cierra los oidos
y se que estas sentado, asi que nada.
jueves, 9 de diciembre de 2010
lunes, 29 de noviembre de 2010
respirar
Aún no te has despertado, y ya retumba en tu cabeza, como el bombo de una batería en una canción lenta, pero sin marcar el ritmo de nada. Te acuerdas de una canción, eliges la música para intentar evadirte pero el vacío de los auriculares no hace más que aumentar el efecto, y en cada segundo que la canción cede vuelve para recordarte que sigue ahí, apareciendo de nuevo, multiplicando su sonido en forma de queja a cada silencio que le intentas forzar.
Inspiras, y notas el ruido relajado, cogiendo carrerilla para, (justo ahora) exhalar, sabiendo que al empezar va a acabar, quieras o no.
Crees estar por encima de eso, un simple intercambio de gases, por muy vital que sea, no puede atormentarte; lleva toda la vida ahí, te sientes egoista al recordar cada momento que echaste de menos poder respirar, debajo del agua o envuelto en humo, y sabes que volverás a echarlo de menos en el mismo instante en el que no pueda atormentarte, pero el intentar controlar la respiración, como ocurre con el parpadeo, le da un protagonismo que no se merece, al menos ahora.
Inhalar para exhalar, inspirar para expirar, con la traquea de peaje, el pecho moviendose compo prueba física y tus oídos enfermos tras días siguiendo el compás, de espectador.
Correr para intentar escapar.
Correr para intentar escapar, acaba con tus manos apoyadas en las rodillas, la cabeza agachada, y tu tormento multiplicado, gritando, cuando solo deberia susurrar.
Por eso se respira gritando al correr, para aprender a asumir de lo que no se puede huir.
Inspiras, y notas el ruido relajado, cogiendo carrerilla para, (justo ahora) exhalar, sabiendo que al empezar va a acabar, quieras o no.
Crees estar por encima de eso, un simple intercambio de gases, por muy vital que sea, no puede atormentarte; lleva toda la vida ahí, te sientes egoista al recordar cada momento que echaste de menos poder respirar, debajo del agua o envuelto en humo, y sabes que volverás a echarlo de menos en el mismo instante en el que no pueda atormentarte, pero el intentar controlar la respiración, como ocurre con el parpadeo, le da un protagonismo que no se merece, al menos ahora.
Inhalar para exhalar, inspirar para expirar, con la traquea de peaje, el pecho moviendose compo prueba física y tus oídos enfermos tras días siguiendo el compás, de espectador.
Correr para intentar escapar.
Correr para intentar escapar, acaba con tus manos apoyadas en las rodillas, la cabeza agachada, y tu tormento multiplicado, gritando, cuando solo deberia susurrar.
Por eso se respira gritando al correr, para aprender a asumir de lo que no se puede huir.
domingo, 28 de noviembre de 2010
viernes, 29 de octubre de 2010
me arruinan las prisas
Me da vértigo el punto muerto
y la marcha atrás,
vivir en los atascos,
los frenos automáticos y el olor a gasoil.
Me angustia el cruce de miradas,
y siempre pienso que nota como intenté disimular.
la doble dirección de las palabras
y quien las interpreta como le viene en gana;
y el obsceno guiñar de los semáforos.
Me alegra la vida, los cambios de sentido,
las señales de stop
cuando estan donde deben estar
y los pasos perdidos.
Me agobian las medianas,
las frases que están hechas,
y las que todo el mundo sabe hacer;
los que nunca saludan y los malos profetas.
Me fatigan los dioses bajados del Olimpo
a conquistar la Tierra,
pero mas aún quienes se declaran sus abogados;
y los necios de espíritu.
Me entristecen quienes me venden clines
en los pasos de cebra,
y más aún quien se siente superior al verlo;
los que enferman de cáncer
y los que sólo son simples marionetas
y no hacen nada por dejar de serlo.
Me aplasta la hermosura
de los cuerpos perfectos,
las sirenas que ululan en las noches de fiesta,
los códigos de barras,
el baile de etiquetas.
Me arruinan las prisas y las faltas de estilo,
el paso obligatorio, las tardes de domingo
hasta hace muy poco
y hasta la línea recta.
Me enervan los que no tienen dudas
y aquellos que se aferran
a sus ideales sobre los de cualquiera.
Me cansa tanto tráfico
y tanto sinsentido,
parado frente al mar mientras que el mundo gira.
mi adaptación de Cuenta Atrás, Francisco M. Ortega.
y la marcha atrás,
vivir en los atascos,
los frenos automáticos y el olor a gasoil.
Me angustia el cruce de miradas,
y siempre pienso que nota como intenté disimular.
la doble dirección de las palabras
y quien las interpreta como le viene en gana;
y el obsceno guiñar de los semáforos.
Me alegra la vida, los cambios de sentido,
las señales de stop
cuando estan donde deben estar
y los pasos perdidos.
Me agobian las medianas,
las frases que están hechas,
y las que todo el mundo sabe hacer;
los que nunca saludan y los malos profetas.
Me fatigan los dioses bajados del Olimpo
a conquistar la Tierra,
pero mas aún quienes se declaran sus abogados;
y los necios de espíritu.
Me entristecen quienes me venden clines
en los pasos de cebra,
y más aún quien se siente superior al verlo;
los que enferman de cáncer
y los que sólo son simples marionetas
y no hacen nada por dejar de serlo.
Me aplasta la hermosura
de los cuerpos perfectos,
las sirenas que ululan en las noches de fiesta,
los códigos de barras,
el baile de etiquetas.
Me arruinan las prisas y las faltas de estilo,
el paso obligatorio, las tardes de domingo
hasta hace muy poco
y hasta la línea recta.
Me enervan los que no tienen dudas
y aquellos que se aferran
a sus ideales sobre los de cualquiera.
Me cansa tanto tráfico
y tanto sinsentido,
parado frente al mar mientras que el mundo gira.
mi adaptación de Cuenta Atrás, Francisco M. Ortega.
jueves, 21 de octubre de 2010
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