Vuelta a mis orígenes, vuelvo al río que me vio nacer, aquel que en su día me enseño lo que realmente hay que amar en la naturaleza y aquel que me vio dar mis primeros pasos como pescador.
Aprovechando mi visita a Ciudad Rodrigo este fin de semana, el sábado por la tarde decidimos ir un rato a pescar, el día había amanecido claro y prometía, pero a media mañana una franja de nubes hacia su presencia por el oeste, poco a poco fue cubriendo el cielo y la soleada mañana se quedo en una efímera ilusión. A pesar de esto la temperatura era buena y el sol, de vez en cuando se colaba entre las nubes para poner un poquito bochornoso el día.
Esperando en el bar camarosa a mi nuevo compañero Juan Miguel, la impaciencia iba haciendo mella en mi, ya que no sabia con certeza si mi compañero querría ir a pasar la tarde al río visto las condiciones meteorológicas que amenazaban lluvia, por fin llego Juanmi y no tardamos ni un minuto en decidir si íbamos al río a mojar las moscas, y mientras tomábamos una cerveza debatíamos que sito elegir para pescar, pero no hubo mucho que debatir ya que yo solo quería ir al río y el sito me daba igual, así que haciendo caso a mi compañero ya que es pescador habitual en este río decidimos ir al lugar propuesto por el.
El río presentaba unas condiciones magnificas, y se veían volar algunas moscas, pardones, perla máxima, plecopteros y alguna otra que no pude identificar.
Comenzamos a pescar, Juanmi es pescador de mosca ahogada desde hace mucho tiempo y conoce bien el lugar, yo decido montar un tándem ya que se empiezan a ver bastantes moscas unos pocos centímetros sobre la superficie del agua.
Después de un rato de pesca Juanmi y yo nos miramos y haciendo un gesto de negación con la cabeza nos damos a entender que la cosa no pinta bien.
Aunque el río tiene de todo, corrientes, aguas medias y lentas las truchas se resisten a aparecer y poco a poco se va consumiendo la tarde.
En este tramo y desde la otra orilla, Juanmi coge su primera captura, una pequeña trucha de unos 17-18 cm.
Esta es otra zona que también dio alguna captura a la ahogada, aunque la verdad, después de ver el río y sus condiciones la conclusión final es que hay pocas truchas y que resulta muy difícil dar con ellas dado que hay zonas invadeables.
La tónica de estos primeros días de pesca entre todos los pescadores es la misma mucho río y pocas truchas.
Ante la atenta mirada de las vacas nuestra jornada en el río termina, me voy con mal sabor de boca por las pocas capturas conseguidas pero con la gran satisfacción personal de haber compartido unas horas de pesca con Juanmi, que espero poder repetir.
Desde aquí animarle a que su espíritu conservador que me ha demostrado no siga impasible ante las injusticias que sufre este río por parte de los furtivos y de la propia administración ya que por tradición, a sido un río expoliado para abastecer otros ríos más importante de la comunidad, con más actividad económica, o para cotos privados.
La escasa vigilancia por no decir nula, hace que furtivos y aquellos que no nos lo parecen tanto, campen a sus anchas acaparando todo lo que pillan sin respetar cupos ni tallas, poniendo en serio peligro la supervivencia de la trucha en el Águeda.
Pescadores del Águeda si ustedes no hacen nada por proteger esta maravilla de río, nadie vendrá a hacerlo por ustedes.
Aprovechando mi visita a Ciudad Rodrigo este fin de semana, el sábado por la tarde decidimos ir un rato a pescar, el día había amanecido claro y prometía, pero a media mañana una franja de nubes hacia su presencia por el oeste, poco a poco fue cubriendo el cielo y la soleada mañana se quedo en una efímera ilusión. A pesar de esto la temperatura era buena y el sol, de vez en cuando se colaba entre las nubes para poner un poquito bochornoso el día.
Esperando en el bar camarosa a mi nuevo compañero Juan Miguel, la impaciencia iba haciendo mella en mi, ya que no sabia con certeza si mi compañero querría ir a pasar la tarde al río visto las condiciones meteorológicas que amenazaban lluvia, por fin llego Juanmi y no tardamos ni un minuto en decidir si íbamos al río a mojar las moscas, y mientras tomábamos una cerveza debatíamos que sito elegir para pescar, pero no hubo mucho que debatir ya que yo solo quería ir al río y el sito me daba igual, así que haciendo caso a mi compañero ya que es pescador habitual en este río decidimos ir al lugar propuesto por el.
El río presentaba unas condiciones magnificas, y se veían volar algunas moscas, pardones, perla máxima, plecopteros y alguna otra que no pude identificar.
Comenzamos a pescar, Juanmi es pescador de mosca ahogada desde hace mucho tiempo y conoce bien el lugar, yo decido montar un tándem ya que se empiezan a ver bastantes moscas unos pocos centímetros sobre la superficie del agua.
Después de un rato de pesca Juanmi y yo nos miramos y haciendo un gesto de negación con la cabeza nos damos a entender que la cosa no pinta bien.
Aunque el río tiene de todo, corrientes, aguas medias y lentas las truchas se resisten a aparecer y poco a poco se va consumiendo la tarde.
En este tramo y desde la otra orilla, Juanmi coge su primera captura, una pequeña trucha de unos 17-18 cm.
Esta es otra zona que también dio alguna captura a la ahogada, aunque la verdad, después de ver el río y sus condiciones la conclusión final es que hay pocas truchas y que resulta muy difícil dar con ellas dado que hay zonas invadeables.
La tónica de estos primeros días de pesca entre todos los pescadores es la misma mucho río y pocas truchas.
Ante la atenta mirada de las vacas nuestra jornada en el río termina, me voy con mal sabor de boca por las pocas capturas conseguidas pero con la gran satisfacción personal de haber compartido unas horas de pesca con Juanmi, que espero poder repetir.
Desde aquí animarle a que su espíritu conservador que me ha demostrado no siga impasible ante las injusticias que sufre este río por parte de los furtivos y de la propia administración ya que por tradición, a sido un río expoliado para abastecer otros ríos más importante de la comunidad, con más actividad económica, o para cotos privados.
La escasa vigilancia por no decir nula, hace que furtivos y aquellos que no nos lo parecen tanto, campen a sus anchas acaparando todo lo que pillan sin respetar cupos ni tallas, poniendo en serio peligro la supervivencia de la trucha en el Águeda.
Pescadores del Águeda si ustedes no hacen nada por proteger esta maravilla de río, nadie vendrá a hacerlo por ustedes.