lunes, 24 de febrero de 2020

El océano de luz que hay al otro lado de los agujeros negros



Tiene que ser así. No creo que todo esto sea la realidad ni que acabe aquí. El universo tiene demasiados años y demasiado espacio como para que estemos cabalgando sobre la única línea temporal y física de algo con tantos sextillones de posibilidades. Ni tan siquiera sé si existe esa cifra o debería hacer mención ya al infinito, pero en todo caso, son tantas que soy incapaz de imaginar un 10 elevado a tantos unos seguidos de ceros.

En este universo en el que tú y yo estamos sobre la misma piel de este planeta rodeados de agua por todas partes, estoy seguro que el destino es el que nos llama. Que si es verdad eso de que el pasado y el futuro coexisten, ya estamos en otra parte, sintiendo la brisa en la cara en un muelle sobre un océano, oyendo sonar música de carrusel, puede que incluso viendo caer al sol a cámara lenta, quizá buscando el agujero negro que nos absorbe hacia el otro lado de nuestra historia.

Porque si las etapas tienen un final, detrás del agujero negro tiene que haber un océano de luz, con olas y todo, un cementerio de estrellas incandescentes como si de un cementerio de elefantes se tratara, al que van a vivir eternamente en un tiempo sin principio ni fin, en algo tan grande que sólo puede soñarse cuando se está profundamente dormido porque si se pudiera imaginar despierto no podríamos soportar tanta inmensidad.


domingo, 23 de febrero de 2020

Cuando el futuro nos alcance



Todo fue bien.

Increíblemente bien. Todos se acordaban de mí. Natalia me dio un abrazo. Mi cordón umbilical con el destino se alegró sinceramente de verme. Cuando se refería a empresas con potencial me miraba a los ojos y me señalaba a mí. Delante de todos.

Me dijo que debíamos quedar para hacer un café. ¿Quién de mi barrio imaginaría que yo, el hijo de Antonio, un día se tomaría un café con un asesor personal del presidente de los Estados Unidos como si fuéramos amigos?

Y todo cobró sentido. Mi vida, los años de sacrificio, mi modo de ver las cosas, los años rotos y la soledad a conciencia.

Ésta era la señal.

Y sé que todo irá bien.

Así que sigo sin perder la esperanza.

viernes, 21 de febrero de 2020

Los días que me quedan por vivir



Mañana presento el proyecto a la organización de hubs tecnológicos de Estados Unidos. Y eso está bien, porque hace dos semanas lo presenté a los hubs de Pittsburg, Miami, Philadelphia, Atlanta y Toronto y no sólo pasé el corte, si no que el sábado ya tengo la primera reunión con el centro tecnológico de Salt Lake City.

Supongo que estoy en el lugar en el que quería estar desde que empecé todo esto, y eso me hace estar orgulloso y al mismo tiempo me llega en un momento complicado porque tras la muerte de mi padre y mi madre delicada de salud tengo la sensación de que no puedo irme ahora.

Por otro lado, si dejo pasar la oportunidad, ésta no se volverá a presentar.

Son casi las seis de la tarde y no tengo hecha la presentación que haré mañana. ¿Es posible desear algo durante mucho tiempo y cuando llega el momento no tenerlo claro? ¿O sólo es miedo a que las cosas sucedan y que tu vida cambie para siempre?

¿Cuánto tiempo viviré para saber qué hubiera sido si...?

Hace unos días cerré la puerta al fondo de inversión de Nueva York. Se enfadaron mucho conmigo. Ni eran de Nueva York ni eran lo que decían ser. Sé que ahora buscan otro proyecto alternativo al mío. Necesitan tanto un proyecto como yo la inversión. Diría que mas.

El caso es que estos días están siendo para mí algo confusos porque las cosas no son como yo había querido, pero ahora son así.

El martes que viene voy a una reunión con una empresa farmacéutica que tienen un serio problema y con mi tecnología se la solucionamos. Sería un proyecto a dos años y me solucionaría muchas cosas pero al mismo tiempo me impediría irme donde quisiera.

A veces pienso que mi vida es así, y que en parte he boicoteado hasta ahora todo lo que me ha entrado porque no quería dejar a mis padres solos, como si en el fondo, me sintiera responsable de ellos. Dicen que los hijos pequeños tenemos ese rol, estoy empezando a creer que es cierto. A cambio, ellos me han visto fracasar y no se han sentido orgullosos de mí.

