31.3.07
Quessep
28.3.07
Meme
Invito a continuar el juego a Jordi Doce, Álex Chico y Enrique Baltanás.
Basilio
Estoy convencido de que un poema basta para que un poeta sea necesario. Éste de Basilio Sánchez, que leyó anoche en el Auditorio Santa Ana de Plasencia, justifica mi fiel aprecio por su poesía.
LAS BAYAS
Presiento tus palabras a través de los muros
de una habitación que será eterna.
Hay un país que crece
con la sustancia de los sueños
y una casa cerrada
en la que se acumulan los escombros
de una luz suficiente.
Quizá no fuera ésta la vida que esperábamos,
pero sí es el lugar.
Aquí donde se alzan
contra un cielo de piedra
una pared caída y luego otra,
serán nuestras palabras las que nos den cobijo.
Lo poco que tenemos,
lo mucho que tenemos está aquí, delante de nosotros.
Yo pongo la ventana,
tú los tallos, los zarcillos azules,
las silenciosas bayas transparentes.
26.3.07
La web de Fernando Pérez
La página saltó a la red coincidiendo con la presentación en la Biblioteca Nacional de España de su libro póstumo, El pensamiento de José Álvarez Guerra. Lo ha publicado la Editora Regional de Extremadura, como tenía que ser. Un honor.
Aquella tarde, después de todo lo que nos había caído encima por culpa de los indeseables de siempre (que pertinaz su enfermiza persecución, amigo), fue un placer recuperar lo que importaba y al cabo importa: el amor a los libros y al trabajo (gustoso) bien hecho.
A sorbos
25.3.07
Dice Fa
En neerlandés
22.3.07
16.3.07
11.3.07
Caro diario
10.3.07
Valverde en Cáceres
7.3.07
Fernando Aramburu y Extremadura
Me escribe el poeta Antonio María Flórez, a propósito del libro Los hombres intermitentes, que también ha leído, y me recuerda que Fernando Aramburu, su prologuista, tuvo en el pasado estrechos vínculos con Extremadura. Fue muy amigo de los también poetas Carlos Medrano y de María Rosa Vicente Olivas. Desde las revistas Cloc y Kantil le abrió espacio a varios autores extremeños a finales de los años setenta. Me cuenta que viajó por nuestra tierra en esa época y de hecho dedicó un número de Kantil a algunos nombres de la joven poesía extremeña (en el 78): Carlos Medrano, María Rosa Vicente, Paco Señor, Lucía Mera y él mismo. “Si la memoria no me falla, añade, Aramburu vino a Extremadura por primera vez por la época de Semana Santa del año 78. No sé si después volvió. Mérida y Don Benito fueron dos de sus estaciones seguras. A Don Benito se acercó a visitar a María Rosa Vicente, que por cierto estaba enferma por esos días. La admiración mutua era grande, más de aquél hacia ella. Paco Señor y yo estuvimos con él en la cafetería Gran Maestre. No recuerdo bien si Medrano y Lucía Mera se alcanzaron a ver con él en esa estadía. El Kantil al que me refiero, salió unos meses después, tal vez en el verano del 78. Yo conservo un ejemplar en Colombia. El texto que me publicaron se titula Paraíso, que luego fue traducido al italiano y publicado en una revista de Sicilia, por mediación de Fernando. Y el ejemplar de CLOC donde publicaron alguno de mis textos (si no estoy mal se llamaba Criticarta Sónica) no sé dónde lo tengo, pero aparece referenciado en el libro CLOC, Historias de Arte y Desarte de Juan Manuel Díaz de Guereñu (Hiperión, 1999)”.
6.3.07
El cuenco de la mano
Si tuviera que expresar la sensación primordial que ha suscitado su lectura, aludiría a la fragilidad que lo atraviesa. En más de un momento me ha parecido que las palabras se me iban a romper en las manos. O en el pensamiento. O en la boca. Por su delicadeza, claro, por la absoluta sensibilidad con la que está escrito y que traslada al lector, al menos a mí, a una atmósfera leve y serena donde brilla una luz dorada y transparente.
Todo en él es pura vida. Será por eso que uno ha visto allí al amigo de cuerpo entero, como pocas veces.
No es, en fin, un libro para contar sino para leer. Una joya, sin duda.
4.3.07
Lecturas
El otro llegó por sorpresa de París. Me refiero a Los hombres intermitentes, de Francisco Javier Irazoki. Hablaba ayer de él Jon Kortazar en Babelia. Es un libro en prosa que es pura poesía. Y de la mejor estirpe, añado. Me tiene atrapado. Lo publica Jesús Munárriz en Hiperión y lleva un interesante prólogo del novelista Fernando Aramburu.