Gracias a Tramos por prestarme la foto
Llegó el día de la asamblea. Las tres viejas brujas se reunían como cada semana, para tomar café mientras conjuraban y preparaban pócimas en la mansión de la bruja mayor.
Era una tradición milenaria. Siglos y siglos haciendo lo mismo. Las mismas pócimas, los mismos conjuros...
No obstante, en las últimas décadas, parecía que algún ser maligno estuviera habitando la casa.
Algo estaba mutando en el espíritu de las brujas y estaba convirtiendo una convivencia pacífica en un campo de batalla.
A menudo en lugar de café, daba la impresión que lo que tomaban era algún brebaje adulterado, que provocaba espasmos en sus cuerpos convirtiéndolas en vívoras que sólo buscaban sangre...su sangre.
Bridget, la menor de las brujas, se estaba preparando para acudir. Le gustaban esas reuniones. Adoraba a las brujas mayores y, todavía, creía en el poder de tres.
Sin embargo estaba harta de ver como la velada podía acabar de nuevo siendo un mercado de sapos y culebras, en discusiones de cimientos podridos por el paso del tiempo...era hora de renovarse, aunque hubiera que dejar de creer en el poder de tres.
Llegó puntual a la reunión. Saludos alegres y besos de bienvenida la inauguraban. Parecía que esta vez saldrían riendo como antaño.
De repente todo cambió, las brujas mayores mutaron de nuevo en culebras. Bridget misma notaba como sus ojos comenzaban a inyectarse de sangre. No podía esperar más tiempo...no debía.
Al primer mordisco se puso en pie. Gritando de rabia y dolor, cogió su escoba y salió volando. Lágrimas de tristeza se mezclaban con el viento en su vuelo.
En ese momento alguien le tocó en el hombro y le dijo:
- María, es hora de cerrar la biblioteca.
- Sí, es verdad, hoy me enfrasqué más que nunca en la lectura.
- Leí ese libro el mes pasado. Tiene un final triste ¿no crees?
- No, al contrario. Pienso que es un final que envuelve otro comienzo...Hasta mañana.