Esta semana de navidad tuve la gran idea de comprar la película pirata de “Matrimonio Compulsivo” que en la cartelera nacional se ofrece como “La Mujer de mis Pesadillas”. Nuevamente Ben Stiller aparece lleno de problemas que rayan en lo irónico y lo divertido que nos hace repetir y repetir verlo y esperar lo que siempre nos entrega y que ya estamos acostumbrados. Lo admirable es que a pesar de sus problemas, siempre cuenta con una chica guapa que lo hace feliz y que lo enloquece a la vez. Creo que mientras más guapa, la chica es más eufórica, más inquietamente loca, y más entretenida la historia que nos presenta.
Esta vez, nos cuenta que se abstuvo de casarse hasta cumplir los 40 años y que su padre insiste en que busque una novia y se case. Entonces en forma accidental se encuentra con una chica que es asaltada por un ciclista que se lleva su cartera y que lanza su canasta de ropa por los aires. Él, amablemente le ayuda a recoger su ropa y le da dinero para que pueda irse, pero en ese momento se da cuenta que uno de sus calzones se quedó en la vereda y ese es el único recuerdo que le queda de ella. Se lo lleva a casa y se lo muestra a su padre, quien lo reta por no haber concretado nada con la desconocida, que al describirla (y al verla) era muy hermosa y que claramente no tenía compromiso con nadie, porque ni un hombre (el lado machista) dejaría que su Mujer fuera a lavar ropa a una lavandería de mala muerte. Pero luego su padre quiere alardear con el calzón, que tiene estampado el rostro de David Bowie, y que se convierte en la banda sonora de esta entretenida y liviana película, que tiene un final sutil y liviano como para dormir tranquilo si terminas de verla cerca de las 3 de la mañana.
Esta vez, nos cuenta que se abstuvo de casarse hasta cumplir los 40 años y que su padre insiste en que busque una novia y se case. Entonces en forma accidental se encuentra con una chica que es asaltada por un ciclista que se lleva su cartera y que lanza su canasta de ropa por los aires. Él, amablemente le ayuda a recoger su ropa y le da dinero para que pueda irse, pero en ese momento se da cuenta que uno de sus calzones se quedó en la vereda y ese es el único recuerdo que le queda de ella. Se lo lleva a casa y se lo muestra a su padre, quien lo reta por no haber concretado nada con la desconocida, que al describirla (y al verla) era muy hermosa y que claramente no tenía compromiso con nadie, porque ni un hombre (el lado machista) dejaría que su Mujer fuera a lavar ropa a una lavandería de mala muerte. Pero luego su padre quiere alardear con el calzón, que tiene estampado el rostro de David Bowie, y que se convierte en la banda sonora de esta entretenida y liviana película, que tiene un final sutil y liviano como para dormir tranquilo si terminas de verla cerca de las 3 de la mañana.