Esta inútil brújula ya no indica al norte y he perdido el camino. Las huellas de las pisadas que seguía han sido borradas por el tiempo austero que juega con las distancias, con los recuerdos y las palabras.
Un contigo y un sin ti que vacila entre voluntades maniatadas y promesas putrefactas que nos empeñamos en restaurar como un viejo cuadro de Van Gogh, como una “noche estrellada” sin luna…sin estrellas…sin noche. Frente a mí un lienzo negro ¿Cuántas capas de óleo se pueden llegar a dar con la intención fallida de crear un nuevo cuadro? ¿Cuántas en un mismo lienzo? Embostamos la vida desde la infancia, nos marcamos los trazos, o más bien nos toman la mano mientras sostenemos el pincel señalándonos el orden y el camino a groso modo, más groso que módico, trazos marcados con punta de compás que dejan huella en nuestras carnes. Cicatrices que pican con el cambio del tiempo y se oscurecen cuando hace frío.
Ya no te busco porque me he encontrado a mi misma y es cuanto necesito para ser feliz, solo partiendo desde este punto se pueden hacer las cosas bien. Lo esencial en un mapa es encontrar el lugar donde nos encontrarnos, a partir de ahí comienza el viaje, no importa cual sea el destino siempre que sepamos cual fue el punto de partida para así poder regresar si nos perdemos. El refugio del alma no es un tópico, es un único.
No me busques, que no soy el camino y mis espaldas no sostienen más lastre que el que me voy echando yo misma. No esperes que te espere, mis piernas marcan un compás descompasado que no pienso detener, si me duelen los pies en este caminar seguiré descalza, no hay piedra en el camino imposible de patear.
Un contigo y un sin ti que vacila entre voluntades maniatadas y promesas putrefactas que nos empeñamos en restaurar como un viejo cuadro de Van Gogh, como una “noche estrellada” sin luna…sin estrellas…sin noche. Frente a mí un lienzo negro ¿Cuántas capas de óleo se pueden llegar a dar con la intención fallida de crear un nuevo cuadro? ¿Cuántas en un mismo lienzo? Embostamos la vida desde la infancia, nos marcamos los trazos, o más bien nos toman la mano mientras sostenemos el pincel señalándonos el orden y el camino a groso modo, más groso que módico, trazos marcados con punta de compás que dejan huella en nuestras carnes. Cicatrices que pican con el cambio del tiempo y se oscurecen cuando hace frío.
Ya no te busco porque me he encontrado a mi misma y es cuanto necesito para ser feliz, solo partiendo desde este punto se pueden hacer las cosas bien. Lo esencial en un mapa es encontrar el lugar donde nos encontrarnos, a partir de ahí comienza el viaje, no importa cual sea el destino siempre que sepamos cual fue el punto de partida para así poder regresar si nos perdemos. El refugio del alma no es un tópico, es un único.
No me busques, que no soy el camino y mis espaldas no sostienen más lastre que el que me voy echando yo misma. No esperes que te espere, mis piernas marcan un compás descompasado que no pienso detener, si me duelen los pies en este caminar seguiré descalza, no hay piedra en el camino imposible de patear.