5 de julio de 2016

En plan travesti radical

A veces las cosas no salen como las planeas, o deseas, por mucho esfuerzo que le pongas, y es que como le dije alguna vez, a veces el amor no es suficiente. Hará mes y medio que dejé a La Moza, y no fue fácil (¿cuando lo es?) pero necesario. Con el paso del tiempo, confío en que será lo mejor para las dos. No os descubro ni le descubro nada diciendo que es una persona maravillosa y deseo que sea feliz. Pero yo necesitaba avanzar y tuve que dejarla ir.

Así que ahora a adaptarse, a reinventarse de nuevo. Intentando, como dice Fangoria, estar en plan travesti radical, darle la espalda a cualquier muestra de tristeza. Aunque a veces esa actitud te explote en la cara y necesite parar de vez en cuando.

He estado bastante ausente. Como últimamente, intentando llenar mis horas con un montón de proyectos por amor al arte que al final me acaban quitando  la vida -exageración- y no me dejan dedicarme a este blog.


Este finde pasado me fui a Madrid para el Orgullo, como siempre hago si puedo, aunque el viernes por la mañana fuera uno de esos momentos de explosión y me hubiera quedado enredada en las sábanas. De repente me cogió un miedo terrible a morirme. Que se estrellara el avión, que me explotara una bomba en pleno "A quién le importa". Por suerte tiré palante. No pude concidir con nadie de allí, pero la experiencia fue espectacular.

Fue distinto, por primera vez me monté en un camión (lleno de bolleras, claro) y viví la Mani desde el otro lado y de manera más cómoda. Aunque no tuve la visión global que tanto me gusta, no olvidaré durante todo el rato ese baño de masas y el momento de llegada a Cibeles, con miles de personas que casi no llegaba la vista riendo, cantando y siendo felices. Se me pusieron de punta, de verdad.