Es
hermoso crear, pergeñar un relato o un poema juntando sílabas, ordenando
párrafos, intercalando comas, rimando versos…
Es una
sensación única, ese instante maravilloso cuando una idea fugaz, como la
descarga de un rayo, ilumina con ardor las palabras, danzando al ritmo de una
métrica.
Esa quimera
convertida en praxis que se cruza en tu camino y sabes que eres su dueña, es
tuya, tu posesión más preciada en ese efímero instante y la coges, la
acaricias, la moldeas y, con la potestad de un dios menor, la escribes y le das
vida.
Es
realmente conmovedor y epatante.