jueves, 14 de abril de 2011
“Cómo educar al niño adoptado”
martes, 5 de abril de 2011
Limpieza de primavera
miércoles, 30 de marzo de 2011
Reflexiones sobre las familias adoptivas
- La superación de los duelos previos: muchas familias adoptan tras diagnósticos de infertilidad, más o menos definitivos, o historias dolorosas relacionadas con la espera de la paternidad/maternidad.
- El proceso de adopción: el hecho de tener que acostumbrarse a la presencia de la administración y la burocracia en su camino hacia la paternidad, la formación, la idoneidad, los papeles, la incertidumbre de la espera, los viajes...
- La paternidad instantánea: los padres adoptivos tienen que asumir en un plazo indeterminado la paternidad de un niño de edad indeterminada sin que haya signos previos evidentes, como el embarazo, de que se van a convertir en padres ni de cuándo se va a producir este hecho.
- La adopción visible: es probable que la adopción sea visible o fácil de detectar por el mundo social y que, con ello, la intimidad de la familia quede expuesta a la mirada de los demás y a una cierta pérdida de intimidad.
- La comunicación con el hijo sobre la adopción: los padres tienen también que aceptar los orígenes del niño, en muchas ocasiones en ausencia de una información clara y completa sobre su historia que les ayude a entender y, si surge esta necesidad, apoyar la búsqueda de los orígenes de su hijo.
- Falta de referentes sociales: la familia se enfrentar a conductas, problemas o retos que provienen de la historia del niño y para las que no cuentan con modelos apropiados.
- La comprensión y reparación de los posibles daños que el pasado del niño haya podido dejar en su salud, su desarrollo, su afectividad o su conducta.
Durante este aprendizaje sobre adopción, a través del cursillo de
sábado, 5 de marzo de 2011
Haciendo cálculos
martes, 15 de febrero de 2011
La frente en alto y sin descanso
sábado, 10 de julio de 2010
Un nuevo camino
miércoles, 12 de mayo de 2010
No pudo ser
sábado, 1 de mayo de 2010
Personas extraordinarias
domingo, 14 de marzo de 2010
miércoles, 24 de febrero de 2010
El precio de la felicidad
Ya sé que es difícil no hacer daño a una mujer estéril, que estamos muy sensibles, y que yo me paso una media de… no sé… pongamos unas diez horas diarias pensando en ello, y el resto de la humanidad lo recordará, como mucho, cuando me ven. Por eso normalmente no me enfado, respiro hondo y me repito que me quieren y que no se dan cuenta. Pero estos días tengo menos paciencia.
Por poner un ejemplo: grupo de varios amigos entre los que hay futuros papás, llega una chica que dice encontrarse mal y un amigo, muy guasón, le dice, “¿no estarás embarazada? ¡Cuidado que es una plaga!”, y como estoy a su lado, sonríe buscando mi aprobación a la broma. Puntualizo que él sabe que estamos en tratamiento y que hace un mes he sufrido un aborto. ¿Y qué hago yo? ¿Le pregunto que dónde hay que ir para contagiarse? … pues como no se ha dado cuenta, trago saliva y sonrío tímidamente. Pero duele.
Y me pregunto por qué es tan fácil olvidarse de los problemas de los demás y pensando, pensando, llego a la conclusión de que quizá tenga algo que ver que yo sea feliz y que esto de la infertilidad “lo lleve bien”. Me ha pasado, en más de una ocasión, que me han comentado que “Menganita” también tiene problemas para tener hijos pero que ella lo lleva fatal, no como yo, dándome la sensación de que en la comparación la otra quedaba como una exagerada y entonces me siento como la peor de las traidoras. Quizá no le hago un favor a nadie, ni siquiera a mí misma, diciendo que no se preocupen, que lo llevo más o menos bien. Porque luego viene la otra parte, “Fulanito” me dijo que “Menganita” estaba fatal, pero no debe ser para tanto, porque yo la veo bien. Y ese es el centro de la cuestión, si pareces estar bien, es que no existe el problema.
