Aprende a Perdonar:
Creencias que matan.
Existe una vieja historia de India que nos habla de la soledad de Dios: Brahma. No existía nada más que Brahma, y por esa razón estaba muy aburrido. Brahma decidió jugar a un juego, pero no tenía a nadie con quien jugar. De modo que creó a una hermosa diosa, Maya, con el único propósito de divertirse. Una vez que Maya existió y Brahma le explicó el propósito de su existencia, ella le dijo: «De acuerdo, juguemos al juego más maravilloso, pero tú harás lo que yo te diga». Brahma aceptó y, siguiendo las instrucciones de Maya, creó todo el universo. Creó el Sol y las estrellas, la Luna y los planetas. Después, la vida en la Tierra: los animales, los océanos, la atmósfera, todo.
Entonces Maya le dijo: «Qué bello es este mundo de ilusión que has creado. Ahora quiero que crees un tipo de animal que sea tan inteligente y goce de tal conciencia que esté capacitado para apreciar tu creación». Finalmente, Brahma creó a los seres humanos, y una vez que acabó con la creación, le preguntó a Maya cuándo iba a empezar el juego.
«Lo empezaremos de inmediato», dijo ella. Cogió a Brahma y lo cortó en miles de pedacitos diminutos. Puso un trocito en el interior de cada ser humano y dijo: «¡Ahora empieza el juego! ¡Voy a hacer que olvides quién eres y tendrás que encontrarte a ti mismo!». Maya creó el sueño y, hoy, Brahma todavía está intentando recordar quién es. Brahma está ahí, en tu interior, y Maya te impide que recuerdes quién eres.
Cuando te despiertas del sueño, te conviertes de nuevo en Brahma y reclamas tu divinidad. Ahora, si el Brahma que está en tu interior te dice: «De acuerdo. Estoy despierto, ¿qué ocurre con el resto de mí?», como conoces el juego de Maya, comparte la verdad con otras personas para que despierten también. Uno se divierte más cuando hay dos personas sobrias en la fiesta. Y si son tres, mejor que mejor. Empieza por ti. Después, empezarán a cambiar más y más personas, hasta que todo el sueño, toda la gente que está en la fiesta, esté sobria.
Todo está hecho de amor, de vida. Incluso el miedo es un reflejo del amor, pero el miedo existe en la mente, y en los seres humanos, y controla la mente. Después, lo interpretamos todo según lo que tenemos en la mente. Si tenemos miedo, todo lo que percibimos lo analizaremos con miedo. Si estamos enfadados, todo lo que percibimos lo analizaremos con enfado. Nuestras emociones actúan como un filtro a través del cual vemos el resto del mundo.
Podría decirse que los ojos son una expresión de tus sentimientos. Percibes el sueño externo según los ojos con que lo miras. Cuando estás enfadada, ves el mundo a través de los ojos del enfado. Si lo miras con los ojos llenos de celos, tus reacciones serán diferentes, porque verás el mundo a través de los celos. Cuando lo haces con ojos llenos de enfado, como ya he dicho antes, todo te molestará. Si ves el mundo a través de los ojos de la tristeza, llorarás porque llueve, porque hay demasiado ruido, por cualquier cosa. La lluvia es lluvia. No hay nada que interpretar ni que juzgar, pero tú la verás conforme a tu cuerpo emocional. Como estás triste, mirarás con ojos de tristeza y todo lo que percibas te resultará triste.
Pero si miras con los ojos del amor, dondequiera que vayas sólo verás amor. Los árboles están hechos con amor. Los animales están hechos con amor. El agua está hecha con amor. Cuando percibes las cosas con los ojos del amor, puedes conectar tu voluntad con la voluntad de otro soñador, y entonces, el sueño se convierte en un solo sueño. Cuando percibes con amor te conviertes en uno con los pájaros, con la naturaleza, con una persona, con todo. Sólo así serás capaz de ver con los ojos del águila o experimentar la transformación a cualquier otro tipo de vida. Con tu amor te conectas con el águila y te conviertes en sus alas o en lluvia o en nubes. Ahora bien, para conseguir esto, necesitas eliminar todo el miedo de tu mente y percibir con los ojos del amor. Tienes que desarrollar tu voluntad hasta que se haga tan fuerte que sea capaz de captar la otra voluntad y convertirse en una sola, ya que haciéndolo así, tendrás alas para volar. O, si eres el viento, serás capaz de ir de aquí para allá, harás que desaparezcan las nubes y que brille el sol. Este es el poder del amor.
