Brotando de su propia sombra enmudecida por el silencio de la noche
Acarició las sábanas blancas empapadas de recuerdos y pasión.
Y allí estaba la presencia de su aroma, el sudor del delirio y la fogosidad
Abrazada al lienzo de su pesar, gimió sus penas amargas.
Enjugando sus lágrimas con rosas nacaradas
Trazó líneas paralelas al recuerdo y al olvido
Ya no recordaba su nombre, oía su voz en la lejanía
Ya no recordaba sus manos, sentía el ardor de sus besos
Enfurecida con su propia mente
Ahuyentando promesas y juramentos
Esbozó una sonrisa ante el miedo vestido con armaduras
Recordando palabras de amor que serían eternas