Cuando eres feliz, la mayoría de la gente interpreta que no tienes problemas, o que estos son tan pequeños que casi ni te afectan, y para rematarla, debes creer que el mundo es de color rosa y no te enteras de que hay otros que sí lo pasan mal, y que la vida es dura. Se preocupan por ti porque debes ser “blandita” y nunca soportarías la embestida de un problema de verdad. Y ay de ti que te etiqueten como afortunada, porque si un día osas comentar una preocupación, ten por seguro que todos te harán ver que ellos sí tienen “preocupaciones de verdad”, no como la tuya. He de decir, que a fuerza de percibirlo, yo acabé por creer todo esto.
Tenía todo lo que podía desear, la vida me sonreía y nunca había tenido ningún problema de verdad; ¿quién no sería feliz en estas circunstancias? Pero en mi vida se cruzó la infertilidad y eso sí que era grave… Descubrí que seguía siendo feliz. Y entonces me pregunté si… quizá… antes también había superado otras situaciones difíciles, y me di cuenta de que sí, que también había tenido problemas, pero que me concentraba más en las cosas maravillosas que tenía. Creo que lo importante es no dar nada por supuesto y ser capaz de valorar lo realmente importante como lo que es: algo extraordinario. Tengo un compañero de camino que me ama y al que amo incondicionalmente, unos padres que lo darían todo por mí, una hermana que me defiende de forma irracional (como yo hago con ella), una ahijada preciosa, una familia que me quiere y unos amigos con los que compartir los buenos momentos… sólo me faltan nuestros hijos… todo lo demás, comparado con esto, es prácticamente insignificante.
Seguramente el precio que tengo que pagar por ser feliz es que a mi alrededor muchas personas crean que esto lo pienso porque nunca me ha faltado la salud o nunca he tenido problemas económicos, que lo de la infertilidad es un inconveniente pero que tampoco hay que exagerar… es un precio bajo.
Ahí va mi peaje porque no voy a renunciar a la felicidad.
domingo, 31 de enero de 2010
Toda una vida
Os dejo la canción más emotiva.
domingo, 24 de enero de 2010
La sabanita
Lo habréis oído muchas veces: “Pasas, te desnudas de cintura para abajo y allí tienes una sabanita”. En mi clínica, la dichosa sabanita es “talla S” (lo del diminutivo está bien aplicado en este caso) y yo necesitaría una “XL”. Cuando salgo del rinconcito donde me desnudo tengo que elegir por dónde me tapo “¿por delante o por detrás?”. Y al salir no hay mucho problema, normalmente estoy sola y me tapo por delante, yendo hacia la silla de lo más pudorosa, pero al volver… ya hay gente… y yo me tapo sólo por detrás… debe ser una estampa de lo más cómica, la verdad.
Y una vez en la silla, de forma recatada me tapo desde el ombligo hasta debajo de las rodillas. Hasta que llega el doctor, claro, entonces me la subo para dejarle trabajar. ¿Para qué sirve entonces?... ¿Para que no me vea YO?... Si yo ya me conozco y hay confianza.
Pero en esto de la “sabanita” hay también diferentes tamaños. Recientemente tuve que acudir al hospital a urgencias, y me dijeron las típicas palabras: “Pasas, te desnudas de cintura para abajo y allí tienes una sabanita”. ¿Sabanita? Aquello era una señora sábana para una cama de dos por dos. En medio de la desesperación, tuve que sonreír ¿Cómo salía del baño donde me cambiaba? ¿Enrollada en la sábana como Cleopatra en una alfombra, o a modo de coqueta toga romana? Además me habían dicho que no me quitase los zapatos… ¿y qué hago con las medias? Salir medio desnuda y con medias me parecía ridículo; quitármelas y ponerme los zapatos, demasiado tiempo para lo nerviosa que estaba; opté por bajarlas. Y así salí, con zapatos, las medias a la altura de los tobillos y una sábana enrollada en la cintura, recogiéndola con cuidado como si llevase un vestido de fiesta. Si no fuese por lo dramático de la situación, hubiese pedido que me hicieran una foto y así recordarlo para Carnaval.
El viernes pasado volví a colocarme la “sabanita”, me dijeron que todo estaba perfecto pero que, si no estábamos muy ansiosos, sería mejor dejar pasar dos ciclos. En el momento lo vi clarísimo, lo que sea mejor, claro. Ahora, después de echar cálculos, creo que la próxima consulta la tendremos sobre el 25 de marzo, y ya he avisado a mi marido de que seguramente estaré histérica e inaguantable durantes estos dos meses ¡Sí que estoy ansiosa! En principio, a partir de ahí volveremos a repetir el tratamiento.