Cuando satisfacemos las necesidades de nuestra mente y de nuestro cuerpo, los ojos ven con amor. Vemos a Dios en todas partes. Incluso vemos a Dios detrás del Parásito de otras personas. En el interior de cada ser humano se encuentra la Tierra Prometida que Moisés ofreció a su pueblo. Esta tierra prometida se halla en el reino de la mente humana, pero sólo en la mente que es fértil para el amor, porque es ahí donde reside Dios. Si observas la mente humana corriente, verás que también es una tierra fértil, pero para el Parásito que hace crecer las semillas de la envidia, del enfado, de los celos y del miedo.
En la tradición cristiana se dice que después de que el arcángel san Gabriel anuncie la Resurrección con su trompeta, los muertos saldrán de la tumba para vivir la vida eterna. Esa tumba es el Parásito y la resurrección es el retorno a la Vida, porque únicamente estás vivo cuando tus ojos son capaces de ver la Vida, que es el Amor.
Es posible tener una relación que satisfaga tu sueño del cielo; es posible crear un paraíso, pero tienes que empezar por ti misma. Empieza por aceptar totalmente tu ser. Persigue afanosamente al Parásito (miedos, envidia, celos, enfados…) y consigue su rendición. Cuando lo hagas, la mente amará al cuerpo y dejará de sabotear al amor. No depende de nadie más que de ti. Pero, en primer lugar, debes aprender a sanar tu cuerpo emocional.
No creas en mí, no creas en ti y no creas en nadie más. Cuando no crees, todo lo que no es verdad desaparece como por arte de magia en este mundo de ilusión. Todo es lo que es. No necesitas justificar lo que es verdad; no tienes que dar explicaciones. Lo que es verdad no necesita el apoyo de nadie. Tus mentiras necesitan de tu apoyo. Necesitas crear una mentira que sostenga la primera mentira, después otra que sostenga a la última y otras más para sostener todas las mentiras juntas. Y así, al final, creas una gran estructura de mentiras, y cuando aparece la verdad, todo se desmorona. Pero es así. No es necesario que te sientas culpable por decir mentiras.
La mayoría de las mentiras en las que creemos, sencillamente se disiparán cuando dejemos de creer en ellas. Todo lo que no sea verdad no sobrevivirá al escepticismo; ahora bien, la verdad siempre sobrevivirá. Lo que es verdad es cierto, lo creas o no lo creas. Tu cuerpo está hecho de átomos. No es necesario que te lo creas. Lo creas o no lo creas, es verdad. El universo está hecho de estrellas; esto es verdad lo creas o no lo creas. Sólo lo que es verdad sobrevivirá, y esto incluye los conceptos que tienes sobre tu persona.
Hemos dicho que, de pequeños, no tuvimos la oportunidad de escoger qué creer y qué no creer. Bueno, ahora es distinto. Ahora que somos adultos tenemos el poder de hacer una elección. Podemos creer o no creer. Aunque algo no sea verdad, si decidimos creer en ello, lo creeremos porque esa será nuestra voluntad. Puedes escoger cómo quieres vivir tu vida. Y si eres sincero contigo mismo, sabrás que siempre tendrás la libertad de hacer nuevas elecciones.
Cuando estamos dispuestos a ver con los ojos de la verdad, destapamos algunas mentiras y abrimos las heridas. Pero las heridas todavía están llenas de veneno.
Por lo tanto, una vez abiertas, las limpiaremos para eliminar todo el veneno. Pero ¿cómo lo haremos? El mismo maestro nos dio la solución hace dos mil años: el perdón. El único medio para limpiar las heridas y desprendernos del veneno es el perdón.
Debes perdonar a quienes te hirieron aunque, en tu mente, todo lo que te hicieron resulte imperdonable. Los perdonarás no porque merezcan tu perdón, sino porque no quieres sufrir y causarte más dolor a ti mismo cada vez que recuerdes lo que te hicieron. No importa lo que otras personas te hiciesen, las perdonarás porque no quieres sentirte permanentemente enfermo. El perdón es necesario para sanar tu mente. Perdonarás porque sentirás compasión de ti mismo. El perdón es un acto de amor hacia uno mismo.
