"Todo lo que sabemos del amor es que el amor es todo lo que hay".
Emily Dickinson (1830-1886) Poetisa estadounidense.
Lo bueno de tenernos es conservar la certeza de poder derrotar cada derrota en los brazos del otro, porque el mundo cabe en nuestros labios, porque encaja entero en nuestro abrazo.
Lo mejor de querernos es sabernos uno, en cada estación de partida y al regreso de todo. Uno en el camino por andar, en el destino por rehusar... Uno en el mar de los caídos. Porque todo cede ante el huracán de vida que arrasan los años, todo menos tú. Todo menos ese universo que construimos con el polvo de las estrellas que se fueron descolgando del techo del mundo... Todo, apenas este yo que ahora soy cosido aquí a tu sombra.
Alzar de nuevo el vuelo, desde el vacío de esta lágrima hasta ti, ese es el milagro que nos ancla al suelo y nos hace grandes. Gigantes devorando tempestades a cada azote de tiempo. Porque siempre nos queda la madrugada para sentirnos vivos en manos del otro; la piel de los sueños para soñarnos de nuevo, para reinventarnos una vez más. El amor nos galopa las venas y un relámpago de esperanza se abre paso de nuevo hasta colarse al fondo de nuestras pupilas, justo al lado del algodón que le arrancamos anoche a las nubes. Porque somos amanecer en la desventura del otro, luz que renace para atar el porvenir a las alas de las mariposas que revolotean bajo nuestro ombligo.
Lo bueno de tenernos es reirnos del espejo, desvestirnos la locura de sabernos rescatados. Porque ser feliz no es cuestión de amar sin más; hay que olvidarse de uno para ser el otro. Por eso me salvas, por eso te libero... Por eso la esperanza nunca desespera en nuestra mirada.