Gracias por todos los mensajes de apoyo que me habéis mandado, tanto en el blog como en los foros, cada uno me ha emocionado. Nuestra familia y nuestros amigos también se han volcado con nosotros. Todo esto nos hace más fuertes. Besos.
domingo, 10 de enero de 2010
No pudo ser
El lunes pasado sentí que todo había acabado. Tras un fin de semana de reposo por un sangrado más fuerte que de costumbre, el lunes por la mañana en la clínica vimos el saquito y aunque el endometrio de alrededor parecía que quería desprenderse, me aumentaron la medicación y salimos de allí muy esperanzados. Por la tarde todo cambió, no tenía duda sobre lo que estaba pasando, tenía que ser un aborto. Por diversas circunstancias mi doctor no me pudo ver hasta el viernes y entonces nos confirmaron lo que ya sabíamos.
Fueron días complicados: una tarde de lunes de desesperación, sintiendo la impotencia de ver cómo se iba sin poder hacer nada; un martes de resignación, haciéndonos a la idea de que lo habíamos perdido; un miércoles y un jueves manteniendo el reposo, siguiendo con la medicación, cuando estaba convencida de que ya no tenía sentido. Cuando el viernes llegamos a la clínica no pude evitar llorar, no tanto por tristeza (porque ya había llorado mucho) como por desahogo. Era una sensación extraña, sabía que me iban a dar malas noticias pero eso supondría una liberación. Esos días me resultaba inevitable pensar en algún momento “y si no fue un aborto”, me duraba muy pocos segundos en la cabeza, pero me hacía mucho daño.
El doctor nos dijo que era un hecho aislado y que nada hacía suponer que debía repetirse, así que ahora tenemos en la cabeza el próximo intento, que seguro será el definitivo.
Nuestro peque ya no está con nosotros, nos hizo inmensamente felices durante el poco tiempo que compartimos, nos regaló la mejor Navidad de nuestra vida y fue muy muy querido. Esto es mi mayor consuelo.
Gracias a todas por acompañarme.
miércoles, 23 de diciembre de 2009
POSITIVO
Hoy nos hemos hartado de llorar mi marido y yo, y mañana la familia, porque daremos el notición después de la cena de Nochebuena, junto con mi hermana y su marido que también anunciarán embarazo. Estoy muy contenta. La beta me ha dado 76,el sábado tengo que repetir la beta para comprobar que todo evoluciona bien, y en unos 10-12 días ecografía.
¡Estoy en una nube! Gracias por acompañarme en este camino y FELIZ NAVIDAD.
Bendice alma mía al Señor porque ha hecho en mí maravillas.
viernes, 11 de diciembre de 2009
Betaespera
sábado, 5 de diciembre de 2009
GRACIAS
Ayer me llamaron por teléfono del IVI y me dijeron que el lunes será la punción de mi donante. Sólo puedo pensar en ella, se me llenan los ojos de lágrimas de la emoción, le diría tantas cosas… que es lo que más deseamos, que sin ella no sería posible, que es una mujer excepcional…
Para ella y para todas las donantes que nos regalan vida: estas flores virtuales.
lunes, 2 de noviembre de 2009
Una señal... o dos
Mi marido y yo fuimos el último domingo, tres días después de la fecha en la que debía ser nuestra transfer. Y me ha pasado algo curioso, que me reconforta cada vez que lo recuerdo, esta vez me ha parecido recibir una señal.
La lectura del Evangelio era la del ciego que se acerca a Jesús pidiendo ayuda y este le pregunta “Y tú, ¿qué quieres de mí?”. El sacerdote en la homilía lo recordó, la mayoría acudimos al santuario con una petición y Jesús me preguntaba directamente:
- Y tú, ¿qué quieres de mí?
- ¡Ser madre! – mi respuesta fue inmediata.
Me di cuenta de lo que encerraba: no pido que mis hijos se parezcan a mí, no pido tener un embarazo… sólo pido ser madre. Dos días después de haber llamado a la clínica para confirmar que nos decidíamos por la ovodonación, esto me pareció una señal.