Para ilustrar lo que acabo de decir te pondré el ejemplo de la mujer divorciada. Imagínate que has estado casada durante diez años, y por la razón que sea, tienes una gran pelea con tu marido a causa de una injusticia. Te divorcias de él; realmente no puedes soportarle. Sólo con oír su nombre sientes un fuerte dolor en el estómago y tienes ganas de vomitar. El veneno emocional es tan fuerte que eres incapaz de soportarlo más. Necesitas ayuda, de modo que acudes a un terapeuta y le dices: «Estoy sufriendo mucho. Estoy llena de enfado, de celos y de envidia. Lo que hizo es imperdonable. No aguanto a ese hombre».
El terapeuta te mira y te dice: «Necesita liberar sus emociones; necesita expresar su enfado. Lo mejor sería desahogar sus emociones con una gran pataleta, diversiones, fiestas. Coja una almohada, golpéela y libere su enfado». De modo que eso es lo que haces: montas una pataleta colosal y liberas todas esas emociones. Realmente parece funcionar. Le pagas cien dólares y le dices: «Muchas gracias. Me siento mucho mejor». Finalmente, aparece una gran sonrisa en tu rostro.
Abandonas la consulta del terapeuta, y ¿adivinas quién se te cruza por delante con el coche? Cuando ves a tu ex marido vuelves a sentir la misma cólera de inmediato, sólo que peor. Tienes que volver corriendo al terapeuta y desembolsar otros cien dólares para desahogarte de nuevo. Liberar tus emociones de esta manera sólo proporciona una solución temporal. Quizá te ayude a desprenderte de una determinada cantidad de veneno emocional y te sientas mejor momentáneamente, pero no curas tu herida.
El único medio para sanar tus heridas es a través del perdón. Tienes que perdonar a tu ex marido por la injusticia que cometió contigo. Ahora bien, sólo sabrás que has perdonado a alguien cuando lo veas y ya no sientas nada, cuando escuches su nombre y no experimentes ninguna reacción emocional. Por lo tanto, cuando seas capaz de tocar una herida emocional y ya no sientas dolor, entonces sabrás que verdaderamente has perdonado. Evidentemente, en ese lugar te quedará una cicatriz, del mismo modo que te queda en la piel. Recordarás lo que sucedió, cómo eras antes, pero una vez que la herida se haya curado, dejará de doler para siempre.
Tal vez pienses: «De acuerdo. Es fácil decir que debemos perdonar. Lo he intentado, pero no soy capaz de hacerlo». Tienes muchas razones, muchas justificaciones por las cuales no puedes perdonar. Pero no es verdad. La verdad es que no puedes perdonar porque aprendiste a no hacerlo, porque eso es lo que practicaste, porque llegaste a ser un maestro de la falta de perdón.
Sólo es posible ser feliz cuando el amor emana de ti, cuando sientes un amor incondicional por ti mismo y te entregas por completo a ese amor. Cuando actúas de este modo, dejas de resistirte a la vida. Dejas de rechazarte a ti mismo. Ya no cargas con todos esos reproches y ese sentimiento de culpabilidad. Sencillamente aceptas quien eres y a todas las personas tal como son. Tienes derecho a amar, a sonreír, a ser feliz, a compartir tu amor y a no tener miedo de recibirlo.
Sólo es posible ser feliz cuando el amor emana de ti, cuando sientes un amor incondicional por ti mismo y te entregas por completo a ese amor. Cuando actúas de este modo, dejas de resistirte a la vida. Dejas de rechazarte a ti mismo. Ya no cargas con todos esos reproches y ese sentimiento de culpabilidad. Sencillamente aceptas quien eres y a todas las personas tal como son. Tienes derecho a amar, a sonreír, a ser feliz, a compartir tu amor y a no tener miedo de recibirlo.
La curación se fundamenta en tres puntos muy sencillos: la verdad, el perdón y el amor hacia uno mismo. Una vez adquiridos, el mundo entero sanará y dejará de ser un hospital mental para siempre.
Estos tres puntos clave para sanar la mente nos fueron brindados por Jesús, pero él no fue el único que nos enseñó el camino de la curación. Buda y Krishna hicieron lo mismo. Y muchos otros maestros llegaron a las mismas conclusiones y nos enseñaron las mismas lecciones. En todo el mundo, de Japón a México, a Perú, a Egipto o a Grecia, la curación de los seres humanos fue un hecho. Vieron que la enfermedad residía en la mente humana y utilizaron estos tres métodos: la verdad, el perdón y el amor hacia uno mismo. Si somos capaces de ver nuestro estado mental como una enfermedad, descubriremos que existe una verdadera curación. No es necesario que suframos más; si somos conscientes de que nuestra mente está enferma, de que nuestro cuerpo emocional está herido, también seremos capaces de sanar.
