Bob Dylan en Suiza en 1984
Ríos de tinta han corrido desde que el pasado jueves saltara la noticia del fallo de la academia sueca, que otorgaba el Premio Nobel de literatura a Bob Dylan, si, recalco, de literatura. Nominado en muchas ocasiones, nunca se le dieron, y ya casi el tema sonaba a chiste... "como se lo van a dar... es músico..." y demás comentarios se oían cada año. Pero en este 2016 ha sido galardonado el músico de Duluth, Minnesota, Estados Unidos, nacido el 24 de mayo de 1941 y cuyo nombre verdadero es Robert Allen Zimmerman. Así pues, a sus 75 años ha recibido un reconocimiento a su labor de poeta, porque aunque mucha gente no piense lo mismo, la poesía a la que se le pone música, sigue siendo poesía. Y en eso estoy completamente de acuerdo, merecidísimo premio para el poeta Dylan, para mi siempre lo mejor de Bob fueron sus letras, extensas en muchos casos, pero sobre todo es un reconocimiento al hecho de que en muchos compositores hay un literato dentro, claro que si, y se abre una vía importantísima para que gente del calibre de Leonard Cohen, Neil Young, Bruce Springsteen u otros puedan recibir este premio en su día. Lo de Cohen urge por cierto, que ya está el hombre algo mayor.
Decir que este premio se une a la Orden de las Artes y las letras en 1990, Premio de Música Polar en el año 2000, Príncipe de Asturias de las Artes en 2007, Premio Pulitzer en 2008 y Medalla Presidencial de la libertad en 2012, foto reflejada justo abajo cuando Barak Obama se la dio.
Obama por detrás... cuidadín...
Las letras de Bob Dylan incorporan un ramillete de temas sociales, políticos, filosóficos y literarios, que le hacen ser un referente indiscutible en ese terreno, de hecho eso se nota en la cantidad de artistas que le han versioneado y a los que ha influido y sigue influyendo, algo innegable a todas luces. Cambió en su día, junto a The Beatles, Rolling Stones y demás gente la música pop, él evidentemente influenciado por gente como Woody Guthrie, Robert Johnson o el propio Hank Williams, ha revestido su poesía con folk, country, gospel, blues, rock and roll, incluso rockabilly, los estilos que le eran afines.
Luego está el tema siempre polémico de su voz. A mi nunca me ha gustado la voz de Bob Dylan, y lo digo con toda tranquilidad, sé que todos los dylanitas (entiéndase bien, acérrimos seguidores de Dylan) dirán que no le entiendo, que canta de vicio, y que es un dios, pues fenomenal, pero yo nunca le he pillado al punto a la voz del genio.
Dicho esto, se tiende a mezclar las cosas y a meterse las personas en berenjenales cuando discute, que hay que ver, acaban incluso en enfrentamientos dialécticos de carácter severo, según he observado desde mi atalaya estos días en redes sociales, foros y demás.
Bajo mi punto de vista ha de celebrarse este Nobel merecido, con rotundidad, lo mejor de Dylan siempre fueron sus textos, y su transcendencia muy importante para la música popular.
Pero si que pido a la gente a la que no le gusta Bob Dylan, que no arremetan contra los dylanitas. Yo he tenido muchos intercambios de pareceres con ellos, incluso algunos me han retirado la palabra o la amistad por decir que no canta bien... ja, ja, ja... me acuerdo siempre de Paco Jiménez, mi padre blogero, que casi me fusila cariñosamente. Al final, y por lo que he vivido, parece ser que la gente de una cierta edad, digamos cincuentera, entiende que Dylan canta fenomenal, y si ellos son felices así por mi fantástico, solo que recuerdo a un fanático de Bob como Joaquín Sabina, decir, en un documental sobre el artista, que "nunca ha cantado bien, y no me ha importado, no lo necesita", pues bien, fantástico, una opinión de lo más respetable dentro de su fanatismo, que lo tiene.
En definitiva, que no nos debemos olvidar de que le han dado un Nobel por como escribe, no por como canta, y que me parece acertadísimo, pero también decir que estos premios a veces resbalan, recordemos que le dieron el Nobel de la Paz a Barak Obama, y no porque sea Obama en si, pero ser presidente de los Estados Unidos implica meterse en guerras cuya última palabra es del gobernante del país en cuestión.
Espero que el mundo celebre, que cada uno exprese su opinión libremente, pero por favor, que nadie se enemiste con otro por opinar diferente de Bob Dylan.
Os dejo con un poema musicado de Robert Zimmerman, del que para mi es su última obra maestra, el Time out of mind de 1997.