Pero aún me quedaba otra. En una parte de la celebración, cantamos una canción a la Virgen que aprendí de niña en el colegio, con un estribillo que hoy cobra nuevo significado para mí:
“Hoy he vuelto Madre a recordar
Cuántas cosas dije ante tu altar,
Y al rezarte puedo comprender
QUE UNA MADRE NO SE CANSA DE ESPERAR”.
Ahí estaba, la señal definitiva: Dios me decía que hay que seguir luchando, que no desespere.
Hoy sabemos que nuestro cerebro puede mentirnos ya que sólo tiene un fin, sobrevivir. Quizá sólo oí lo que quería oír, y la interpretación la hizo mi querido cerebro, empeñado en que sea feliz para vivir más años. Puede ser, pero a pesar de toda mi racionalidad y mi pensamiento científico ¡HOY CREO EN LAS SEÑALES!
viernes, 23 de octubre de 2009
Nueva esperanza
Quiero daros las gracias por el apoyo que me habéis dado, os mando un beso gigante a todas.
Nos pasamos igualmente por la clínica para analizar la situación, y allí las noticias iniciales tampoco fueron buenas: que de 6 óvulos sólo fecundase uno (con una calidad de semen buena) es muy raro, si además ese se paraba… la conclusión es que los óvulos, debido a la endometriosis, son de muy mala calidad, tan mala, que intentarlo otra vez tiene prácticamente nulas posibilidades de éxito, y nos embarcaríamos en un largo proceso; primero para tratar la endometriosis (medicación y cirugía) y después volver a iniciar el tratamiento con el peso de la probabilidad tan baja de lograr un embarazo.
Pero se abrió una ventana: nos proponen la ovodonación con bastantes posibilidades de éxito, ya que, en principio, la endometriosis no afecta a la implantación. Así que, ¡nos hemos decidido! Iniciamos un nuevo camino y estamos llenos de esperanza.
¡Esta vez va a ser posible!
miércoles, 21 de octubre de 2009
Esperando noticias
Con los dos vitrificados hicieron ICSI y con los frescos FIV convencional, hoy estoy atacada esperando la llamada en la que me digan cuántos han fecundado.
domingo, 18 de octubre de 2009
El martes: punción
lunes, 12 de octubre de 2009
Va progresando
martes, 6 de octubre de 2009
De nuevo a la carga
Cuando ya pensaba que tenía superado el tema de las inyecciones, me he llevado una sorpresa ¡esta vez son intramusculares! Así que ya veo a mi marido, jeringa en mano (¡con una aguja enorme!... que yo la he visto… que es de las que utilicé la otra vez para hacer la mezcla) persiguiéndome por toda la casa. ¿Podrá soportarlo nuestro matrimonio? Supongo que sí, pero es una dura prueba.
El próximo domingo, tenemos el siguiente control, a ver cómo se portan mis ovarios. La verdad es que hoy me ha dado la impresión de que el doctor no los veía con buenos ojos, yo tampoco espero que hagan un gran trabajo, sólo les pido que repitan: conseguir dos óvulos sería una fantástica noticia.
martes, 15 de septiembre de 2009
Tras unos días de descanso
viernes, 28 de agosto de 2009
De vuelta de la punción
miércoles, 26 de agosto de 2009
¡A por la punción!
lunes, 24 de agosto de 2009
Y van seis
sábado, 22 de agosto de 2009
¡Cuatro!
martes, 18 de agosto de 2009
Setembro y las agujas.
Lo de los pinchazos lo tengo superado.
Soy arquitecto y a veces, sólo a veces, me da algún ataque de vértigo, imaginaos la escena: la señora directora de obra, en lo alto del andamio, agarrada a la barandilla diciéndole al jefe de obra “¡que no, que no me muevo! ¡no pienso dar un paso! ¡que venga mi mamáaaaaaaa!”. Afortunadamente esto nunca ha sucedido y la forma de conseguirlo es no pensar, me acerco al andamio y automáticamente tiro para arriba, así… sin parar, y luego ya me centro en la obra y en lo que tengo que mirar… normalmente me funciona. Si por el camino me paro… mala cosa, empiezo a pensar “y siiii… me tropiezo, me caigo totalmente estirada en la plataforma, no consigo agarrarme a nada ni que nadie me agarre, ruedo hasta la barandilla, soy de la medida justa para colarme entre los dos soportes verticales, remonto el rodapié y… ¡caigo al vacío!” es poco probable, lo sé, pero tengo una mente enrevesada, y recordemos que las fobias no son algo racional. Me pasó una vez (lo de quedarme paralizada, no lo de caerme, claro) y menos mal que detrás venía mi marido (y compañero) y me tranquilizó.
