavoj Zizek. Si acaso, se diferencian en el acento.

Morando la moratoria

Llevo varias semanas sin parar de escribir introducciones de catálogo y "textículos" varios. Casi voy a uno por día. Las fechas de entrega se me montan unas sobre otra y ya hace mucho tiempo que no cumplo un deadline. Vivo en medio de una moratoria infinita. La mayoría de mis mails son para pedir, por favor, un día más, dos, tres... una semana y me das la vida, que no llego por mucho que quiera. Pido una semana y digo que se me ha atragantado el texto cuando, en realidad, aún no lo he empezado porque estoy acabando el anterior, que también he comenzado justo en el momento en el que expira la fecha de entrega. Así voy entregando cosas, en un solapamiento continuo. Más que trabajar contrarreloj, esto es trabajar en tiempo de prolongación. Soy un morador de la moratoria. Y lo peor no es eso. Lo peor es que más del noventa por ciento de las cosas que me angustian son encargos que me debería quitar de encima. Textos o conferencias que realmente me interrumpen de lo que tendría