El despertar es como hallarse en medio de una fiesta en la que hay miles de personas y todas están borrachas excepto tú. Eres el único que se mantiene sobrio. Pues bien, eso es el despertar, ya que la mayoría de los seres humanos ven el mundo a través de sus heridas emocionales, a través de su veneno emocional. No son conscientes de que están viviendo en el sueño del infierno. No son conscientes de que están viviendo en un sueño, del mismo modo que los peces que nadan en el agua no son conscientes de que viven en el agua.
Cuando despiertes y descubras que eres la única persona sobria en una fiesta en la que todos los demás están embriagados, siente compasión por ellos porque, antes, tú estabas en sus mismas circunstancias. No juzgues, ni tan siquiera a la gente que está en el infierno, porque también estuviste en él.
Al despertar, tu corazón se transforma en una expresión del Espíritu, del Amor, en una expresión de la Vida. El despertar tiene lugar cuando cobras conciencia de que tú eres Vida. Y cuando cobras conciencia de que eres la fuerza que denominamos Vida, todo es posible. Los milagros se suceden sin cesar, porque es el corazón el que obra esos milagros. El corazón está en comunión directa con el alma humana, y aun cuando la cabeza oponga resistencia, cuando el corazón habla, algo cambia en tu interior; tu corazón se abre a otro corazón, y te es posible experimentar el verdadero amor.
Como ves, todo son creencias. Lo que creemos es lo que dirige nuestra existencia, lo que dirige nuestra vida. Construimos un sistema de creencias que es como una caja en cuyo interior nos instalamos; no podemos escapar porque creemos que no podemos hacerlo. Y esta es la situación en la que nos encontramos. Los seres humanos crean sus propias restricciones, sus propias limitaciones. Decidimos lo que es humanamente posible y lo que es imposible, y, después, sólo porque así lo creemos, se convierte en nuestra verdad.
Ya eres un maestro del miedo y del auto-rechazo. Ahora lo que tienes que hacer es recuperar el amor hacia ti mismo, ya que con ese amor por ti mismo te volverás tan fuerte y poderoso que transformarás tu sueño personal de miedo en un sueño de amor, y sustituirás el sufrimiento por la felicidad. Entonces, como el sol, emitirás luz y amor en todo momento, sin condiciones. Cuando amas incondicionalmente, tú el ser humano y tú el Dios estás en sintonía con el Espíritu de la Vida que se mueve a través de ti. La vida no es más que un sueño, y si creas tu vida con amor, tu sueño se convierte en una obra de arte.
Un Ejercicio:
Dirige tu atención a tus pulmones, olvidándote de todo lo demás. Cuando se expandan, siente el placer de satisfacer la mayor necesidad del cuerpo humano: respirar.
Haz una inspiración profunda y siente el aire a medida que va entrando en los pulmones. Siente que no es otra cosa que amor. Descubre la conexión que existe entre el aire y los pulmones, una conexión de amor. Llénalos de aire hasta que tu cuerpo sienta la necesidad de expulsarlo. Y entonces, espira y siente de nuevo el placer, porque siempre que satisfacemos una necesidad del cuerpo humano, sentimos placer. Respirar nos proporciona un gran placer. Es lo único que necesitamos para sentirnos felices, para disfrutar de la vida. Estar vivos es suficiente. Siente el placer de estar vivo, el placer del sentimiento del amor...
Extracto de "La Maestría del Amor" de Miguel Ruiz.
Debes perdonar a quienes te hirieron aunque, en tu mente, todo lo que te hicieron resulte imperdonable......
Superando eso creo que uno aprende a perdonar
Buen extracto
Saludos.
Preciosa enseñanza. Muchas gracias por compartirla.
Un abrazo.
El olvido no existe... por tanto... ¿crees posible la existencia del perdón?
Bueno marea@ perdonar es igual a perdonarte a ti mismo, a vivir en armonia...
Dime; ¿que es lo que consume al ser humano?
Sí, precisamente el no olvidar = a una realidad que no te va a gustar, no creo que eso traiga una buena cosecha...
¿Cuando no perdonas, me podrias describir que sientes? ¿tal vez lo contrario que felicidad?...