Por lo que, en el fondo, todos hemos salido perdiendo.

Supongo que ahora que tengo casi cincuenta años es demasiado tarde para darse cuenta, pero al mismo tiempo tengo los suficientes conocimientos para hacer las cosas bien. Es cierto que empecé tarde. Ahora la gente emprende antes, pero hace veinte años no era igual.

Y bueno, supongo que quería que llegaras a aquí, a éste párrafo que tiene que ver con esa fotografía de un viaje en tren, cuando todavía alguien era capaz de confiar en alguien. No sé, esa imagen me da la sensación del total abandono en el otro, siempre pensé que las cosas iban a ser así. Cuando era niño y bajaba a la calle a jugar con el balón y llegaba exhausto a la puerta del edificio donde vivía. Aquel no poder con el alma de tanto cansancio, la felicidad de las endorfinas recorriendo mi joven cuerpo, llegar a casa y encontrarme a mis padres, sin apenas distracciones.

Imagino que la felicidad es ese estado de ánimo en el que ya no hay que luchar por casi nada. Reconozco que tuve una infancia bonita, en un barrio bonito rodeado de gente no demasiado conflictiva. El colegio fue otra cosa, pero casi todo se lleva mejor cuando no se tiene la personalidad desarrollada del todo. Luego fue más difícil.

Nunca he tenido las cosas claras, como si la vida pudiera tener varios capítulos en los que cada uno es una vida distinta. Es decir, que uno puede vivir muchas veces la misma vida y cuando se acaba se puede subir en otra desde el inicio.

Me hubiera gustado poder estar en esa en la que tú y yo nos conocíamos, en la que el hilo de tela de araña que va desde tu casa a la mía sí existe.

Hoy no voy a hablar de átomos ni moléculas, ni de pensamiento ni de conciencia.

A veces tengo la sensación de que si hubiera tenido la suficiente fuerza de voluntad me hubiera plantado en la puerta de tu casa, pero ahora sé que eso no era posible.

Y ahora, que llegado a este punto de mi vida en el que, bueno, ya sabes, todo va a ser menos esperanza y más pelear contra los achaques de la edad, y tendremos menos fuerza para superarlos todos, me gustaría tener esa última oportunidad en la que las cosas salen bien.

Y saber que todo, en el fondo, fue por algo que mereció la pena.

jueves, 6 de febrero de 2020

Polonia


Hoy he sabido de ti después de mucho tiempo. Creí que habías desaparecido para no volver, que te habías reformado o algo parecido, que tenías un marido e hijos, un trabajo de los que no se toman precauciones por si un día te pegan un balazo, pero imagino que era otra tapadera, que todos somos débiles o nos creemos demasiado listos

¿Recuerdas? Abríamos telediarios, teníamos la puerta abierta en los mejores restaurantes y nos invitaban al set de  regatas regadas de champán; teníamos el mundo a nuestros pies y estábamos dispuestos a pisarlo con fuerza, my darling, ¿por qué tuviste que joderlo todo? Pensé que no me harías sentir nunca culpable de haberte dejado entrar en mi mundo.

Había visto morir a muchos, es ley de vida, nunca das lo suficiente para que se te vaya un cliente y no regrese nunca, pero todos tenemos sueños y casi todos están por encima de nuestras posibilidades. Eso duele y yo tengo la medicina.

El día que te vi llegar sabía que te ibas a enganchar fácilmente. Reconozco que lo pensé dos veces, pero yo siempre he sido el malo y eso es lo tengo que ser, uno busca dinero pero también el poder que da tener algo que todos quieren, comprar y vender quimeras que muchos están buscando con toda su alma... y temen perderla cuando creen que la han encontrado. Eso es el poder: prometer que todo va a ir bien y que tú eres el que lo garantiza.

Contigo era distinto. Era con quien compartir la cima, ganar esta vez, tú eras mi alma gemela, mi lugar en el mundo a pesar de saber que no lo eras, la voz que hacía que no apretara el gatillo, la cordura, la luz, la alegría, la fe, el pasaporte para ser alguien normal o al menos sentirlo de vez en cuando.

Se te ha llevado un dolor malo, nunca hubiera dejado que te pasara conmigo. Te reunirás con muchos de los que fueron o aparentaron ser nuestros amigos. No te lloraré porque sabes que no sé llorar, y lo sentiré de la forma que sé sentir, es decir, de ninguna.

