"El recuerdo es el único paraíso del cual no podemos ser expulsados".
A veces me sonríe la memoria, se me estampa de bruces en plena boca y no puedo más que amarla, gozar de su dulce confitura de inocencia para despeñarme luego barranco abajo cuando abro los ojos.
El universo a veces cabe en el vacío de una blusa reencontrada, de un ciprés herido antaño por un filo de navaja... Cabe la palabra vida en dos pupilas de niño. Pero también cabe la tristeza del mundo en el callejón donde te perdí, a pesar de haberlo relamido la lluvia hasta limarme tu recuerdo, a pesar de habernos olvidado de todo como si el cosmos aún siguiera en pie, como si nada hubiera estallado en mil pedazos aquel día... Caben la noche y sus estrellas en esa esquina del pueblo.
A veces me desvisto de nostalgia para removerme los adentros sin jugarme la vida, para intentar frenar los días hasta volverlos del revés; avanzar hacia el pasado para verte de nuevo como si nada, en plena estúpida cotidianeidad, como antes convivimos, sin halagos ni razones. Y me levanto y sonrío sin sentirme culpable por sonreir sin ti, y trato de avanzar sin girar demasiado la cabeza, como siempre habías querido, por si regresara hoy la nube negra que me curva; que me comba hasta arquearme, hasta dar con los pies en el techo mientras siento el hueco dentro... Justo frente al horizonte inerte de aquella mañana.
A veces me sonríe la memoria... Otras busco anclar los pies al suelo. Es cuestión de raíz, del principio vital de un dolor más allá del dolor; cuando por insoportable se acaba tornando recuerdo en un último esfuerzo por seguir agarrándome a la vida, al sentido de querer; al presente que aún nos cuadra a pesar de las ausencias.
Te echo de menos como se echan de menos las cosas a las que sigues atado a pesar de haberte abandonado, de por vida. Como cuando por más que el mundo te remienda con victorias y laureles, sabes que ya no, que te ha arañado dentro la piel del huracán. Te echo de menos y lo hago sin palabras, en lo injusto de lo ilícito, en lo inaceptable de aceptarlo por el resto de mis días... Como sólo algunos pueden... Como sólo duele el dolor de no evocarte porque todo, absolutamente todo en esta vida, ya te alude.