martes, 13 de febrero de 2024

Y si...

 


Todavía no sé por qué sigo escribiendo. Cuando me leo no soporto a quien lo ha escrito. 

Me parece tan absurdo...


Y si todo fuera un juego y en realidad nos conociéramos de otra vida?

domingo, 11 de febrero de 2024

Los besos...

 


Entró en la cafetería del hotel. Creo que me miró, y lo creo no porque nuestras miradas se cruzaran si no porque sentí que un escalofrío recorrió su espalda, nerviosa se giró hacia el hombre que le acompañaba y le dijo algo. Aceleró el paso y él la siguió en dirección a la recepción. Luego los perdí de vista y supuse que subieron escaleras arriba. Ya no pude pensar nada más, no oía lo que M. me estaba diciendo. El tiempo se fue introduciendo en algo parecido a gelatina hasta detenerse por completo y empezó a faltarme el aire. Me levanté y dije que iba al baño, pero en realidad fui al ambigú por si estaban allí tomando un copa, sentados en una mesa y hablando.

Los servicios de la cafetería están dentro del hotel y hay que atravesar casi toda la planta baja para ir hacia ellos. Creo que me detuve a pesar de que no tenía motivo para ello y sin disimular los busqué sin encontrarlos oteando las mesas como un ballenero el horizonte en busca de una señal que le dé sentido a su búsqueda. 

Recordé su beso; y en que ella vino y me lo dio. Me dijo "te voy a dar un beso" y yo no lo esperaba.  Podría decir que lo recuerdo, pero no soy capaz de hacerlo; no soy capaz de recordar cómo llegaba y me lo daba, sólo sé que necesitó hacerlo y que la vi todo el día buscándome con la mirada, tanto que la sorprendí varias veces.

Sé que le dije "me tengo que ir" y fui hacia donde estaba ella, me acerqué y luego vino la mamá de Raúl y me ofreció mandarinas para el camino. Fue entonces cuando me dijo que me iba a dar un beso.

Una semana más tarde hablé con A y le conté lo del beso. A tiene dos teorías sobre mí. Una es que escribo bien y debería escribir. Me halaga que alguien de su talento y que ha vendido millones de libros me diga eso, pero por otro lado sé que es mi amigo y sabe que escribir me hace feliz.

La la otra teoría es que no soy tan feo como creo que soy, ahí interviene de nuevo la amistad como factor de dilución de la realidad.

El otro día escuché un cd antiguo de cuando aún me bajaba canciones y las grababa. Era el romance de curro el palmo, de Joan Manuel Serrat. Una vez, entrevistaron a Eva Amaral sobre su canción "sin ti no soy nada" y le dijeron que era una de las canciones más bonitas sobre el el amor y el desamor en castellano y ella, tan natural dijo "para canción de desamor la del romance de curro el palmo" y con eso se ganó para siempre mi corazón. 

No importa donde esté, ni con quién, siempre he tenido la sensación de que esa distancia que siento con todo el mundo es la misma que los demás sienten hacia mí. 

Pero el caso es que después de salir del hotel y despedirme de M. no pude dejar de pensar en C. y en la tristeza de tener mi edad y sentir todavía algo vivo dentro de mí; algo que aún arde y calienta la sangre, como cuando todavía tenia esperanzas de que las cosas fueran a mejor.

Hoy no he salido de casa. He estado todo el día tratando de encontrar un motivo por el que seguir con todo esto.

Luego, he leído tu mensaje, y en que tú también solías decirme que no dejara de escribir y entonces he tenido que escribir esto y en que alguien en Innsbruck también solía decirme que escribiera. Y en F, que dice que un día me encerrará en una habitación hasta que acabe mi novela..

Y en aquella vez que un pez gordo de una editorial me ofreció un sueldo para escribir para una de sus autoras.

Si he de decir la verdad, en todos estos años escribía para que tú me leyeras y he acabado no sabiendo hacerlo de otra manera. Al final encontré mi voz, pero en realidad es tuya y creo que se va a quedar aquí para siempre. Me hubiera gustado saber contar historias inventadas, pero sé que no sé. 