Pues bien, lo mismo que con las alturas me pasa con las agujas, así que decidí que lo de las inyecciones iba a ser así: sin pensar.
El jueves día 13 (gran número ¿no?) a las nueve menos cuarto estaba hecha un flan, cogí todos los bártulos y mi marido me preguntó:
-¿Dónde lo vas a hacer?
- En el baño.
- A lo mejor estás más cómoda en el dormitorio.
- ¿Eh? Bien, pues en el dormitorio entonces.
- O, quizás, estés más cómoda en la cocina.
- ¡Voy a hacerlo en el dormitorio, no me des más opciones!
Saqué dos ampollas de disolvente, dos frasquitos con el concentrado, la jeringa, la aguja grande, la aguja pequeña, la toallita con alcohol, las instrucciones… ¡qué despliegue! “Bien, vamos allá, ¡sin pensar!”. Primero romper las ampollas, ¡qué duras!, pero bueno, lo conseguimos (yo una y la otra mi marido), coloque la aguja grande en la jeringa, y la llené con el líquido, luego lo fui inyectando en el frasquito, ¡esto es fácil!, y lo repetí con la otra dosis. Después llené la jeringa con el medicamento ya mezclado, una ampolla y media, estaba tan nerviosa que miré unas cuatro veces si la jeringa tenía 1,5 ml. Bien, ahora a cambiar las agujas, no era capaz de sacar la grande, lo hizo mi marido, creo que simplemente con lo nerviosa que estaba no tenía ni fuerzas, coloqué la pequeña, le quitó mi marido el capuchón (yo otra vez sin fuerzas), le saqué el aire (lo de la gota en la punta de la aguja lo cambié por un chorrito, ¡era la primera vez!), me desinfecté la zona elegida de la barriga y respiré hondo.
Bueno, era el momento de la verdad ¿sería capaz de ponérmela? La apoyé en la barriga y casi entró sola ¡la había clavado! ¡Sí, sí, sí, ya había acabado!... pero no, no había acabado, faltaba empujar el émbolo y yo ya de relax después de tener la adrenalina disparada ¡no era capaz! No sé lo que me pasó, pero mi marido me decía:
- Ahora tienes que empujar.
- Pero si ya empujo.
- Pues el émbolo no se mueve.
¡Y no se movía! Aunque mi sensación era como si estuviese haciendo muchísima fuerza. Noté que me empezaba a poner histérica, y eso no es nada bueno, parecía que finalmente no era capaz de hacerlo. Imaginad por un momento la escena, una mujer con fobia a las agujas, con una jeringuilla clavada en la barriga y sujetándola con la mano; yo me vi así y pensé “si la quito ahora ¡tendré que ponérmela otra vez!”, creo que la idea de repetir le dio fuerzas a mi mano y el líquido empezó a entrar.
¡Síiiiiiii, lo había conseguido! Pero aún me quedaba un pequeño susto. Allí estaba yo, tan feliz, introduciendo el medicamento, cuando mi marido (se pasó el rato diciéndome cosas, el pobre) me dijo:
- Vaya, parece que se te está acumulando.
- ¿Qué?
- Que se te está acumulando el líquido en la piel.
Me lo soltó así, tan tranquilo, con cara de “no pasa nada”, pero cuando yo vi la vejiga que se estaba formando pensé que me desmayaba.
- Pero si no pasa nada
- ¿Cómo que no? ¡Se está formando una vejiga!
- Pero eso se reabsorbe.
- ¡Tengo una vejiga!
- Que no pasa naaaaada.