En vez de olvidar lo que puedes hacer es aprender... de esa experiencia y ser mejor la proxima vez... un regalo maravilloso.
Perdon = Magia, Una realidad increible.
RECUERDA EL CAMBIO EMPIEZA POR UNO MISMO
Un saludo marea@, thot y ximera nos agrega que nos visiten.
Debo perdonarme a mi mismo....de tantas cosas, de toda mi eternidad, no sé hasta donde habré podido llegar, por eso necesito perdonarme, para poder amarme, y ser amor,lo desea mi espíritu y yo no soy cuerpo, soy una preciosa alma que alienta con el mismo aliento Divino, ese que me ama y soy.
A-Dios mi bello angel GABRIEL...JAJAJA.
La maestría del amor es el libro que me estoy leyendo ahora y el perdón es la lección que me está enseñando ahora la vida
La mayor enseñanza que nos dejó Jesucristo, aprender a perdonar. Saber hacerlo es un don que llevaría a la humanidad directamente al bienestar.
jesucristo vino para que conocieramos el significado de la vida para que tuvieramos un modelo que imitar EL la regla de oro el la creo, amaras a tu projimo como a ti mismo su testimonio y vivencia todo ser humano la conocemos la religion el hombre la creo, jesus esta donde sea en el ateo en el religioso y no religioso en sus acto de amor tenemos la esperanza de un futuro que EL, cumplira sus promesas leelo al final de LA BIBLIA lo creas ono lo cumplira asi sera
si???, que alguien diga paso a paso como justicar y kerer ver bien a esa persona k te hizo daño, con buenos ojos, o simplemente por hinopsis mental, hacer k desaparezca las imagenes del dolor k se siente cuando alguien te hace daño. k digan los pasos a seguir, para poder perdonar. todos hablan de perdon, pero como lo consigues?? a kien invocas????.
A veces tenemos que exigir disculpas a los demás y en otras ocasiones darlas nosotros mismos. Pero ¿eres de las personas que no logran deshacerse del pasado, no olvidan, no perdonan, no conocen la compasión, son duras ante la ofensa más mínima, se aferran al resentimiento durante mucho tiempo e incluso toda su vida, alimentando sentimientos negativos? Entonces estás atada a un rencor que te tiene paralizad@.
REPLANTEA TUS JUICIOS
En lugar de pasar a la siguiente página, le estás dedicando buena parte de tu energía mental y emocional a recordar ofensas, daños e injusticias (reales o imaginarias) de las que has sido objeto, manteniéndolas vivas en ti. Es como si te pasaras la lengua por una muela cariada constantemente, sintiendo las punzadas de dolor, en vez de reparar la lesión dental.
FAVORECE TU SISTEMA INMUNE
Sé sincera contigo mismo(a) y contesta esta pregunta: ¿en verdad quieres dejar ese asunto atrás? Si respondiste que sí, entonces necesitas liberarte de tus propias ataduras y aprender a perdonar. Porque librar a los demás de tu desprecio tiene virtudes terapéuticas que te hacen sentir bien. A diferencia del odio que fomenta la depresión, el estrés y el malestar debilitando tu sistema inmunológico, el amor, la tolerancia y la alegría favorecen tu bienestar, fortaleciendo tus defensas inmunológicas.
TÁCTICAS PARA LOGRARLO
Si en el fondo sientes que no tienes la capacidad de perdonar, puedes aprenderla e incluso potenciarla. Y para ayudarte a conseguirlo, te damos estas siete técnicas que te ayudarán a lograr reconciliarte, olvidar y ser consciente de por qué estás eligiendo ese camino:
· Comienza por perdonarte a ti mismo(a). Reflexiona un poco en que nadie es totalmente bueno ni malo, tanto tú como el resto de las personas reaccionan de acuerdo a como están programadas mentalmente, a lo que han aprendido o se les ha inculcado. Pero todas las personas quieren en última instancia ser felices. Si eres tolerante con tus propias culpas y fallas del pasado, si entiendes y aceptas tus sombras psicológicas, estarás en mejor disposición de hacerlo con los demás.
Saca tu disgusto fuera. Es preferible exteriorizar tu enojo en el momento en que ha sido provocado, en vez de guardártelo. Pero tampoco excedas la impulsividad ciega o la ira irreflexiva. El dicho de que “lo que se queda adentro se pudre” es bastante cierto en el caso del rencor.