Ahora sólo puedo escribir como Bandini, y con eso me basta.




jueves, 8 de febrero de 2024

Un lugar en el mundo

Cuando vas por la carretera desde Derio a Asua, a mano derecha se puede ver la torre de control del aeropuerto de Sondika aunque, curiosamente, está en el término municipal de Loiu. Cuando pasé con el coche hace unos días me sorprendió que estuviese tan cerca de las casas, de la carretera, del tráfico. La vi aparecer en el hueco de dos edificios. No lo esperaba. También es verdad que no sabía que estuviese tan cerca del aeropuerto. Fui a comprar unas cosas y al volver a Derio por la misma carretera busqué el punto exacto desde donde se ve la torre. Me prometí que escribiría un post que empezase diciendo "por la carretera que va desde Derio a Asua..." 

No sé por qué lo pensé, o dije en voz alta que escribiría algo sobre mi viaje. Creo que hay un lugar en el que sabes que tienes un ancla imaginario que no supone nada en tu vida y nunca la vas a utilizar para fondear allí. Necesito este tipo de cosas, como el hacer listas o echar de menos a personas que no existen. Antes necesitaba leer o escribir todos los días. No sé qué me pasa ahora, quizá aumentaron mis dioptrías o ya he perdido la esperanza de encontrar lo que busco en las historias que otros cuentan. Sería demasiado fácil entrar en trance y empezar algo que al principio no tuviera sentido hasta que sí lo encontrase a medida que va creciendo, pero no sé escribir, no sé hilvanar historias porque si de algo estoy seguro es de que esta vida no tiene sentido.

Hace tiempo que pienso que la he tirado por la borda, que en un momento que no recuerdo cuál fue, me equivoqué al elegir el camino en un cruce.

Trato de mirar hacia atrás y no soy capaz de encontrar ese momento.

Ahora es diferente. No sé si tengo una vía de escape. No me gusta en lo que me he convertido, pero menos me gusta no haber tratado de ser el otro que quería haber sido.

Si lo pienso bien, ese otro siempre me acompaña. Cuando voy en coche hablo con él. A veces me paro en un lugar y durante unos minutos soy él y no vivo la vida que llevo, soy el otro y siento como debería sentirse. Creo que por eso me gusta conducir: porque me abstraigo y dejo de ser yo durante unos kilómetros. Mi vida queda en suspenso mientras dura el trayecto. 

Creo que cada día que pasa estoy más convencido de que necesito ese cambio. Urano sobre Saturno era el mensajero. Dicen que en ese momento llega la hecatombe. En mi caso así pasó.

No sé si puedo vivir con ello.



martes, 6 de febrero de 2024

Los besos



Esta noche soñé con un beso. Era tan vívido que pude notar el sabor a parafina roja y sentir la textura de la cera impregnándose en mis labios desde los suyos abriéndose lenta y apasionadamente. Soñé que ella me besaba presa de un impulso, un beso corto, un beso "pero qué estoy haciendo", uno de esos que no espera respuesta porque el cerebro aún no ha procesado algo que no ha salido de él. Soñé que era de noche y estábamos en un coche, y estoy casi seguro que era verano.

Esta noche soñé que nos besábamos, tú me besabas primero y yo te besaba porque siempre he deseado hacerlo. No me imaginaba que pudiera sentir algo así a mi edad, ni siquiera mientras estoy dormido y no puedo controlar lo que siento. Es más, en un momento creo que soñé que despertaba y recordaba que había soñado que te besaba. 

Me entristeció saber que besarte sólo fuera sueño, pero suspiré aliviado al mismo tiempo porque el que se frustraba por estar frustado era ese otro yo que no suelo ser mientras vivo. No me imaginaba que yo fuese así de tan audaz al estar cerca tuyo.

El que soy ahora, el que escribe, observó a otro que, probablemente, sea más yo de lo que me permito ser cuando estoy despierto y sólo puedo imaginarte.

 Me gustó ser él. 

Me gustó porque te besó y era yo quien lo hacía.

Con el paso de las horas he tenido la necesidad de escribir sobre ello. Creo que en cierta forma me ha cambiado la vida, la forma que tengo de percibir quien soy y dónde estoy. En ese beso había tanta esperanza que no puedo dejar de mirar hacia ese momento y pensar que las cosas deberían ser como son allí. 

Y digo allí porque para mí ese sueño ya es un lugar. Un lugar al que esta noche cuando me vaya a dormir querré ir para volver a soñar contigo, sentir que estábamos cerca y que casi seguro que era verano.