ÁNGEL DE
LOS INMIGRANTES
Obra de Noris Capin
2017
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Inmigrantes de la tierra
Cuando un
forastero resida junto a ti,
en vuestra
tierra, no le molestéis.
Así dice la
Palabra de Dios.
Levítico19,33
Es un pecado terrible
perpetrado por los hombres, que no conciben que todos somos iguales, que el ser
humano está vinculado fuertemente mediante la ley de Dios. Ley que no se cumple, en la sociedad en que
vivimos por la simple razón de que son indocumentados.
Estas personas que no tienen
papeles válidos, no es porque no deseen hacer las gestiones correspondientes
con el departamento de inmigración si no porque se les dificulta la posibilidad
de legalizarse por el exceso de impedimentos que se les presentan.
Hay que tener en cuenta que
no estamos hablando de delincuentes o bandoleros sino de familias; familias
completas: padre, madre e hijos que trabajan y estudian esforzándose día a día
por salir adelante en este país de numerosas oportunidades. Sin embargo los
inmigrantes de esta tierra no tienen oportunidades, ni tienen salida ni fechas
programadas para salvarlos. Viven en la esclavitud como en los tiempos de
Egipto.
Yo conozco a muchas personas
en esa posición social precaria, las veo todos los días, las escucho llorar sus
derrotas y les hago preguntas, sin comprometerlas, para apoyarlas aunque sea
con unas palabras de esperanza. Las
observo desde mis ojos de inmigrante, desde mi pasado de pobreza y desconcierto al venir a los Estados Unidos de
América con solo quince años como refugiada cubana.
Cuando el
Hijo del hombre venga, rodeado de esplendor y de todos sus ángeles, se sentará
en su trono glorioso.
La gente de todas las naciones se reunirá delante de él, y él
separará unos de otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras. De
acuerdo a la Palabra de Dios en Mateo
25:31,32
Y es muy fácil palpar la
angustia de los seres humanos cuando comentan su impotencia, es inverosímil
escuchar sus anécdotas deplorables y tristes sin sentir la sensación de
desfallecimiento personal y la angustia en el alma. De la misma manera es obvio
distinguir que los tiempos han cambiado y que las leyes para los inmigrantes se
han ajustado en contra del expatriado.
Es incalculable el deterioro
de las familias al sentir el abuso, la falta de seguro médico, los sueldos de
miseria, las humillaciones, las objeciones, y el temor a la indigencia y a ser
deportados. Por eso viven con miedo, con
ese terror injusto en donde no existe la compasión y la bondad, sin saber cómo
y cuándo deben refugiarse en la caridad de los hombres. Por eso conducen un auto sin licencia, por
eso se acogen al poder de Dios para no tener un accidente al llevar a sus hijos
a la escuela o buscar el pan de cada día. Igualmente, y lo he observado, el
hecho que dejan de llevar a sus hijos al médico por no tener dinero para que
sean vistos siendo esto una verdad funesta.
Es por eso y mucho más que los tratan despiadadamente en los centros de
trabajo y los vejan. Desdichadamente los estatutos calculados no le dan
oportunidades a sus hijos de asistir a una universidad y por consiguiente hay
desespero en la familia —me confesó una señora conocida.
Nos dice claramente la
Palabra de Dios en el Capítulo 25 de Mateo, versículos 41-43: “Apártense
de mí, los que merecieron la condenación; váyanse al fuego eterno preparado
para el diablo y sus ángeles. Pues tuve hambre, y ustedes no me
dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; anduve
como forastero, y no me dieron alojamiento; sin ropa, y no me la dieron; estuve
enfermo, y en la cárcel, y no vinieron a visitarme.”
Ay de aquellos que escucho
comentar, sin compasión, en contra de los inmigrantes cautivos de la tierra, ay
de aquellos que dicen que estamos pagando los impuestos para aquellos que no
tienen legitimados sus papeles, ay de aquellos que expresan disconformidad con
los desterrados pues piensan que no tienen la opción de pedir nada a la
sociedad o al país. ¡Qué terrible!
En fin de cuentas todos
somos extranjeros de generación en generación, personas que hemos venido a
buscar refugio y mejoras a otro lugar, de
manera que tenemos derechos y responsabilidades hacia la nación que los
acogió. "Todos venimos del desierto
a buscar la hierba fresca del huerto" y no hay ley que supere la ley
inmaculada de Dios en donde la misericordia reina y reinará por los siglos de
los siglos para todos los inmigrantes del Universo. Amén.
noris capin
En USA Newspaper
Articulo 09/17
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