Preferí no seguir pensándolo, acabé con el líquido y retiré la aguja. Por fin había acabado todo. Y la verdad es que en unos diez minutos la vejiga había desaparecido. Lo viví como una aventura, al día siguiente todo fue mucho más fácil y ahora hasta lo hago con soltura, me llaman “la reina de las agujas” (bueno, me lo llamo yo).
Esta es mi aventura con los pinchazos, es la parte de terror-humor de la película, me gusta reírme de mis miedos, pensando en estos “problemas” me olvido de lo que da miedo de verdad. En el control de ayer no se veía ningún folículo, el doctor dice que mis ovarios “están muy malitos por la endometriosis” (mi teoría es que con el verano están de vacaciones), el viernes vuelvo para ver cómo va la cosa. Mientras tanto, me toca confiar en que las inyecciones de esta semana van a tener un efecto portentoso y para el viernes habrá… no sé… por lo menos cuatro folículos preciosísimos. Voy a visualizarlo, a ver si así lo consigo.
martes, 4 de agosto de 2009
¡Buenas noticias!
Así que el 13 de julio empezaré con las inyecciones para la estimulación ¡ALLÁ VAMOS!
Tengo aún unos días para mentalizarme. De vez en cuando, abro la cajita que me dieron con las agujas y las jeringuillas y las miro con recelo. Desde luego, lo de pincharme no va a ser un problema cuando ya hemos llegado hasta aquí, pero me pone un poco nerviosilla. Imagino que al segundo día se me pasará y con aire de superioridad le diré a mis amigos: “Yo, me pongo las inyecciones sin mirar”.
martes, 28 de julio de 2009
Un paso más
El próximo viernes, el día 31, tenemos la próxima cita en la clínica. Ya estoy bastante nerviosa, ¿cómo les habrá ido a mis quistes? ¿habrán resultado provechosos los tres meses de sofocos?
Tengo sentimientos encontrados: por una parte, tengo la sensación de que llegamos al final, a lo que estábamos esperando, ¡el tratamiento!; pero por otra, soy consciente de que esto es realmente el principio. Es un momento de balance, de lo vivido hasta ahora y de lo que pueda venir, le doy demasiadas vueltas a la cabeza analizando cada situación posible. ¡Me volveré loca!
viernes, 17 de julio de 2009
Salir del armario de la infertilidad
La primera a la que se lo dijimos fue a mi cuñada, después padres y hermanos. Fue fácil. Nosotros estábamos muy positivos y el optimismo es contagioso. Más tarde a un par de amigas muy cercanas… ¿Y después?
Después, pensaba, con los amigos y el resto de la familia, lo contaré cuándo surja el tema (tampoco es que quiera ir pregonándolo); la típica pregunta “¿y los niños?”. En mi cabeza me imaginaba contestando “pues tendremos que tener paciencia porque tengo endometriosis y así es bastante complicado quedarse embarazada a la manera tradicional, vamos a intentarlo con una FIV”. Fácil… rápido… indoloro.
Estaba deseando que surgiese la pregunta, pero por arte de magia, parecía que se había esfumado del pensamiento de todos. “Bueno, tampoco voy yo a sacar el tema”.
Hasta que llegó el día:
- Y vosotros ¿para cuándo los niños?
- Bue… bueno… pueeeees… con paciencia.
Y nada más, hasta ahí llegué. Después llegaron otras oportunidades de contarlo a amigos y familiares, todas con el mismo resultado. ¿Por qué me resulta tan difícil?... Creo que es el miedo a que esas personas que quiero se queden preocupadas, o quizá a no ser capaz de aguantar el tipo todas las veces y acabar llorando en algún hombro, o el miedo a tener que dar explicaciones más adelante.
Esta semana me he propuesto romper este silencio. Sí, lo tengo más complicado para tener hijos ¿y qué? también soy lo suficientemente fuerte como para sobrellevarlo.
Se lo he contado a varios amigos y me he encontrado con mucha comprensión, con ánimos y me he quitado un peso de encima. Poder hablar con libertad de nuestros planes me relaja. También ha habido algún “Relaaaájate, que mucho lo hace la cabeza”. Me lo he tomado con una sonrisa, sabiendo que lo dicen con la mejor de las intenciones, e intentando explicar que eso no es cierto. Claro que si lo tengo que oír muchas más veces… no respondo.
Me gusta compartir las esperanzas.