· Aprende a relativizar. Haz un ejercicio de atención consciente y concédele a cada suceso la importancia que merece. Frecuentemente reaccionamos con exceso ante cosas pequeñas, cuando la mayoría de las cosas no son tan importantes como para no merecer perdón. Para llegar a esta conclusión, ponte en la situación del otro, seguro que verás las cosas de otra manera.
· Identifica tus emociones. ¿Sentimiento de humillación, decepción, tristeza? Toma conciencia de lo que ocultas tras tu máscara de cólera, esto te ayudará a liberarte de ella, al comprender que “el culpable” ha despertado una zona de sufrimiento que ya existía dentro de ti mismo(a).
· Descubre la intención del otro. Encontrar la verdadera motivación de tu ofensor y las razones profundas de su conducta, te llevará a ser más condescendiente con él y a verlo como víctima de sus propios errores y carencias, en lugar de verlo como verdugo. Por ejemplo, una persona que ofende a otra en público, en realidad puede ser insegura y estar intentando autoafirmarse.
· Admite tu responsabilidad. ¿Sin ninguna justificación has puesto demasiadas expectativas en alguien? ¿Has sido poco claro (a) al expresarle tus objetivos o necesidades? Reconoce tu parte de responsabilidad en el asunto, y la próxima vez habla con claridad y directamente, evitando los malentendidos o suposiciones.
· Facilita la reconciliación. Ante un problema, siempre lo mejor es acercarte a la otra persona para comunicarse. Es importante elegir bien el momento, sentarse a hablar con calma y sin prisas y expresarle que te importa al otro. Ten siempre una postura conciliadora para aclarar el conflicto y resolver la discusión sin resentimientos.
Naturaleza Cósmica, por lo que estás diciendo, es fácil observar que estás haciendo unas deducciones de las que a lo mejor nada tienen que ver con lo que ocasiona el dolor a esa otra persona.
Puede que no tenga ocasión de comunicarse, puede que sea algo que venga de la niñez, etc. Pueden ser tantas cosas.
Ponerse en el lugar de quien te ha herido y darse cuenta que si ha obrado incorrectamente o muy mal es producto de su bajo nivel de conciencia, puede ayudar a ver las cosas de otra manera, y claro, también hay que saber mirarse a uno mismo para ver si hemos colaborado en lo que ha sucedido.
Para mí, la palabra perdón tiene unas connotaciones desagradables porque entre otras cosas hay mucha gente diciendo que has de perdonar y amar a tu "enemigo". Esto es lo que a muchos nos revela ¿amar a quien te ha hecho daño? No, eso es sacar las cosas de su sitio, por no decir otra cosa.
La ley de la atracción es implacable. Ojo por ojo diente por diente. Es decir, si tienes emociones negativas el universo te devuelve lo mismo, no te entrega felicidad. No dice: pobrecito, lo ha hecho muy mal pero le voy a perdonar y devolverle bien. No lo hace porque no es ningún juez, cosa que si lo somos las personas. De lo que das te devuelve para que aprendas y puedas evolucionar. Esto es importante entenderlo.
Entonces, no pidamos a las personas lo que el mismo universo no hace.
El asunto para resolver la infelicidad que te produce ese recuerdo, es amarse a uno mismo tal como dice el artículo de esta entrada, que me parece muy maduro y acertado.
Es amarse a uno mismo y no ser una víctima constante del otro. Ser víctima es ponerse por debajo de él o ella. Y esto nunca se ha de hacer. Hay que madurar y no dejar que el otro sea tu verdugo.
Según mi punto de vista, una de nuestras tareas más importantes en la vida es aprender a amarnos a nosotros mismos por encima de todo y de todos, aunque decirlo no sea políticamente correcto puesto que la sociedad siempre te avoca a mirar hacia los demás, y así es como mucha gente desperdicia su vida sin darse cuenta de lo importante que es ella misma.
Cuando empezamos a querernos, a respetarnos a nosotros mismos, empezamos a querer y a respetar a todo cuanto existe en la naturaleza sin distinción de formas. Esto es proque nos damos cuenta que todo cuanto existe forma parte de nosotros, pero, aunque el fuego también forma parte de nosotros, tenemos que saber apartarnos de él si es muy poderoso porque nos podemos quemar.
Bueno, esto es parte de lo que yo opino sobre este tema, que no es nada sencillo.
Saludos