Pero hoy he pensado mucho en ti y en mi; en lo que fuimos.

No debiste irte, te añoré todos estos años.

Descansa en paz, my darling

Que las estrellas guíen tu alma.

lunes, 3 de febrero de 2020

En la penumbra



Puede que las cosas no acaben siendo como había predicho la bruja. Las brujas no siempre aciertan. A veces la realidad también se equivoca y acabamos por pertenecer a un destino que no era el nuestro.

A veces un mal menor acaba convirtiéndose en la mejor de las soluciones.

Como si en verdad el futuro no estuviera escrito y tuviéramos la posibilidad de cambiarlo.

Como si existiera una brecha por la que salirse y llegar a otra parte.

A algún lugar en el que nadie nos juzgara y pudiéramos ser siempre nosotros mismos.

Ser cualquiera, estar con quien quieres, vivir como te dé la gana.

Quizá la bruja no tuviera razón intencionadamente. Es decir, que al decir lo que dijo provocara en mí el deseo de escapar a eso a lo que según ella estaba predestinado.

Pero, ¿quién soy yo para desafiar al tiempo?

¿Quién soy yo para modificar el plan maestro de los dioses?

¿Acaso no va de eso, resumiendo, la historia de la humanidad? ¿Un desafío constante a lo que creemos que es ineludible?

Hoy, cuando esa parte de mí que está ligada al polvo de estrellas de esta galaxia, cuando alojado en mi muñeca un átomo sintió el vértigo de su gemelo entrando en contacto, a años luz de aquí, c con la gaseosa superficie de una estrella muerta hace más de una eternidad, supe que siempre morimos antes de tiempo.

Que nos espera un vacío lleno de vacíos.

Que nunca encontraremos nuestro lugar en el universo porque somos universo.

Materia oscura

Subconsciente.

Amor y dolor.

Aire y tierra.

Tú y yo en la penumbra.

Y que sea mañana


Hace tiempo que entiendo que esta vida está en un momento de cambio, en un abrir las puertas y salir hacia algún lugar distinto al que estoy ahora. Cambiar las cosas no son fáciles, en realidad nada es fácil. Uno no puede recorrer dos caminos al mismo tiempo aunque quiera. A veces, es mejor dejar ir mientras se espera. 

Y mientras espero, sé que vivirás en otro lugar, con otro hombre, tendrás esa casa con jardín que tanto deseabas y un perro que será tu mejor amigo. Al fin y al cabo los sueños se cumplen. Los dos lo sabíamos cuando la casualidad en forma de destino nos dejó el uno en la orilla del otro. 

Tan diferentes y tan almas gemelas, la media naranja perfecta y la media de otra que se parecía tanto a la original que casi las juntamos.

Imagino que hace mil millones de años de eso, una milésima de segundo en la edad del universo, si en realidad si el tiempo tuviera sentido. Tú no te acuerdas de aquel rincón del tiempo en el que  nos conocimos para luego convertimos en pura energía y diluirnos en el cosmos con un hasta luego, pero yo a veces sí que lo hago. Si te he de ser sincero, he hecho de mi vida de ese recordar y esperar a que los átomos vuelvan a juntarse en estas dos conciencias que ahora somos, tan cerca el uno del otro que podríamos tocarnos con sólo suprimir un pedazo de distancia.

Ahora vivimos en el mismo planeta otra vez. Al mismo tiempo. ¿Sabes cuál era la probabilidad de que eso sucediera? 

Supongo que tendré que escribir esa novela en la que tú y yo viajamos por mil vidas hasta reencontrarnos. La llevo en la cabeza, o en otra parte del cuerpo (que es casi lo mismo) desde hace tanto tiempo que la podría escribir de mil maneras distintas y siempre sería la misma.

Entiéndelo, ¿qué probabilidad había de que tú fueras tú y yo fuese yo, orbitando alrededor de esta pequeña estrella, tratando de no dejar escapar más átomos de nuestro cuerpo para seguir siendo lo más parecido a nosotros? 

Me gustaría creer que algún día nos encontraremos o que estaremos lo suficientemente cerca para que un átomo tuyo se encuentre con otro mío y se entrelacen aunque sea sólo un instante.

Al fin y al cabo en un espacio tiempo de infinitas posibilidades yo quise vivir ésta en la que eres mi certeza.